«La Feria», una alternativa para afrontar los precios comerciales en el Alto Valle

Todos los fines de semana, sin falta, cientos de familias acuden a “La Feria” o trueque de sus ciudades donde ofrecen desde comida casera hasta ropa y calzado.

En tiempos donde la inflación dejó a cientos de familias en crisis, «La Feria» se ha convertido en una alternativa para esquivarle a los precios comerciales y una forma de sobrevivir el día debido a la situación económica que parece no dar tregua.

En todas las localidades del Alto Valle, durante los fines de semana, se desarrolla en algún punto de la ciudad «La Feria», un gran mercado alternativo donde las horas de la siesta desaparecen con el transitar de los vecinos que buscan cubrir alguna necesidad -ropa, calzado o alimentos- con precios más amigables. Las familias concurren a vender o a comprar, y el beneficio es para las dos partes.

Sin embargo, cuando esta alternativa de mercado comenzó a organizarse, se presentaron algunos problemas con comerciantes que sentían que había una competencia desleal al haber puesteros que ponían a la venta ropa nueva, compitiendo de esta manera con el comercio establecido. Pese a esta oposición, la firmeza de los feriantes les permitió continuar hasta convertirse en un clásico entre locales.

La ropa, usada o nueva, se consigue a precios más accesibles en la feria. Foto: Andrés Maripe

Viernes, sábados y domingos son los días elegidos por los feriantes. Muchas personas y familias completas llegan para ocupar una parte del predio dispuesto en cada localidad y allí mostrar lo que tienen a la venta.

En algunos casos carece de una organización formal, pero desde hace años la feria se mantiene viva en el Alto Valle. Cada fin de semana, el paisaje de la feria es distinto, ya que no siempre son los mismos vendedores y puede aparecer gente que va sólo esa vez.

En Roca, por ejemplo, está la Feria Maipú donde, según datos brindados por el Ejecutivo municipal, hay más de 460 puestos. Distinto a otras localidades, en esta hay intervención municipal y se encargan semanalmente de tomar inscripciones y de dar de alta a nuevos feriantes.

«En este mes de agosto se dieron 25 nuevos permisos ante cupos que se habían liberado», informaron desde el Ejecutivo y explicaron que, si bien hay un grupo de feriantes que está de forma permanente, hay puestos con modalidad itinerante que son dinámicos y cambiantes de los que «se ha notado un incremento importante en estos últimos meses».

El Paseo Feria Maipú en Roca, en donde funcionan unos 460 puestos. Foto: Andrés Maripe.

La oferta es variada y la demanda inmensa, ya que vecinos de distintas localidades se acercan con el único objetivo de comprar aquello que estaban buscando a un precio accesible. Eso sí, el esfuerzo y la perseverancia son dos factores esenciales para los feriantes porque, como en cada mercado, hay días buenos y malos.

Desde 2001, la Feria o Feria del trueque llegó para instalarse entre las localidades y en 2020, cuando la pandemia azotó a todo el país dejando a miles de personas sin trabajo, esta opción, pese a las restricciones, se mantuvo siendo el único sustento para muchas familias. Además, fue una gran oportunidad para los emprendedores, que sin la posibilidad de poder costear el alquiler de un local decidieron ubicar un puesto ferial.

Silvia es una emprendedora y feriante de Regina, desde hace 12 años asiste a la feria y comenta que la misma «cumple una función importante para la gente que no tiene trabajo y que de alguna manera se la rebusca«. Agregó que hay quienes aún no van por todos los prejuicios o estigmas que tienen sobre el lugar y que cree que es un pensamiento que se debe cambiar: «al principio me daba vergüenza que me viera gente que conocía, pero después me di cuenta de que no tenía que ser así porque es una forma honesta en la que la gente sale a buscar plata».

Por su parte señaló que es notorio el cambio y la transformación que sufrió esta modalidad de comercio. En sus inicios, sólo participaba gente adulta o aquellos con familia cuya situación económica no los estaba ayudando, pero en la actualidad también hacen a la feria un gran número de jóvenes y adolescentes que venden cosas que tienen en desuso y juntan plata para pagar sus gustos personales.

«Creo que ahora hay más gente de lo que normalmente había. Como está tan mal todo y todo sale caro, la gente sale a rebuscársela y los que tenían vergüenza tuvieron que perderla por necesidad», señaló.

Los valores son muchos más accesibles y cada uno le pone su precio ya que no hay una cifra establecida. «En una tienda una remera te sale casi 8.000 pesos, yo la vendo a mitad de precio y, si es usada, a 500. Una remera usada y en muy buen estado, te sale entre 300 y 800 pesos, ropa para salir encontras desde los 1.000 pesos y una campera en muy buen estado la podes encontrar a 5.000 pesos cuando en una tienda te sale 15.000 como mínimo. Los precios varían un montón, pero la mayoría son accesibles», resaltó la feriante.

La oferta de productos es variada y la demanda inmensa. Foto: Andres Maripe

Del trueque a la feria, su origen


El origen de la feria se remonta al 2001, momento en el que se vivía una crisis económica y social en el país. Fue una alternativa que muchas familias eligieron para sobrellevar la situación que los atravesaba.

Inició como trueque de verduras y comidas, un intercambio regido por la necesidad de alimentos donde las personas entregaban los que «les sobraba» a cambio de lo que necesitaban. Con el tiempo se convirtió en una especie de enorme centro comercial en el que miles de familias dejaron el intercambio de productos para pasar a la venta por dinero y poder generar ingresos.

Actualmente no solo se venden alimentos, la mercancía es la más amplia y variada con un sinfín de productos. Además, hay normas y códigos de convivencia que hacen de la feria una comunidad creada para la supervivencia de cada crisis económica del país.


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