La navidad de los que no tienen donde vivir

Cómo funcionan los dispositivos para personas en situación de calle en Bariloche, Roca y Viedma en una época compleja. Ya no solo hay adultos mayores sino veinteañeros.

Pedro Alvarez tiene 62 años. Lleva cuatro viviendo en el hogar Emaús, un dispositivo para personas en situación de calle. “No tengo a dónde vivir. Soy lo que se dice un vagabundo. Tengo familia pero no me llevo bien. Cuando hay plata en el medio, a uno lo echan. Así que es mejor juntarse con extraños”, dijo el hombre mientras terminaba un plato de polenta con salsa.

En sus tiempo libre, hace perchas y cucharas de madera, aunque no las vende. “Vivo acá porque no puedo alquilar. No tengo ni para comer. No hay plata ni trabajo. Si no estuviera Emaús, tendría que volver a la calle”, advirtió.

Juan Ahumada, de 72 años, llegó a Emaús tres meses atrás. Es mecánico, pero asegura que no consigue trabajo por su edad. Llegó de Córdoba con una promesa laboral en Villa La Angostura, que nunca se concretó.

Carlos Alberto Oñate quedó en la calle al separarse de su pareja. Trabajaba como maletero en el aeropuerto, pero el estado de sus rodillas le impidieron seguir trabajando. “Dormí en una casa abandonada en la calle Neuquén durante dos años”, señala. Los equipos de calle del Emaús dieron con él y desde entonces, duerme en ese hogar de la calle Otto Goedecke. “Estoy bien. He dejado hasta el alcohol. Antes, tenía hambre y tomaba vino; tenía sed y tomaba vino. Ayuda tener una cama y un plato de comida”, reconoció el hombre de 71 años.

Detrás de cada integrante del hogar Emaús hay una historia. Todos ellos hoy tienen una cama donde dormir, un plato de comida, contención y compañía.

Unas 36 personas concurren por las noches al hogar Emáus. Foto: Chino Leiva

El sacerdote José Lynch fue el impulsor de este hogar en Bariloche, el primero en la provincia de Río Negro. Actualmente, recibe 36 personas por noche aunque muchos permanecen en el lugar todo el día.

En el transcurso de este año, los operadores llegaron a registrar entre 60 y 80 personas por día en el hogar. Y explican que durante la temporada de verano, el número de personas tiende a aumentar porque mucha gente se radica en la ciudad con la idea de probar suerte o con ofertas laborales que no se sostienen. La crisis habitacional que azota a Bariloche, consideran, incrementará el número de personas en situación de calle.

“Recibimos a muchas personas alcohólicas que no tienen trabajo. Ha habido una generación que se ha ido muriendo y ahora tenemos casos nuevos. Lo que buscamos es una reducción de daños. Nuestro objetivo no es que dejen de tomar alcohol sino que duerman acá y que el tiempo que están acá tomen la mitad de alcohol. O que puedan socializar. Que estén mejor física y psíquicamente”, resumió Lynch.

El rango etáreo fue cambiando. Ya no prevalecen los adultos mayores sino jóvenes veinteañeros sin lazos familiares ni trabajo ni un lugar donde alquilar.

Tania Rifo de Haro es operadora del hogar Emaús. Foto: Chino Leiva

Ocho integrantes del equipo de calle recorren las calles para evaluar a las personas en riesgo en Bariloche. Otros 18 operadores se encargan que el hogar esté abierto las 24 horas, a través de tres turnos.

Lynch explicó que el aporte de comida por parte del gobierno municipal y nacional decreció bastante en el último tiempo y se sostiene a través de donaciones y un aporte del Sedronar.

Las fiestas de fin de año

“Estas fechas de las fiestas son difíciles. Son momentos muy críticos, muy movilizantes y trabajamos especialmente en el tema de los consumos. Tenemos que estar más alerta en este momento del año”, explicó Carla Gaetón, una trabajadora social que integra el equipo.

La licenciada en Servicio Social Eugenia Rodríguez, coordinadora del hogar de tránsito en Viedma, contó que durante las fiestas, se dan reconciliaciones familiares. “Muchos vuelven a sus casas hasta que nuevamente empiezan los conflictos. Vuelven a ser expulsados y a la situación de calle”, expresó.

En Viedma, el dispositivo funciona en un edificio del Obispado desde el mes de agosto y tiene cupo para 10 personas. Funciona de 18 a 9 de la mañana.

“Hay una cantidad de días límite para que se queden. Se trabaja en equipo para lograr la reinserción en 15 días máximo. Tratamos de vincularlos con sus familias para que regresen al grupo familiar. O en las situaciones de adicciones, tratamos de que ingresen a comunidades terapéuticas”, especificó Rodríguez.

En relación a las personas que tienen problemas de adicciones, aseguró que “recaen permanentemente”. “Hay gente que viene desde hace mucho tiempo en situación de calle. Ese es su hábitat y les cuesta mucho cumplir pautas. Requieren de mucha contención. Vienen muy descuidados, con muy poco equipaje. Hay que proveerles de casi todo. Por eso, apelamos a la solidaridad de la comunidad para el que quiera aportar ropa de hombre o contratar a alguien para una changuita”, puntualizó Rodríguez.

Pedro Álvarez tiene 62 años y hace 4 que vive en el hogar Emaús. Foto: Chino Leiva

Por el hogar de Roca que funciona desde febrero han pasado 260 personas. “Hemos tenido una enorme demanda en invierno cuando tuvimos que poner algún colchón en el piso porque, antes que dormir en la calle, se prioriza dormir adentro. Ahora en esta temporada de verano baja”, sostuvo la psicóloga social Susana Macaya, coordinadora del Dispositivo de Pernocte para Personas en Situación de Calle.

Aseguró que las situaciones por las cuales las personas terminan en el dispositivo son diversas. “Desde personas que salen del penal y no tienen dónde ir hasta personas de Salud Mental que no consiguen dónde estar. Hay muchas personas con problemáticas de consumo que son expulsadas por sus familias. Los vínculos se desgastan. Muchas veces esa persona toca fondo y queda en una situación de calle”, comentó.

Unas 36 personas concurren por las noches al hogar Emáus. Foto: Chino Leiva

Aclaró que el dispositivo no implica internación, ni tratamiento. Contó que la mayoría tiene entre 20 y 40 años y trabaja en negro, realizando changas (como lavacoches, limpiavidrios o venta ambulante). “Son jóvenes. La mayoría no ha terminado el secundario ni la primaria. Son personas de bajos recursos sin vínculo familiar. Y no lo quieren retomar hasta no estar mejor. Hay muchas historias detrás de cada uno”, señaló Macaya.

Unas 36 personas concurren por las noches al hogar Emáus. Foto: Chino Leiva

Dar una respuesta a los derechos vulnerados

Según el Relevamiento Nacional de Personas en Situación de Calle (Renacalle), al menos 9.440 personas en todo el país se encuentran en esa condición.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el distrito con mayor incidencia de esta problemática, con un total de 8.028.

Río Negro cuenta con tres dispositivos para personas en situación de calle. Bariloche fue la ciudad pionera, la siguió General Roca y Viedma.

“No se trata solo de alojar para que duerman. Se trata de atender todos los derechos que están vulnerados: que esa persona tenga documentación, elementos de higiene, ropa. Hacer de nexo para ver si se puede conseguir un trabajo. Y en caso de alguna situación de consumo de sustancias se trata de hacer el contacto con el hospital para ayudar”, detalló Mercedes Iberó, subsecretaria de Adultos Mayores del Ministerio de Desarrollo, Deporte y Cultura.

La funcionaria explicó que el trabajo es complejo porque “hay mucha gente que no quiere revertir su situación”. “Hay casos de mucha discriminación y cuando se los trata de reinsertar, resulta difícil”, dijo.

José Antonio Meliman es herrero. «Me costó volver a trabajar pero arranqué», cuenta. Foto: Chino Leiva

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