Custodios del pan en Neuquén y Río Negro: así funciona el Banco Patagónico de Alimentos

Es una organización que desde 2018 interviene en los sistemas alimentarios para evitar que comida en perfecto estado sea desechada. Además de los beneficios ambientales y económicos del accionar, su principal motor es la reducción del hambre mediante la asistencia a comedores y merenderos de la región.

Una de las paradojas más resonantes de Argentina es que, tratándose de un país fuertemente especializado en la producción de alimentos y con una densidad poblacional muy por debajo del promedio mundial, existan personas que sufren hambre. Pero más paradójico resulta aún el hecho de que en un país con esta realidad social, comida en perfecto estado para ser consumida sea desechada. En las provincias patagónicas, y en particular en Neuquén y Río Negro, este panorama se replica.

La Fundación de Estudios Patagónicos (Funespa) es una organización de la sociedad civil presente en la región desde hace ya 35 años, con el objetivo de contribuir al desarrollo sostenible de Neuquén y la Patagonia facilitando el pleno ejercicio de la ciudadanía. Sus principales ejes de acción para alcanzarlo son, a grosso modo, el cuidado del medio ambiente, la perspectiva de género, la protección de las infancias y la nutrición.

Todos los programas llevados adelante por la Funespa incorporan, transversalmente, tales ejes y tienen como grupo objetivo a las personas en situación de vulnerabilidad social. El Banco Patagónico de Alimentos (BPA) es uno de esos programas, el cual se inserta dentro de dos macrosistemas. El mayor de ellos es The Global FoodBanking Network (La Red Global de Bancos de Alimentos), de la cual la Red de Bancos de Alimentos de Argentina (REDBdA) es un miembro certificado.

Rescate. En su centro logístico, el Banco Patagónico de Alimentos recibe y clasifica las donaciones para su entrega a comedores y merenderos. Foto: Matías Subat.

El BPA nació a fines de 2018 como respuesta a una necesidad concreta observada y en virtud de la convicción de que la manera más efectiva de combatir el hambre en la región es formando parte de la REDBdA. El BPA es una organización sin fines de lucro que contribuye a reducir el hambre, la malnutrición y el desperdicio de alimentos en la Patagonia, rescatando alimentos aptos para el consumo humano antes de que sean desechados, a fin de almacenarlos, clasificarlos y distribuirlos, de manera trazable y segura, entre entidades de ayuda comunitaria adheridas.

Es decir, el funcionamiento del BPA consiste en la concatenación de 4 eslabones, que definen lo que en la Funespa llaman la “cadena de valor solidaria”. Los mismos son la donación, el acopio, la distribución a las organizaciones intermedias (comedores y merenderos) y la entrega a los beneficiarios finales (personas que concurren a tales comedores y merenderos).


Banco de Alimentos: las donaciones y su acopio


El primer eslabón es el ofrecimiento de donaciones de alimentos y su rescate por parte del BPA. “Nosotros aceptamos las donaciones bajo determinadas condiciones, como por ejemplo que resten al menos 3 días hasta la fecha de vencimiento”, señaló Pía Méndez, directora del BPA, y agregó que “si bien los donantes ya hacen una reclasificación de los productos que nos entregan, nosotros hacemos un segundo chequeo y clasificación para asegurar su inocuidad y que estén aptos para el consumo”.

Se habla de rescate porque lo que se busca desde el BPA es evitar la desnaturalización de los alimentos, y su impacto en términos ambientales (mayor huella de carbono), económicos (mayores costos de inventario y transporte) y sociales (mayores niveles de hambre y malnutrición). “En Argentina se tira el 40% de la comida, ya sea porque cae del árbol y se pudre, porque se termina venciendo debido a problemas en la cadena de retail, por sobreoferta, por cuestiones comerciales o logísticas, etc” indicó Pablo Nogués, presidente de la Funespa. Ello pone de manifiesto la importancia de intervenir en los sistemas alimentarios de manera oportuna. Sólo en 2022 el BPA rescató 866.856 kg de alimentos, y la proyección para este año es alcanzar los 1,5 millones de kilogramos.

Pía Méndez, directora del BPA: “Los alimentos distribuidos suelen ser el único sustento de miles de familias que nos necesitan a diario.” Foto: Matías Subat.

Los productos donados van desde lácteos (mediante convenios con reconocidas firmas del sector), pasando por alimentos no perecederos (La Anónima es uno de los principales donantes en la REDBdA), llegando hasta frutas y verduras. Una proporción importante del rescate de estas últimas se logra mediante la intervención en el Mercado Concentrador de Neuquén, donde el BPA cuenta con un espacio físico y voluntarios que “hacen una tarea evangelizadora, consistente en charlar con los productores y convencerlos de que lo que no van a vender nos lo donen” explicó Paola Guerrero, responsable institucional de la Funespa. Rubén, uno de los scouts voluntarios allí, señaló al respecto que “muchos alimentos sirven pero no pueden venderse porque las verdulerías necesitan tenerlos en las góndolas un tiempo”.

Los alimentos donados se acopian, conservan, evalúan y clasifican tanto en el depósito de 1000 m2 con cámara de atmósfera controlada que el BPA tiene en Centenario, como en el mencionado punto en el Mercado Concentrador de Neuquén, cedido en el marco de un convenio del BPA con el mismo. El paso posterior es la distribución a las entidades beneficiarias.


Banco de Alimentos: distribución y entrega


La logística se realiza mediante un camión refrigerado con capacidad de hasta 3.500 kg, un utilitario con capacidad de hasta 500 kg y una camioneta simple cabina con capacidad de hasta 10.000 kg. Con esos medios de transporte, además de acercar las donaciones al depósito, el BPA distribuye desde allí los alimentos a los comedores y merenderos beneficiarios.

Los resultados de la labor emprendida sorprenden, tanto en términos de alcance geográfico como de raciones entregadas y personas beneficiadas.

Dato

1.500.000
Son los kilogramos de comida que el Banco Patagónico de Alimentos proyecta rescatar y entregar en 2023.

En lo que a la cobertura territorial refiere, el BPA abastece directamente a 89 organizaciones de 8 localidades de Neuquén (Rincón de los Sauces, Zapala, Centenario, Plottier, San Patricio del Chañar, Añelo, Cutral Co y Neuquén capital) y de 5 localidades de Río Negro (Cipolletti, General Roca, Allen, Catriel y Cinco Saltos).

Sin embargo, el alcance geográfico va más allá del abastecimiento directo porque a través de aliados (clubes de leones, Cáritas, Rotary, bomberos voluntarios, e incluso comedores y merenderos equipados y capacitados por el BPA) los alimentos donados llegan a 85 localidades de la Patagonia, desde el mar hasta la cordillera y desde Ushuaia hasta la Norpatagonia. “Somos algo raros porque en general los bancos están sólo en su zona de influencia”, agregó Nogués.

Dato

13
Es el número de localidades a donde el Banco Patagónico de Alimentos llega directamente, de las cuales 8 son de Neuquén y 5 de Río Negro.

En cuanto a raciones y personas beneficiadas, hemos mencionado que en 2022 el BPA logró rescatar 866.856 kg de alimentos. Eso equivalió a 2,6 millones de platos de comida entregados y a más de 200 mil personas alimentadas a lo largo de ese año.

El comedor Tía Isabel es una de las entidades beneficiarias, que en abril cumplió 35 años y donde se entregan desayuno, almuerzo, merienda y cena. Isabel es la dueña y encargada del mismo, y junto a voluntarios trabaja todo el año con un único y desinteresado objetivo: ayudar a las 247 personas/familias que asisten a diario. “A mí un nene me pide comida, y no puedo decirle que no”, relata.

Dato

247
Es la cantidad de viandas y bolsones que entrega a diario el comedor Tía Isabel.

La entrega de los alimentos a los comedores y merenderos es mediante módulos, los que a su vez son entregados a los asistentes en bolsones o elaborados bajo la forma de viandas para llevar o platos de comida para ser ingeridos in situ. “Tenemos un 70% de asistentes que se lleva la comida, ya sea elaborada o a granel a nivel de módulos, y un 30% que concurre a comer en los comedores y merenderos”, apuntó Nogués y señaló que desde el BPA promueven la primera metodología para reforzar el valor de la familia y el de compartir.

“Va más allá de lo alimentario porque también se trabaja en la reducción de la pobreza con acciones transversales en planos formativos, laborales, de contención y empoderamiento dirigidas los beneficiarios y las organizaciones de base, con las que también se trabaja en su fortalecimiento”, señalaron desde la Funespa.

Pablo Nogués, presidente de la Funespa: “El corazón de todo esto es el voluntariado, y tiene que ver con la fisonomía propia de los bancos de alimentos”. Foto: Matías Subat.

La situación social en la región


La consecuencia inmediata y natural de un proceso inflacionario como el que vivimos los argentinos es que la plata alcanza cada vez para menos. Pero cuando ese “para menos” refiere a comida, el panorama deja de ser grave y pasa a ser dramático.

Nuevamente, Neuquén y Río Negro no están exentos de este flagelo. Los referentes del BPA y del comedor Tía Isabel conocen de primera mano las carencias y necesidades de un sector de la población de ambas provincias, y coinciden en señalar que el hambre es una problemática creciente.

Hace un año y medio tenemos una demanda creciente, te diría que se duplicó”, marca Nogués, quien no se muestra optimista de cara al futuro, al señalar que ve “oscuro” el panorama y que “en el plano electoral no se vislumbra nada positivo”.

Isabel, dueña de un comedor y merendero: “Todo lo que recibimos es de la comunidad y del Banco de Alimentos”. Foto: Matías Subat.

Hay dos situaciones que ilustran el agravamiento del problema. La primera de ellas es que en la actualidad el BPA asiste incluso a comedores y merenderos atendidos por los gobiernos, cuando hasta no hace mucho era condición no recibir ayuda estatal para ser asistido por el BPA. “Ya no alcanza lo que manda el estado”, resumió Guerrero.

La segunda situación es que “se han incorporado como entidades beneficiarias a instituciones no enfocadas en lo alimentario, como escuelas, hogares, colonias de vacaciones y grupos de abuelos”, señaló Nogués.

Isabel da cuenta de que a su comedor van cada vez más personas. “Hace dos semanas que se vienen agregando más familias, hace 20 minutos una chica más”, contó. Asimismo, señaló que con relación al año pasado el aumento fue “impresionante”.

Otro síntoma de esta angustiante situación es que está dándose un cambio de la composición del público que concurre a comedores y merenderos. Nogués señaló que “cada vez más niños asisten pero que hoy la proporción de niños es menor porque ahora va la familia entera”. Por su parte, Isabel destaca que “este año están viniendo muchísimos abuelos”.

Este contexto socioeconómico complejo y con tendencia a agravarse hace que el rol del BPA en nuestras comunidades sea cada vez más preponderante y fundamental. Con la angustia propia de una situación como la actual, dicen estar preparados para continuar velando por los alimentos de los más necesitados, y para continuar siendo custodios del pan en nuestra región.


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