Cipolletti agroproductivo: Estefanía y Bruno, las caras de la nueva ruralidad

Regresan a "El origen", buscan reconectar con el ambiente y producen lo que comen. Conocelos.

Estefanía Ferrari y Bruno Apis se despojan de todas las modas, tendencias y debates alimentarios modernos y vuelven al origen. Regresan al inicio de las historias familiares, a la observación del circuito del sol y de la luna, de la semilla nativa con la que descubren, producen, elaboran y alimentan la cultura colectiva.

“El origen”. Así se llama su chacra y su propuesta productiva. Estefanía junto a su compañero Bruno eligen habitar la zona rural de Cipolletti para reconectar con el ambiente y los relatos de infancia que los constituyen.

“Para mí, la tierra es un legado ancestral. Significa sentido. La tierra le da sentido a las cosas que hago. Es como que todo lo hago por ella. Y la agroecología es la herramienta que utilizo para intervenir en la tierra, para jugar a su favor. La agroecología no solamente como modo productivo de alimentos sino también como forma de ver las cosas. Porque las cosas están conectadas entre sí, la interconexión que tienen, y cómo cada elemento es importante en ese sistema, se entiende desde la agroecología”, explica Estefanía Ferrari.

Foto Florencia Salto

Mientras Bruno duerme a una de sus cuatro hijas, Estefanía amamanta a la menor y se fascina al contar su plan de vida familiar. Saca la hoja de ruta dibujada hace unos seis años y celebran ya estar en el lugar que era parte de su álbum de experiencias personales, la chacra de su abuelo. Hoy honra a Juan Ferrrari con una planta de durazno japonés, con una despensa de alimentos y relatos en conserva y con el proyecto de vida montado. Se siente orgullosa de estar germinando una próxima temporada con alimentos reales, con sus propias semillas, de su huerta, con sus propias manos.

En la conversación Estefanía revive la historia de sus abuelos, de la intervención y cuidado en ese espacio y de la importancia de seguir contándolo. “Acá, donde no había nada para comer, de pronto tomamos la receta familiar y la reproducimos. Creo que eso como comunidad nos une y nos da también esperanzas. Por suerte cada vez hay más gente interesada en todo esto. En cuestionar qué es lo que estamos comiendo, cómo lo producimos y cómo podemos vivir de manera sustentable. Saber que podemos vivir cuidando el medio ambiente. Entender que todo lo que generemos puede ser positivo para el lugar donde vivimos también y que no tenemos por qué agotar el recurso e irnos a otro lugar.”

Bruno ya está amasando una mezcla chirla que parece ser el destino de un pan de masa madre. Estefanía se calzó unas botas largas de goma verde y se apura por presentar el espacio productivo y contar su proceso. Se agacha, agarra una porción de tierra, cierra los ojos y la huele, con un gesto de placer y agradecimiento. Conoce cada metro cuadrado de la chacra. Sabe los rincones donde prolifera únicamente el diente de león y en los que hay más diversidad de plantas espontáneas.

Acá, donde no había nada para comer, de pronto tomamos la receta familiar y la reproducimos»

Estefanía Ferrari

Gracias al constante estudio y la metódica observación fueron diseñando la propuesta productiva. Espacio para la huerta en donde la temporada anterior lograron 36 variedades de tomates. Espacio para las pasturas, para los frutales, para las aves y otros animales que abonarán la tierra y traccionarán en la tarea de arado. Elementos que protagonizan una chacra biodiversa.

La posibilidad de tener una sala de elaboración habilitada también se suma a la planificación de la propuesta. La cocina como espacio de encuentro e intercambio donde conviven los aromas, las historias en torno al alimento es uno de los elementos que amalgama a la pareja.

Nuevas ruralidades habitan las chacras que dieron origen al Alto Valle productivo. “Queremos recuperar y revalorizar las actividades y espacios que también le pertenecen al patrimonio histórico regional. Se trata de rescatar esos saberes que se perdieron en una sola generación. Producir los propios alimentos, pero también saber conservarlos, volver a la despensa. Eso genera mucho bienestar en el proceso de hacerlo y de entender lo que estoy haciendo. Hay otra valoración y sentido del alimento”, enfatiza la emprendedora.

Movilizados por la fragilidad ambiental, la alimentación real y la posibilidad de ampliar redes de construcción colectiva, Estefanía y Bruno van creando futuros sanos y posibles. Están convencidos que es urgente una reparación ambiental a través de indagar en el actual sistema alimentario. Son conscientes de la importancia de pasar a la acción entendiendo el origen de las cosas, poniendo atención en lo esencial, agudizando la sensibilidad, y alineándose con los ritmos cíclicos y naturales.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios