La glorieta de Viedma que concentra el sentir popular

Ubicada en la plaza San Martín, a diario se transforma en espacio cultural, escenario artístico, tribuna política, lugar de manifestaciones. Allí late la vida de los viedmenses.

Reconstruida en 2012, recuerda a aquella en la que, durante la década del 40, solía tocar la Banda de Música de la Gobernación.

Un escenario que pinta de cuerpo entero a los viedmenses cuando se transforman en protagonistas de un acontecimiento histórico del pago chico está emplazado en la plaza San Martín, más precisamente en la glorieta. Es la parte más viva de la ciudad y casi a diario se convierte en pista de baile, en tribuna política o un sitio de aprendizaje de música.

Como tal fue reconstruida en el 2012 con el objetivo de recrear un antiguo recinto que ese paseo público albergó hasta mediados de la década del 40 donde también se tejieron historias.

Este emblema social recostado sobre la Av. 25 de Mayo presenta un estilo austero y moderno, utilizando materiales menos invasivos que el cemento y mampostería de otros tiempos. Implica una construcción liviana con estructura metálica, techo de pizarra negra y cielorraso de madera. La decoración incluye guardas y colocación de pórfidos.

Es abierta, no interrumpe la visión paisajística y cuenta con un sistema eléctrico preparado para la realización de eventos culturales como pequeños recitales, presentaciones de teatro callejero u otras manifestaciones.

El sentir popular ya se apropió de ese sitio. Allí se turnan prácticas de tango en el verano y concentraciones de diversa índole, como la reciente en procura de concientizar sobre la legalización del aborto.

A ojos vista a ese lugar de reunión no le dan descanso. Algunas noches, incluso cuando el frío cala los huesos, un grupo de trabajadores de la construcción suelen practicar percusión allí, empleando bombos y redoblantes.

El cambio de la fisonomía apunta a mantener viva la memoria de aquella otra construcción similar que tuvo la plaza, situada frente a las puertas de ingreso del edificio donde hoy funciona el despacho del intendente Foulkes.

Su restitución da tela para cortar entre los nostalgiosos. “La anterior era de material, con una altura de 1,50 metros, y unos 40 metros de reja”, recuerda al arquitecto Oscar Sanguinetti.

Esas dimensiones le permitieron situar un sótano donde por entonces los empleados municipales guardaban los elementos para aseo de ese espacio público.

El profesional invoca una anécdota: “Por entonces el gobernador del territorio, el Ing. Miguel Montenegro, financió la colocación de baldosas (que se mantienen hasta la actualidad) deduciéndole un día de salario a los empleados públicos”.

Según el periodista Carlos Espinosa, el palco fue motivo de una crónica en el diario “El Mundo” por parte del escritor y periodista Roberto Arlt. En sus crónicas de viaje por la Patagonia, en una forma bastante jocosa, describió al pequeño monumento como “un albergue para elefantes, tan descomunalmente grande es. Uno lo mira y sin saber por qué experimenta ganas de reírse”.

Punto de encuentro: Viedma

Datos

Reconstruida en 2012, recuerda a aquella en la que, durante la década del 40, solía tocar la Banda de Música de la Gobernación.

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