Gran cantidad de puertas destrozadas y gas cortado tras el incendio en el edificio Bariloche Center

Las reparaciones no dan abasto. Hay turistas que tienen departamentos alquilados por día y residentes que debieron irse a casa de familiares. En un sector del edificio hay inclusive falta de suministro de agua. Existe especial celo en el control de ingreso.

Superada la traumática experiencia del último domingo, los habitantes del edificio Bariloche Center comenzaron a volver a sus departamentos, a pesar de que los rastros del incendio se mantienen presentes en cada rincón y los acompañarán por largo tiempo.

La falta de gas es la carencia más grave y generalizada. También persiste en todos los ambientes un fuerte olor a quemado, que muchos señalaron entre los detalles más molestos. Otro problema es la gran cantidad de puertas despedazadas por los bomberos, en su afán de sacar con rapidez a todas los damnificados y verificar que el edificio quede vacío.

Tiago y Florencia son turistas, de Buenos Aires, y alquilaron en el Center la semana pasada. Después del incendio tuvieron que irse unos días a otro alojamiento y ayer no tuvieron más remedio que volver al departamento, ubicado en el segundo piso, porque “se acabó la plata”. Mochila al hombro, antes de ingresar por las cocheras, dijeron que vivir allí es incómodo porque no hay gas, ni agua caliente. Explicaron que también hay por ahora un sector, en el ala norte, que permanece sin agua porque “los caños eran de plástico y se quemaron”.

Pascal Jakab es de Bariloche, vive en el octavo piso, en un departamento de su familia, y tomó los contratiempos con naturalidad. “Gas no tenemos así que me instalé con una garrafita. ´Acampando en el Center´ se podría llamar la peli. El olor a humo es fuerte, está por todos lados, y es un poco molesto. Yo estoy acostumbrado porque me gusta acampar, no lo veo como algo grave”, comentó con humor.

El edificio está virtualmente tomado por las cuadrillas de trabajadores que retiran maderas, vidrios y reparan los daños. La entrada principal, sobre la calle Pagano, con su tradicional puerta giratoria, permanece cerrada con cintas de seguridad y bloqueada con macetas, lo mismo que la conexión con la galería comercial.

Los ascensores funcionan, pero el único ingreso habilitado es por el garage, que da a la calle Libertad. Las personas que no viven en el edificio tienen el acceso vedado y los porteros ponen especial celo en alejar a curiosos y periodistas.

Los moradores consultados están a la espera de que los servicios se normalicen. No saben de plazos. Los que todavía pernoctan en el enorme edificio cuentan que algunos de sus vecinos -los que pueden- optaron por irse a casa de familiares. “Alquilar en otro lado no se puede, es casi imposible conseguir. Además nadie sabe por cuánto tiempo va a ser”, señaló Inés, una mujer mayor, con vivienda en el segundo piso.

La entrada al enorme edificio se hace únicamente por el estacionamiento, sobre la calle Libertad. Foto: Chino Leiva

Al rememorar lo ocurrido en la madrugada del domingo, varios de ellos señalaron que la evacuación fue eficiente, pero se lamentan de las puertas rotas. “A mí me golpeó una bombera llamó y yo salí en seguida, así que no rompió. Y marcó la puerta -dijo Inés-. Parece que así señalaron los departamentos que ya estaban revisados y vacíos. Pero después me enteré de que rompieron igual muchas marcadas”.

Los perjuicios sufridos por los habitantes del Center son de los más variados. Hay turistas que alquilan por día, que ya tenían paga su estadía y no logran que los propietarios les reconocen ni devuelven nada. Es el caso de Tiago y Florencia, quienes optaron por volver al departamento, porque el presupuesto de las vacaciones se les agotó y ya no tenían para pagar un hostel.

Otros se quejaron de que los daños colaterales como el tizne y las puertas rotas por ahora quedarán a cargo de los propietarios o inquilinos. “Nadie se hace cargo del gasto, ya no lo preguntamos más -dijo Inés-. Vas por los pasillos y está lleno de carpinteros”.

Casi un barrio

El Center tiene también unos 50 comercios en la planta baja, que en buena medida viven de la clientela casi “cautiva” que les asegura la población allí concentrada, similar a la de un pequeño barrio.

Víctor Smreck, titular de Barielec (accesorios y reparación de celulares), dijo que el daño económico que sufren “va a ser importante” porque el hall del edificio está clausurado hasta nuevo aviso y la gente entra y sale por la cochera. “La circulación que teníamos en la galería se cortó”, dijo el comerciante. Aunque señaló que el daño mayor lo sufrirá el restorán ubicado a metros de su local, que permanece cerrado porque sin gas no puede trabajar.

Smreck dijo también que algunos tableros eléctricos se quemaron y por eso no todos los locales tienen luz. Para salvar el problema algunos comercios les prestan energía a sus vecinos con cables provisorios.

Inés dijo que el incendio sin dudas obligará a replantear las medidas de seguridad y todos barajan la necesidad de una escalera interna contra incendios, pero “con algo tipo tobogán”, porque es mucha la gente que vive en el Center y tiene movilidad reducida.

Son varios los que esperan la próxima reunión de consorcio para llevar sus planteos y pregunas. Pero “todavía no hay fecha”, dijo uno de los vecinos.

Edad promedio alta

La alta proporción de personas de edad avanzada y con problemas de salud también fue subrayado por Víctor Smreck, quien lleva cinco años con su negocio en el emblemático edificio y ha visto “varios cambios para bien”, como fue la radicación de “personas de mayor poder adquisitivo” y una convivencia “más segura”.

También observó que en el último tiempo “el Center casi pasó a funcionar como un geriátrico”. Estadísticas no citó, pero Smreck dijo que “hay muchísima gente mayor, que vive acá porque es bien céntrico, está cerca de todo, y sus familias encuentran que pagar las expensas y una persona que los cuide les sale más barato que un geriátrico”.

La principal urgencia de todos es ahora la restitución del gas. Mientras tanto, algunos se sirven de artefactos eléctricos para la calefacción y la cocina. Aunque ese recurso también genera algunos temores.

Estela tiene departamento en el cuarto piso, vive en el Center “desde hace 40 años” y puso especial empeño en no quejarse. “Yo no voy a criticar ni hablar mal, entiendo lo que pasó y me adapto. Fue una suerte semejante incendio con tan pocos daños -afirmó la mujer-. Luz ya tenemos y ahora la prioridad es que haya agua y gas para todos. A mí me prestaron un caloventor y me arreglo con eso, pero lo prendo un rato y apago, porque si se recalienta es un riesgo. Dicen que por algo así fue que se inició el fuego”.


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