Fútbol amateur y muertes en la región: faltan controles del Estado

Los torneos que se juegan en esta zona carecen de controles sobre el estado físico de sus participantes. Los dueños facturan millones, pero el Estado no exige en consecuencia. Hubo varios fallecimientos recientes en ese ámbito.

Hubo que lamentar reiteradas muertes en muy poco tiempo para que el descalabro que hoy significan los torneos de fútbol amateur de la región estén en el tapete.

La falta de controles de los organizadores para con los participantes, el expendio de bebidas alcohólicas y comidas “pesadas” en los predios y la ausencia de profesionales para tratar emergencias, conspiran contra la sanidad de la práctica deportiva.

De ninguna forma se pueden atribuir las muertes de los jugadores a los organizadores, pero queda claro que podrían hacer algo más para mejorar esta situación. Al mismo tiempo, un Estado muy permisivo en las distintas localidades del alto valle tampoco ejerce su posibilidad.

Para abrir un comercio en el centro de las ciudades, los emprendedores atraviesan una odisea, pero en los torneos amateurs pasan cosas graves y los municipios aparecen recién cuando hay un hecho de violencia. Así pasó hace algunos meses en el predio de la Asociación Española de Roca, después de que un joven resultó apuñalado en un enfrentamiento entre jugadores de equipos distintos.

El domingo pasado, en el Torneo Don Pedro, murió Gerardo “Pulga” Vázquez, del equipo Sporting, en la categoría +50 años A, quien sufrió un infarto y falleció minutos después en el Hospital de Cipolletti. La noticia fue confirmada por sus compañeros.

El torneo sumó el tercer deceso en este año, ya que en octubre había ocurrido lo mismo con Julio “Chavo” Gómez de 43 años (equipo M Job) por circunstancias similares.

En abril del cincosaltense Matías “Tete” Becher, de 40 años y perteneciente al equipo Hipocampos, murió tras recibir un golpe en su cabeza.

Los otros dos fallecimientos ocurrieron en Neuquén. Una fue en el Club Rincón de Campo de la capital y la restante en unas canchas particulares en Centenario, sobre la ruta que une la Colonia con Cinco Saltos.

Pese a que estos torneos son practicados por mayoría de jugadores amateurs, que no entrenaron para la práctica deportiva activa, en los torneos no se demanda un control médico para ingresar. El único requisito es pagar la inscripción y, como mucho, llevar el documento nacional de identidad.

Alcanza con haber jugado alguna vez para saber que los organizadores y trabajadores de los torneos están más interesados en evitar que juegue alguien que no está en la lista de “buena fe” que en saber si los jugadores tienen problemas de salud preexistentes que después terminen muy mal.


Cómo son los torneos amateurs en la región


Desde el torneo mejor armado hasta el más rudimentario cuenta con ambulancia. Si hay alguna lesión suelen brindar atención a los jugadores y hasta los llevan al hospital si es necesario.

Afortunadamente, los hechos de violencia se dan muy cada tanto y son fruto más de una sociedad con serios problemas para convivir que exclusivos de una disciplina.

Pero en cuanto a prevenir las desgracias, no hay ninguna contemplación. Todo queda supeditado a lo que individualmente haga cada jugador. El único requerimiento de la mayoría de los organizadores es que los participantes paguen por jugar y cuanto más puedan recaudar vendiendo alcohol en la cantina, mejor.

Algunos predios tienen infraestructura, baños, vestuarios y están aptos para la práctica del deporte. Pero en otras canchas, cada vez que la pelota se va lejos hay que cuidarse de los alambres de púa, los pozos y la aventura de meterse en una chacra lindera a los distintos predios.

Los comportamientos individuales son inmanejables y tienen que ver más con un tema cultural que trasciende el deporte que con un problema del fútbol amateur. Pero el margen de maniobra para evitar tragedias se puede achicar si se toman cartas por el asunto. Tanto los dueños de los torneos que facturan millones como el estado que es el responsable de permitir formalmente sus realizaciones, son los únicos con la posibilidad concreta de achicar el riesgo de fallecimientos.


El caso Salamanca


Algunos emparentaron el doloroso y reciente fallecimiento del “Guacho” Salamanca con las otras muertes en canchas de la región.

Es pertinente aclarar que no se trató de los mismos casos. Primero por el motivo, ya que lo que estaba planteado en el Luis Maiolino eran tres partidos amistosos para juntar fondos y ayudar a pagar la operación del “Nene” Travesino, quien atraviesa un problema de salud y ya fue operado, en una intervención costosa. Además, se habían jugado pocos minutos del encuentro inicial y la exigencia era distinta a la de cualquier partido por los puntos. Es decir, no había fin de lucro como en los torneos amateurs.

La fiesta se convirtió en tragedia por una fatalidad. Incluso, las tres personas que intervinieron para hacerle RCP son idóneas en el tema. Germán García, “Peta” Pomies y Hugo Cano hicieron todo lo posible para salvarlo, pero para el gran delantero que tuvo la región ya era tarde.

El contexto y la situación no son iguales, aunque de todas formas es pertinente afianzar el mensaje sobre la necesidad de aumentar los controles periódicos en la salud.


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