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Día del juego

Redacción

Por Laura Collavini

En el 2001 fue declarado 28 de mayo como el Día Internacional del Juego, en conmemoración a la constitución de la Asociación de ludotecas. Desde entonces, cada 28 de mayo se celebra este día que promueve el Derecho a Jugar.

El Derecho al Juego está contemplado en la Convención sobre los Derechos del Niño, en cuyo Artículo N° 31 manifiesta: Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes. Los Estados Partes respetarán y promoverán el derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento.

Este párrafo es suficiente para una nota extenso, con el objetivo de escribir palabras reflexivas que tengan como finalidad un pensamiento crítico y un cambio, si fuese necesario.

“Los estados partes reconocen el derecho del niño a jugar” Implica que desde allí se debe garantizar la posibilidad de participación, esparcimiento y actividades recreativas.

Para analizar: ¿Cómo están los estados de las plazas? ¿Cuántas y cuáles ofertas culturales tenemos en la zona?

Si bien esta pregunta es otro punto a poder desarrollar, hoy prefiero sumergirme en la intimidad de los hogares no sin antes decir que el 28 de mayo, por supuesto para mi no es casual, también se celebra el día de los jardines (educación inicial).

Aclaro que no es casual debido a que es la única institución que estimula la actividad lúdica.

Para llegar a los hogares les voy a compartir aquello que me sucede a diario con los niños quienes consultan. Mis preguntas capciosas a las que amo por su riqueza suelen ser: “¿A qué te gusta jugar?” “¿Qué juguetes tenés en casa?” “¿Tenés algún favorito?”

Las respuestas son casi un diagnóstico completo o un mapeo familiar.

Tengo que resumir en estos 2950 caracteres un concepto que llevo abordando años. Así es que solo podré en estas líneas compartir un bosquejo.

Jugar es poner el cuerpo, animarse a lanzarse al vacío para salir renovado. Es entrar siendo Penélope y salir siendo Superman o el sapo Pepe. La plasticidad del juego invade el cerebro. Y en estos tiempos que somos tan racionales parece que es más importante hablar de neurología que de diversión.

¿Nos divertimos para hacerle bien al cerebro o para vivir? Jugar es jugar, no es pensar ni ganar ni perder. No es apretar botones. Es hacer desparramo, ensuciarse y no saber dónde estoy cuando me dicen que es hora de tomar la leche.

Jugar es descubrirse a uno mismo y crecer. Desarrollarse. Si le hace bien a mi cerebro, intestino o al dedo gordo del pie, qué bueno. Pero se juega para vivir. Para disfrutarse.

Sé que hay muchos adultos que nunca jugaron. Lo siento de verdad. Pero todo tiene solución.

Sentarse en el piso, en el césped, subirse a una hamaca, bailar sin emborracharse. Reírse de nadie, solo reír. Deberían hacerse cursos de juego para adultos.

Lamento que se vendan más dispositivos que juguetes. Pero tal vez de a poco podamos observar que si no hay juego el cuerpo calla y sufre. Las palabras se traban y la sonrisa descansa en la melancolía.

El juego es cosa seria. Por eso, ya que estamos siempre tan ocupados en la política y la economía, que claro, nos lleva siempre a tan buen puerto… ¿Qué tal romper parámetros y jugar con cajas de cartón? Aunque tengas 60 sin niños en casa. Porque el juego es para todos, sino deciles a los psiquiatras, que cuando se les va a consultar, mandan a teatro, canto o bailar.

Juguemos, abramos la puerta para ir a jugar, celebremos la vida.

laucollavini@hotmail.com


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