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Consumos adolescentes

Redacción

Por Laura Collavini

Me impacta la manera en que ascienden los hechos de violencia. A la salida de los colegios y en esta época del año, en los boliches.  

Como persona y como madre me cuesta entender cómo se llega a esos niveles de violencia. A matar a alguien por algo mínimo o dejarlo inconsciente.  

Chicos muertos, discapacitados, familias truncadas por una pelea callejera. Simplemente incomprensible. Pero es mi deber y también mi derecho como profesional de la salud mental, hablar del tema. Abordarlo de una manera simple, cruda y sencilla, con el objetivo que sea de utilidad para reflexionar, pero, sobre todo, accionar.  

Accionar es tomar acción, hacer algo. Es tomar una medida efectiva acerca de una situación. No es decir “qué barbaridad, la juventud está cada vez peor” O “viste cómo son los chicos hoy en día, no hay códigos”.  

Hay miles de chicos que pueden divertirse sin causar un mal a sí mismos ni a otros. También es cierto que el consumo de alcohol y drogas en la adolescencia, es mayor. ¿Por qué? Porque hay adultos que lo permiten.  

Los adultos somos quienes decimos “bueno…si no les pones alcohol en la fiesta de 15 no van” y vamos y ponemos alcohol. 

¿Quiénes dejan ir a las previas?  ¿Por qué hay previas?  

Lo escucho de los chicos. Una vez que ya se mintieron diciendo que todos van y que todos toman, después que dijeron que ellos saben medirse, después que se auto convencen en que controlan la situación. Después de todas esas mentiras que se arman y sostienen, pueden decir que el alcohol o las sustancias les sirve para desinhibirse. Va de nuevo: EL ALCOHOL O LAS SUSTANCIAS LES SIRVEN PARA DESINHIBIRSE.  

Es terrible. Espero que quien lo lea y le resuene por un hijo o allegado pueda observar la gravedad del tema.  

Necesitar algo externo para divertirse o desinhibirse es darle a “otro” el poder del control sobre la propia persona.  

Debato con los chicos (y no tan chicos) que jamás necesité algo externo a mi para animarme a hacer algo o no. Puedo subir a 100 y bajar como me parezca. Me considero dueña de mis actos. Después que aguanto que me digan vieja, antigua y demás adjetivos cariñosos, les cuento que juego todo el tiempo. Que puedo escribir, actuar y hacer deportes. Puedo conversar de frente, me banco sonrojarme y no saber qué decir.  

Pasados esos momentos de debates super interesantes (les aseguro que son muchos) pueden comenzar a pensar por qué hacen lo mismo que el resto. Por qué se ocultan detrás de algo externo.  

En estos “abusos controladores de uno mismo”, también podemos añadir la adicción a las pantallas.  

Muchos chicos y adultos no quieren hablar de adicciones. Qué pena. Es justo de lo que tenemos que hablar.  

Si necesitamos algo externo para no ver quiénes somos o ser quienes quisiéramos ser, tenemos un problema.  

Y ahora a los padres específicamente:  

¿Cómo se comporta tu hijo/a en casa? ¿Hay actitudes que te preocupan? ¿Puede conversar?  

Pero estas pocas preguntas aun son más profundas. ¿Cómo es la relación en casa? ¿Hay espacio para hablar y ser escuchado? ¿Hay solo gritos y reproches? ¿hay insultos constantes? ¿Qué se comparte? 

¿Podemos decir que no? Decir que no a tiempo o un si medido puede ser un encuadre amoroso. Sostener sus enojos, contar por qué el no o hasta dónde y saber que ser padre no es ser amigo. Que no implica “no quiero que mis hijos pasen por lo que pasé yo”. Si tu vida fue buena o mala, fue tu problema. No uses a tus hijos como modo terapéutico.  

Lic. Laura Collavini. Psicopedagoga. Autora del libro “Mi ambiente y yo”. (entre otros). Actriz. 

Presidente de la fundación Siendo. 

laucollavini@gmail.com 


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