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La tragedia del avión que se estrelló en una montaña de Bariloche: 15 muertos y un fuselaje que hoy es parte del paisaje

El accidente ocurrió el 13 de mayo de 1957 en medio de un temporal de nieve. Una aeronave impactó contra el cerro Meta, al suroeste de la ciudad cordillerana.

El pedazo de fuselaje de un avión yace a escasos metros del refugio Horrible, en las nacientes del arroyo Ñireco, a unos nueve kilómetros del barrio Pilar II. A simple vista, no llama la atención. Pero esconde una historia que se remonta a muchos años hacia atrás. A menos de una hora de caminata, sobre la ladera de la montaña otra chapa que forma parte del fuselaje brilla entre las piedras a causa del sol.

Hacia arriba, asoma la cumbre del cerro Meta, a 2.100 metros de altura, donde un 13 de mayo de 1957, en medio de una fuerte tormenta de nieve, un avión de Lade (Líneas Aéreas del Estado) se estrelló dejando un saldo de 15 muertos (cinco tripulantes y diez pasajeros).

Se trataba de un Vickers Viking C3, comandado por Ramón Hugo Gastaldi.

En 1946, la Secretaría de Aeronáutica había adquirido 20 aviones de ese tipo, diseñados en Inglaterra como un avión de transporte al término de la Segunda Guerra Mundial. Siete aeronaves fueron incorporadas a la empresa FAMA (Flota Aérea Mercante del Estado) y el resto ingresó a la Fuerza Aérea Argentina y también fueron utilizadas por Lade.

Uno de esos aviones, incluso, fue acondicionado para convertirse en el primer avión presidencial y el 8 de agosto de 1948 fue presentado al entonces presidente Juan Domingo Perón.

Algunas partes del fuselaje del avión se encuentran en el refugio Horrible y en el mallín del cerro Meta. Foto: Marcelo Martinez

Ese 13 de mayo, los primeros en escuchar la explosión fueron los trabajadores del aserradero de la familia Felley, frente al lago Gutiérrez, al sur de Bariloche.

“Fue un accidente muy impresionante. Nos conmocionó mucho, incluso en mi caso porque estaba vinculado a la actividad aérea ya que trabajaba en Aerolíneas Argentinas. Fue uno de los accidentes más graves en la región por la cantidad de víctimas”, relató Vicente Ojeda, uno de los integrantes de la comisión de auxilio del Club Andino Bariloche que acudió al lugar en un primer momento, junto a Otto Mailing, Hugo Jung y miembros del Ejército.

Sin embargo, suponían lo que finalmente confirmaron: la ayuda sería innecesaria ya que no había sobrevivientes.

“Fue una tormenta muy fuerte. El piloto no pudo aterrizar en el aeropuerto de Bariloche y, al volver, tuvo la mala fortuna de toparse con la montaña. Por alguna circunstancia técnica, el piloto pensó que ya había pasado las montañas y que iba a estar en el terreno más abierto. Pero lamentablemente pasó lo que pasó”, recordó Ojeda y agregó: “La colisión con la montaña fue muy dura”.

Cuando se declaró el alerta, diversas patrullas confluyeron en la ladera oeste del cerro Meta, por la zona del lago Gutiérrez. “La gente de la zona contó que había sentido algún ruido de avión y entonces se pudo localizar un poco la búsqueda en esa zona. Cuando llegamos al Gutiérrez ya estaba la patrulla militar en la casa de los Felley que había localizado al avión”, señaló Ojeda que, hoy tiene 91 años.

Se había hecho de noche, llovía y al llegar al lugar, los rescatistas descubrieron que el avión había quedado prácticamente destruido. Solo quedaba organizar el rescate de las víctimas.

Cumbre del cerro Meta desde el cerro Hualquitun. Foto: Marcelo Martínez

¿Por dónde bajaron los cuerpos? Ojeda mencionó que, desde el aserradero de los Felley salía un camino “bastante precario, aunque permitía subir vehículos de doble tracción hasta casi el límite de bosque” donde empezaba el terreno pedregoso. “En cierto modo facilitaba el acercamiento”, precisó.


En primera persona


Arturo José Roncarolo era uno de los diez pasajeros del avión que se estrelló en 1957. Si bien era oriundo de Buenos Aires, había recibido el pase a Bariloche para hacerse cargo de la Delegación de Fuerza Aérea.
Junto a su tío, Américo, había comprado un predio en Bariloche, camino al aeropuerto, con la intención de poner en marcha un criadero de nutrias.

En un primer momento, viajó solo a la ciudad cordillerana para coordinar luego el traslado de su esposa, Zoraida Dakovich, y sus tres hijos.

Pero en mayo, decidió regresar a Buenos Aires para conocer a su tercera hija, de apenas un mes de vida.
“Cuando ‘el Chino´ decide volver a Bariloche ese 13 de mayo, mi hermana que, en ese momento, tenía 26 años, le pide que no viaje porque era el día de su cumpleaños. Él era una persona muy obsesiva con su trabajo y decide volver a Bariloche de todas formas”, expresó Mila Dakovich, hermana de Zoraida.

Ya estaba todo preparado para la mudanza. Zoraida viajaría a Bariloche, junto a Américo y sus tres hijos, no bien se repusiera del parto.

Pero el destino era otro. Roncarolo nunca aterrizó en Bariloche y murió con apenas 28 años.

“Se estrelló e incendió el avión Viking de pasajeros”, tituló el diario El Litoral dos días después del accidente. “Perecieron todos sus ocupantes”, subtitulaba.

El breve artículo detallaba: “Líneas Aéreas del Estado lamenta informar que el avión Viking C3 que fue declarado en emergencia ha sido localizado por patrullas terrestres en la falda del cerro Meta, a unos 30 kilómetros al suroeste de Bariloche, destrozado y sin que se haya observado sobrevivientes. Se dirigen al lugar del hecho patrullas de rescate y aviones viajarán de Buenos Aires a Bariloche para el traslado de los restos”.

Fueron días dramáticos. Decían que no podían encontrar el avión, que sí, que había aparecido. Que no se podía llegar por cuestiones climáticas”, precisó Dakovich.

Cuando finalmente detectaron el epicentro de la tragedia, debieron viajar los familiares para reconocer los cuerpos. “Recuerdo que viajó Américo, el tío del Chino. La llegada de los cadáveres a Buenos Aires fue muy triste. En ese viaje, viajaban tres parejas en luna de miel. Mi hermana salió en primer plano en la revista Leoplan cubierta por una mantilla negra, esperando los cajones. No se sabe si fue el disgusto o qué pero su hijita murió a los tres meses por un problema en el corazón. Fue toda una tragedia”, resaltó la mujer de 83 años.

Unos 67 años después, la tragedia del avión se convirtió en un misterio que no figura en el anuario del Club Andino ni en los diarios de la época. Sólo algunos intrépidos amantes del trekking se topan cada tanto con los restos del avión, desconociendo la historia que se esconde detrás.

Cumbre del cerro Meta y valle del Horrible desde el cerro Hualquitun. Foto: Marcelo Martínez

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