El valor de regalar canciones en el “Hogar de las Hermanitas” de Neuquén

Músicos y bandas de la región se propusieron hacer shows para los residentes y sus cuidadores. La sorpresa es que se llevaron más de lo que vinieron a dar, por eso invitan a otros a imitarlos.

“Hay tres tipos de ‘ancianitos’”, explicó desde Neuquén capital, en 2023, Sor Ignacia de María, integrante del hogar para adultos mayores de bajos recursos, que sostiene la congregación católica “Hermanitas de los Pobres”. “Están los que no tienen a nadie, pero son felices porque se adaptaron a eso; los que tienen familia, pero son tan pobres que no los pueden tener, entonces vienen a verlos. Ellos guardan la manzana o el plátano que se les dio de postre, ‘porque va a venir mi nieto’, dicen contentos. Pero los que sufren son los que sí tienen familiares y no vienen a visitarlos. Nosotras podemos dar todo, pero lo que va por la sangre, la familia, no se lo podemos dar. Por eso hay que ofrecerles el máximo de comodidad, todos se lo merecen, sus manos arrugaditas muestran lo mucho que han trabajado. Todo lo que tiene la humanidad es porque han trabajado personas antes, ¿o no?”, dijo la mujer, hablando aunque no parezca, de gente que como ella, ya superaron los 80 años.

Tan amena como contundente, esta religiosa graficó en esa charla ante las cámaras de la Diócesis, una realidad durísima que les toca enfrentar junto a sus colegas monjas y los voluntarios. Pero para hacerle frente las acompañan otros apasionados con vocación: músicos de distintas ciudades que suben al escenario del Hogar y entregan lo que mejor saben hacer, porque sí.

El jazz, la música clásica, el folclore, la danza, la actividad coral y hasta el teatro, se convierten en la llave y la excusa para que la melodía transporte a quienes, quizás de otra manera, no podrían ir muy lejos con su silla de ruedas, el oxígeno o su andador. Pero el disfrute y la memoria emotiva no saben de limitaciones, así que un clásico de todos los tiempos puede activar hasta el recuerdo más dormido y devolver la sonrisa.

Foto: Gentileza Sureña Jazz Band.

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El espacio para los cines – teatro forma parte de la planificación de base cuando se abre un “Hogar de las Hermanitas”, por eso esta idea es parte de la esencia del lugar, ya que la recreación y los talleres son fundamentales para la calidad de vida de quienes allí residen. En diálogo con RÍO NEGRO, el voluntario Marcelo “Chelo” Rodríguez es quien explicó el origen de este proyecto en la provincia y los objetivos que los llevaron a invitar y recibir a exponentes del arte, en todos sus géneros.

La institución forma parte de una congregación francesa que logró abrir otras 170 sedes en el mundo y que llegó a Neuquén a partir de gestiones del por entonces obispo Don Jaime de Nevares. El primer refugio comenzó a construirse en 1975, hasta que en el mes de agosto pasado, se inauguró el actual complejo de edificios, que ocupa 6000 metros cuadrados, con ingreso por calle Tronador al 1300.

Foto: Gentileza Sureña Jazz Band.

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Si bien la obra fue inaugurada en compañía del gobierno, mantienen el sostenimiento diario con donaciones y el apoyo de quienes colaboran con tiempo y recursos. Lo vivido por la “Sureña Jazz Band” el pasado fin de semana fue expresión de eso, como ya lo hizo la Orquesta Sinfónica del Neuquén, el coro de la Asociación Española (que apadrina al hogar), el grupo “Los Amigos” y hasta los Berbel, que también se han sumado a compartir en varias ocasiones.

“Hace mucho que con ‘Sureña’ teníamos ganas de hacer un concierto solidario”,

dijo el trompetista Juan Pablo Bergese.

Si bien la cita se fue corriendo, llegaron a tocar este año y se llevaron “una sorpresa de las más gratas”. “Uno piensa que les va a entregar algo, que les va a dejar un poco de alegría, pero lo que te llevás es mucho más que eso. Vamos a volver y queremos invitar a todos los artistas de la región, a que se pongan en contacto y que los visiten y los conozcan, porque es una tarea titánica (…) Creo que esto ya va a pasar a ser parte de nuestra historia como grupo”, vaticinó.

Como él, Julio Garrido, contrabajista, y Miguel Couto, baterista, se sintieron movilizados. El primero ya tenía experiencia en espacios como éste, pero aún así tuvo que esforzarse por no llorar al terminar. Cada uno tiene un vínculo especial con la idea de la vejez, con los recuerdos y vivencias propias, tanto que las fibras internas no pueden quedarse quietas.

Foto: Gentileza Sureña Jazz Band.

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Couto, el habitual orador de los shows, reconoció que “a la mitad de lo que quería decir, se le quebraba la voz”. “Para mí fue muy groso, es la primera vez que lo hago. Yo tocaba y miraba las caras y me hacía la película pensando en la vida que tuvo cada uno. Todavía estoy en la nube, así que obviamente lo repetiría mil veces”, confesó.

Como no todo fue reposo en su vida, uno de los residentes, ya jubilado de su vida sacerdotal, les contó que en sus años de preparación en el seminario también tuvo una banda de jazz con la que tocaban temas de Benny Goodman y Glenn Miller, las Big Band de la década del ’40, “así que nos quedamos charlando un montón”, agregó Julio.

Uno de los recuerdos del paso de Lorena por el Hogar, en 2019. Foto: Fundación BPN.

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Del lado de la orquesta, la licenciada y profesora Lorena Giuliani, vivió su experiencia integrando la Sinfónica del Neuquén, que impulsa la Fundación BPN. Elegida guía de violoncellos, ya le había pasado algo parecido cuando recorrió la provincia interpretando el repertorio que delineó Marcelo Berbel en su carrera: “vi expresiones de disfrute total, de agradecimiento«.

«Tengo esa costumbre de mirar los rostros de las personas, me gusta saber qué tipo de recepción tienen, entonces ir al Hogar es como un oasis en un desierto (…) porque ellos están muy solos ahí, es un universo paralelo”,

lo describió.

Y si bien “algunos no son muy expresivos con el rostro, los ojos sí hablan, los ojos confirmaban que lo recibieron… Entonces esto es una invitación para que otros puedan hacer lo mismo, porque uno a veces en la cotidianeidad se olvida de las cosas importantes”, reconoció la joven.

Aunque no parezca, “¡la vejez llega rápido!”, dijo un poco en chiste y un poco en serio Sor Ignacia de María, en aquella entrevista del 2023 con el equipo Multimedia del Obispado, cuando cumplió 60 años de vida consagrada. Y es cierto, por eso aprendieron a tratar a sus “ancianitos” con tanto amor y atención, porque “ellos lo dieron todo en la vida, entonces en la última etapa, también lo tienen que recibir todo”.

El recuerdo de la Sinfónica tocando en el Hogar, antes del nuevo edificio, en 2019.

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