La dramática historia de una joven que fue a operarse de vesícula y murió

La muerte de Adriana Llanquitur ocurrió el 27 de septiembre del año pasado, en el hospital de Villa La Angostura. La fiscalía y la querella acusaron esta semana al médico que la operó por haber obrado de manera negligente. Su madre reclama justicia.

Se despertó temprano antes de que saliera el sol. Observó a su hija pequeña, que descansaba plácidamente, y salió de su casa. Adriana Llanquitur no quería llegar tarde. Estaba urgida. Tenía que presentarse a primera hora de la mañana en el hospital de Villa La Angostura. Había esperado durante semanas por una cirugía programada de vesícula. Su madre, Cristina, se había demorado. Le había prometido acompañarla. Sin embargo, cuando llegó al hospital, su hija ya estaba preparada para entrar a quirófano. Pudo verla un minutos tras rogarle a la enfermera que no la dejaba pasar. “¡En cuarenta y cinco minutos mamá nos vemos y nos vamos a la casa!”, le dijo su hija, con una sonrisa dibujaba en el rostro. Pero Adriana no regresó.

La joven había concurrido para una cirugía laparascópica. En principio, era una intervención mínimamente invasiva. Pero cuando empezó se complicó por una hemorragia interna y hubo que hacer una cirugía abierta. La situación empeoró y a las 18 del 27 de septiembre del 2021, Adriana murió como consecuencia de esa grave hemorragia, según el informe de la autopsia de cuerpo médico forense. Tenía 29 años.

Su muerte causó una enorme conmoción en un hospital pequeño como el de Villa La Angostura. Allí, comenzó el calvario de su madre y de los hermanos de la joven para que el caso no quede impune.

Durante trece meses su familia peleó para que la causa se moviera. En la fiscalía de Villa La Angostura se excusaron de intervenir. La familia tampoco quería que los funcionarios locales tomaran la investigación. La madre se constituyó en querellante en la causa para tratar de que avanzara. El legajo dio vueltas durante meses por varias ciudades de la provincia de Neuquén hasta que finalmente llegó al despacho de la fiscal Valeria Panozzo.


Adriana, junto a su madre Cristina Llanquitur. (foto gentileza)

La imputación de la fiscalía y la querella


El miércoles por la mañana, Cristina Llanquitur escuchó cómo fueron las horas dramáticas que sufrió su hija tras la cirugía, porque la fiscal indicó como sucedió el hecho de acuerdo a su teoría del caso. En el banquillo de los acusados se sentó el médico Santiago Rumi. La fiscal lo acusó de haber obrado con impericia y negligencia y de haber causado la muerte de Adriana. Por eso, lo imputó como autor de homicidio culposo, con la adhesión de la abogada por la querella Caren Salamanca.

El juez Maximiliano Bagnat admitió los cargos formulados por la fiscalía y la querella y dispuso un plazo de 4 meses para completar la investigación. El imputado estuvo asistido por la defensora oficial Sol Valero, que adelantó a RÍO NEGRO que tienen otra teoría del caso para explicar lo que sucedió y que intentarán desarrollar y probar.

El relato de Panozzo fue crudo. Escalofriante. Y para Cristina, sobre todo, doloroso porque revivió ese momento traumático. Ella asegura que es una mujer fuerte, pero la muerte de su hija le rompió el corazón.


El antecedente de otra tragedia


Había pasado por esa cruda situación hace varios años, cuando se le murió un hijo a los pocos días de haber nacido en San Martín de los Andes. En su afán de superar esa tragedia, decidió empezar una nueva etapa con sus hijos pequeños y, por eso, se mudó a Villa La Angostura, donde dos amigas le abrieron las puertas de su hogar y la ayudaron.

Cristina luchó sola para salir adelante con sus cinco hijos pequeños. Por eso, dice que la vida ha sido ingrata con ella. Cuenta que su infancia fue muy dura, marcada por la falta de afectos y de contención. Señala que sus únicos momentos hermosos los vivió cuando nacieron sus hijos.

“Adriana era el amor de mi vida”, sostiene. Rememora que era muy apegada a ella. Añora sus llamadas, sus mensajes cargados de cariño y sus visitas con alguna cosa dulce para los mates.

Sostiene que su hija era luchadora. Desde los 11 años había salido a trabajar para ayudarla a ella y a sus hermanos. Logró terminar la secundaria. Y tenía muchos sueños para compartir con su hija pequeña, pero todo se desmoronó.

“Mi nieta tiene 4 años y la sigue llorando. A veces se pone mal, grita que la vayamos a buscar a su mamá. Eso me derrumba”, confiesa. “Me han destrozado la vida”, asevera.

Para recordarla dice que le prende sus sahumerios que “tanto le gustaban”. “Donde ella esté, estoy segura que se reirá porque a mi me desagradaban esos sahumerios y cuando iba a la casa de Adriana se los apagaba porque no los soportaba”, explica.


Una decisión crucial


Afirma que tras la muerte de su hija se enfrentó ante dos opciones en la vida: “o me suicido o salgo a luchar”. Eligió salir a pelear para que la muerte de su hija no quede en el olvido.

Expresa que sintió mucha bronca cuando vio al médico en la audiencia. Está convencida de que el cirujano “tuvo tiempo de sobra para haberla salvado”, pero según la fiscalía hizo poco por la paciente.

Panozzo indicó en la acusación que entre la finalización de la cirugía hasta la muerte de la paciente “no se constata ninguna evolución quirúrgica ni interconsulta al médico cirujano responsable de la cirugía para una reoperación, debido a la inestabilidad hemodinámica persistente”. Tampoco “se evaluó la posibilidad de una derivación a un centro de mayor complejidad”.

Pasaron más de trece meses y Cristina afirma que le destrozaron la vida. Se sostiene en sus cuatro hijos que tiene a su alrededor. Y en su nieta. Sabe que debe levantarse todos los días porque la nena la necesita.

Su deseo es honrar la memoria de su hija con una placa recordatoria en un espacio público de Villa La Angostura. Quiere que su caso no pase al olvido.

La imagen de la despedida de su hija antes de entrar al quirófano nunca se le borrará de la memoria. Tampoco, las últimas palabras que intercambiaron. “Le dije que la iba a estar esperando: hija, sabés que te amo”.


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