El sueño que inició el padre Rondini y siguió con el esfuerzo de toda una comunidad en Regina

Se cumplieron 22 años de la muerte del padre Cesar Rondini y su obra sigue más viva que nunca con el esfuerzo de salesianos y docentes.

La llegada del padre César Rondini significó un cambio rotundo para la Patagonia. Con sus sueños sin límites, el cura llegó para brindar asilo y educación a muchas infancias. Su objetivo era resguardarlos de todo mal, enseñarles y liberarlos al mundo con las herramientas necesarias. 

En 1959 desde Bahía Blanca llegó a Villa Regina. Con su mirada puesta en el futuro notó la falta de escuelas en zonas periféricas y la cantidad de jóvenes que se quedaban afuera de las únicas tres instituciones que hasta ese momento existían en la ciudad. 

Fue así que llegó al barrio Buenos Aires Chico, hoy barrio Don Bosco, lugar donde comenzó a darle forma a sus sueños logrando que miles de niños y niñas tuvieran un lugar donde comer, jugar y estudiar, con el apoyo de vecinos, vecinas, salesianos y docentes a las que fue buscando tocando puertas o enviando cartas. 

Rondini se convirtió en una figura de gran peso, su obra fue creciendo y replicándose en toda la Patagonia hasta llegar a lugares inimaginables siguiendo la ideología de Don Bosco, aquel sacerdote italiano que profesaba el “ayudar y educar a niños que lo necesitaran, así como establecer amistad con ellos”. 

El Padre César Rondini acostumbraba a visitar los colegios cada día. Foto: Fundación Padre César Rondini

Actualmente, la obra que inició el padre Rondini también conocido como “el cura gaucho”, continúa más viva que nunca, pero con el esfuerzo de familias, alumnos, docentes y salesianos. “Rondini tiró la primera piedra, pero toda una comunidad la llevó adelante. La obra hoy continúa en las personas”, expresó el padre Daniel Schmidt y actual director salesiano en Villa Regina. 

Si bien su obra mantiene algún espíritu original como las escuelas, hoy estas se multiplicaron y los hogares pasaron a tener una dinámica totalmente distinta. En la época de Rondini eran solo dos hogares con sesenta chicos cada uno, ahora son seis, el personal es el cuádruple y se trabaja distinto. 

Algo novedoso dentro de la obra salesiana es que se dio lugar en Regina a los “Hogares de Cristo”, donde trabajan con “jóvenes de consumo”. Se instalaron tres centros en distintos barrios que funcionan desde hace cuatro años y se espera poder abrir nuevos lugares. 

“Después de su muerte todo se multiplicó, se abrieron más divisiones, los colegios se agrandaron, llegó la ayuda y se hicieron jardines, nuevos colegios, secundarios”, indicó el salesiano. 

Es una obra que actualmente ha roto fronteras y sigue creciendo, atendiendo siempre la demanda de los barrios y la gente

Padre Daniel Schmidt, actual director de la obra salesiana en Villa Regina

En un principio seguir no fue una tarea fácil. Así lo confirmó Silvia Pisani quien comenzó a trabajar a la par de Rondini en 1982 cuando tenía solo 21 años. Una joven que llegó de Córdoba con el deseo de enseñar y formó parte de la escuela Don Bosco por casi 40 años. 

Recuerda que el padre Rondini se había convertido en una gran figura, si se presentaba alguna dificultad solo levantaba el teléfono y lo solucionaba. Pero aun así y con la crisis del 2001 que se avecinaba, se logró seguir.

Luego de Rondini tomó el cargo Norma Quintana, una enfermera a la que el padre había buscado en sus inicios para que enseñara a chicos de segundo grado; y con Quintans al frente, un grupo enorme de docentes la acompañó. 

Fuimos un grupo que trabajamos mucho, todas docentes mujeres porque con Rodini éramos mayormente mujeres y la de los equipos de conducción también”, señaló Pisani y agregó que, con los nuevos roles, cada una se fortaleció tratando de llevar adelante el lugar que le había tocado. 

“La gente que estábamos trabajando teníamos la camiseta puesta de la institución, hacíamos las cosas porque realmente amábamos la obra y sentíamos que no podíamos fallar, obvio que también era un gran peso”, sostuvo. 

La educación salesiana pudo superarse y la obra que dejó Rondini logró crecer y sostenerse en el tiempo. 

“Nunca dejes que la escuela pierda la impronta que tiene, la de recibir a todos los chicos que más lo necesitan y que tienen dificultades”

mensaje que le dejó Rondini a Silvia Pisani cinco días antes de morir

Por su parte el padre Daniel señala que también se ha modificado el estilo de educación, la escuela antes era hacia adentro y ahora es hacia afuera. Hoy se cuenta con proyectos solidarios, de tecnologías, de investigación, los chicos trabajan con el medio. “Es una educación que va en contacto porque los chicos tienen que estar preparados, antes era: te encierro, te guardo y te cuido”

Sin duda Rondini estaría preocupado por el contexto actual de la sociedad, pero quienes lo conocieron sostienen que buscaría soluciones porque era una persona que le gustaba responder a la realidad. “Eso sí, siempre manteniendo la impronta de recibir a quienes más lo necesiten”, concluyó Pisani. 


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