Es de Patagones, viajó como voluntaria a Bahía Blanca durante el temporal y sus fotos te dejan sin aliento

Evangelina Martínez es reportera gráfica y lleva la fotografía en su sangre. También fue voluntaria en Angola y sus fotos llegaron hasta el Papa Francisco, que la recibió en el Vaticano.

«Nadie se salva solo», es lo que se dice Evangelina mientras mira las fotos que sacó en Bahía Blanca cuando viajó como voluntaria durante el temporal. Ayudo a miles de personas en las calles y en sus viviendas y además, como reportera gráfica que lleva la fotografía en su sangre, trajo las fotos más impactantes. Imágenes que te transportan a los momentos más desesperantes que vivió la localidad ese fin de semana de marzo y que te dejan sin aliento. Pero que también develan la solidaridad de la gente y dan esperanza.

Evangelina Martínez vive en Carmen de Patagones. Desde hace años es reportera gráfica y trabajó en medios regionales y del país. Eso fue lo que hizo toda su vida. Hasta el 2015 cuando todo cambió.

Ese año dejó la agencia de noticias en Viedma y tomó otro rumbo. Uno que la iba a llevar muy lejos, con la cámara al hombro pero también con las manos dispuestas a ayudar. “Me desdoblé”, dice. “Quería ayudar, y obviamente que por ser reportera gráfica, cuando me trasladaba de un lugar a otro había cosas que me llamaban la atención y hacía fotos… pero la foto estaba desde otro plano también”.

Ese plano fue el de la experiencia vivida, de la piel en contacto directo con la realidad. Y así fue como su trabajo, de repente, se convirtió en otra cosa: una mezcla de registro y servicio. De testimonio visual y de solidaridad.

Evangelina se embarcó en un viaje hacia Angola. Todo empezó cuando leyó un artículo de un cura católico que decía: «No importa tu religión, lo importante es ayudar». Eso le bastó para tomar una decisión. El 15 de diciembre partió su avión rumbo a África.

Una niña con un libro. Foto: Evangelina Martínez.

Viajó con una organización de voluntariado católica. “No sabía qué iba a ir a hacer a Angola. Yo decía: voy a ayudar a cocinar, en las escuelas, con los chicos, en los puestos de salud… tenía toda esa cosa en la mente”, cuenta. Pero apenas llegó, le sumaron una misión inesperada: “Queremos también que nos tomes fotos del trabajo que realizamos, porque nunca habían tomado fotos del trabajo de los Salesianos en Angola”, le dijeron a la reportera gráfica.

Allí entendió que lo suyo iba a ser una doble tarea: colaborar donde hiciera falta y, al mismo tiempo, documentar.

Evangelina junto a angolanas. Foto: Gentileza.

En Angola no hay educación ni salud pública y por eso los voluntarios se ocupan de dar lo básico: educación, atención médica, enseñanza de oficios. Evangelina recorrió ciudades, aldeas, talleres, centros de salud. Retrató esas labores, pero también se enfrentó a una realidad diferente a la suya: “No hay libertad de expresión. Entonces no podía hacer fotos libremente en la calle. Tenía que sacarme el chip de mi lugar y respetar las reglas del país en el que estaba”.

Una de las imágenes más poderosas que sacó llegó en uno de los momentos más vulnerables. Evangelina tenía malaria. Estaba recuperándose en un colegio salesiano cuando el cielo se volvió negro. De pronto, comenzó a llover con fuerza, como si el cielo se fuese a partir.

Los chicos, que jugaban en el patio, desaparecieron. Pero un grupo se quedó y empezó a bailar capoeira bajo la lluvia. “Yo le hago una foto al chico danzando bajo la lluvia y en ese momento caigo. Le doy importancia a lo que está pasando. En un país donde no es fácil el acceso al agua potable, un día de lluvia es felicidad. Es alegría. Se celebra. Él bailaba en agradecimiento a la lluvia, y a su vez se estaba bañando”.

Un joven bailando capoeira bajo la lluvia. Foto: Evangelina Martínez.

Esa imagen, la de un cuerpo que danza en gratitud, mojado de esperanza, quedó grabada para siempre. Se trata de una foto que fue incluida en el libro que publicó posteriormente, «Cuando das….Amas» un que reúne relatos de voluntarios realizando tarea humanitaria en Angola.


Desde Angola a conocer al papa Francisco


Ese libro se lo envió al papa Francisco junto a una carta para agradecerle por los voluntariados y misiones que se realizan en el mundo y que pueden lograr que más personas se sumen. Pasaron meses sin noticias hasta que un día, le sonó el teléfono: la estaban invitando a una audiencia con el papa Francisco. La fecha, 4 de octubre. Mes de las misiones.

“Era una audiencia pública, pero nos daban un lugar preferencial porque él quería charlar con algunos invitados”, recuerda. Ella había sido una de las elegidas. “Estábamos en una plaza colmada de gente y era como si el mundo se apagara. Conversábamos como si estuviéramos solos”. Dice que intentó no llorar. “Me enfoqué en hablar. Después, sí, me quebré. Pero quería aprovechar ese momento para agradecerle en nombre de todos los voluntarios”.

Evangelina saludando al papa Francisco. Foto: Gentileza.

Ese encuentro fue una forma de cerrar y, a la vez, de abrir otra etapa. “Quería que quienes estaban en duda supieran que se puede ayudar. No es solo rezar. Es ir y hacer. Vos te ponés a disposición, y si no sabés, aprendés”. Por eso, cuando se enteró de lo que había pasado en Bahía Blanca, supo que tenía que ir. “No sabía en qué, pero quería ayudar”.


Ayudar tras el temporal en Bahía Blanca


El 9 de marzo 2025 emprendió viaje. Fue dos días después del temporal cuando habilitaron las rutas de ingreso y pudo llegar. «Fui como voluntaria independiente y durante 16 días colaboré desde la calle con la gente que lo necesitaba», cuenta.

El temporal dejó desastres en Bahía Blanca. Foto: Evangelina Martinez.

Estuvo en la calle. Recorrió iglesias, clubes, centros de evacuados. “Había gente que te pedía, por favor, que la ayudes a sacar el barro de adentro de la casa. Algo tan simple como eso”.

Los primeros días fueron de shock: frío, hambre, angustia. Después, la gente empezó a hablar. “Tenían la necesidad de contarte cómo había sido, cómo se habían subido al techo, cómo habían rescatado a sus mascotas. Era parte de su proceso”.

Mientras ayudaba, sacaba fotos con el celular. Las imágenes eran impactantes. “Pasaba por el arroyo Maldonado y veía autos adentro, restos de paredes flotando. Y entre el barro, retratos, pertenencias», describe. «Era fuerte caminar por ahí”.

Puentes destruidos en Bahía Blanca. Foto: Evangelina Martinez.

En algunas fotos se puede ver la calle cubierta por una montaña de basura, muebles rotos, juguetes embarrados y objetos destruidos. En el centro, una máquina retroexcavadora amarilla trabaja para limpiar, rodeada de varios hombres que colaboran con la tarea.

En otra, un joven afuera de una iglesia impresiona por su mirada. Perdida, como muchas cosas que arrastró el agua. «Ni siquiera me vio cuando pasé por en frente de él ni cuando saqué la foto», cuenta Evangelina.

Un joven con la mirada perdida tras el temporal. Foto: Evangelina Martinez.

Allá, entre el agua y el frío de la noche, reinaba la incertidumbre. Se armó una red espontánea. Voluntarios jóvenes, adolescentes con baldes y escurridores preguntando si podían dar una mano. Gente que llegaba en camionetas cargadas de productos de limpieza y se iba apenas terminaba de repartirlos.

“La solidaridad de la gente fue impresionante. Creo que gracias a eso muchos pudieron ponerse de pie”.

La reportera gráfica también se sumó a la Fundación Sí, haciendo relevamientos casa por casa para ayudar a quienes habían perdido herramientas de trabajo, su único sustento. “La idea es que puedan volver a laburar cuanto antes”.

Estuvo 16 días en Bahía. Se volvió a la Patagonia con la mochila cargada de tareas: “Las bibliotecas están destrozadas, muchas estaban en planta baja, así que me traje contactos para ayudar”. Durante esos días, se dio cuenta de algo: el impacto emocional es tan urgente como el material.

La solidaridad salvó a la gente. Foto: Evangelina Martinez.

“Mucha gente lo único que necesitaba era ser escuchada. Algunos te decían: ‘Yo sé que estas cosas las voy a recuperar’. Pero lo que vivieron fue traumático, y eso también hay que repararlo”.

En esa urgencia, entendió algo que ya intuía: “Nadie se salva solo”. Lo sintió cada vez que una cadena humana descargaba donaciones de un camión. Lo vio en cada gesto y abrazo compartido. Y lo recuerda en cada foto que sacó y que transmite la solidaridad de la gente.


"Nadie se salva solo", es lo que se dice Evangelina mientras mira las fotos que sacó en Bahía Blanca cuando viajó como voluntaria durante el temporal. Ayudo a miles de personas en las calles y en sus viviendas y además, como reportera gráfica que lleva la fotografía en su sangre, trajo las fotos más impactantes. Imágenes que te transportan a los momentos más desesperantes que vivió la localidad ese fin de semana de marzo y que te dejan sin aliento. Pero que también develan la solidaridad de la gente y dan esperanza.

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