Son estudiantes y sobrevivieron al temporal en Bahía Blanca: el emotivo regreso a su casa de Río Negro
Valentina, Juana y Tomás vivieron la impactante catástrofe y fueron parte de los cientos de alumnos que fueron rescatados.
Juana, Valentina y Tomás son tres primos de San Antonio Oeste que estudian en Bahía Blanca. Viven en un departamento cerca de Villa Mitre, una de las zonas que resultó más afectada tras el temporal del fin de semana. «No se podía estar. No era una opción quedarse», contó una de ellas. Fueron parte de los 250 alumnos que fueron rescatados y volvieron a sus casas en un regreso marcado por el miedo, la incertidumbre y la tranquilidad de ver a sus seres queridos después de la tragedia.
Lo que parecía una jornada normal se convirtió en una película cuando un violento temporal azotó la ciudad de Bahía Blanca, dejando calles anegadas, viviendas destruidas y una comunidad entera intentando sobreponerse al desastre.
«Nosotros estábamos viendo una película con Valentina y Tomas y al otro día nos levantamos con la tormenta, sin luz ni agua«, dijo Juana que estudia licenciatura en enfermería en la Universidad Nacional del Sur.
La estudiante relató que no escucharon grandes truenos, solo lluvia. Sin embargo, lo que sus ojos observaron era apocalíptico. «Cuando salimos a la ventana vimos todo lo que estaba pasando», contó.
A las 10 de la mañana la calle a la que da su edificio de dos plantas se inundó por completo. A pesar de que ellos viven en el primer piso, no estuvieron excluidos de vivir las grandes consecuencias del temporal. «En la puerta chocaba el agua y entró a los departamentos de abajo», señaló.
Los departamentos de la planta baja se inundaron y Juana, Valentina y Tomás no dudaron en ayudar. «Fuimos con baldes a sacar el agua que podíamos. «Ahí vive gente mayor y que no podía estar sacando agua con un balde. Hicimos lo que pudimos».
Además de la planta baja, el sótano se llenó de agua por completo, una zona de riesgo ya que es donde se encuentran las placas de luz. «Quedó todo tapado con agua sucia», señaló Juana.
A medida que pasaba el tiempo y los vecinos se ayudaban entre ellos, los jóvenes subían a la terraza, el único lugar donde tenían señal. Desde allí, les avisaban a sus familias que estaban bien. Mientras tanto, en San Antonio Oeste reinaba la incertidumbre y el miedo.
«La pasábamos muy mal. Las pocas veces que podíamos comunicarnos se cortaba«, contó Natalia, mamá de Valentina. «Ellos nos decían que estaban bien, pero veíamos por la tele lo que estaba pasando y no lo podíamos creer«, explicó.
La familia tenía una misión, no traspasarle la preocupación a los chicos. «No queríamos contarles lo que veíamos ni darles información porque ellos solo sabían lo que pasaba a su alrededor y nos los queríamos preocupar».
«No nos dábamos cuenta de lo que estaba pasando», dijo Juana. Pero la advertencia de su tía Natalia los avivó. Es que en medio de la crisis, el gobierno de Río Negro dispuso colectivos para que los estudiantes regresen a sus casas. «La tía nos dijo que llenemos ese formulario para volver. Cuando llegamos a San Antonio nos dimos cuenta de la magnitud de la situación«, contó Juana.
El punto de encuentro para la evacuación fue la Universidad Nacional del Sur. Llegar hasta el lugar no fue sencillo. «Llamamos a taxis, pero no respondían. Intentamos con Uber, pero muchos no querían aceptar los viajes. Hasta que uno nos dijo que sí».
Cientos de estudiantes se juntaron en la universidad alrededor de las 7:30 de la mañana del domingo. La comunicación era muy mala. Era cuestión de aguardar hasta que llegara el colectivo.
El viaje de regreso fue largo, pero seguro. Juana relató que los llevaron hasta Viedma, a un punto de encuentro cerca de la plaza. «Ahí nos esperaban combis que nos llevaron a Las Grutas, San Antonio y otros lugares».
El reencuentro fue más que emotivo. Eran las ocho de la noche y la familia de Juana, Valentina y Tomás los esperaban en el municipio, a donde los llevaría la combi. Cuando bajaron del micro se fundieron en un gran abrazo. Entre lagrimas agradecían estar en casa.
«Lloramos todos. Fue un momento de muchísima angustia», dijo Natalia. «Creo que todos los estudiantes que volvieron lo vivieron igual. Ahora hay que pensar en cómo seguir», agregó.
En auto fueron a casa, donde los esperaba café con leche, una torta casera y waffles para comer con jamón y queso. El cansancio de lo vivido se notaba en las caras, sin embargo, el alivio de estar en casa y en familia fue el cierre que estos tres jóvenes estudiantes necesitaban.
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