Las huellas que Carina dejó en la escuela, a un mes de su femicidio en Buta Ranquil

El aula de la adolescente fue intervenida, a partir de la marca de sus manos en una de las paredes. Cómo la recuerdan sus profes y qué trabajo realizaron con el estudiantado.

-Pato, sabes que a Carina la asesinaron.

-¿Qué Carina?

-Carina Barros, la chica de chacra.

Beatriz González es la vicedirectora del turno tarde del CPEM N°35, Marcelo Berbel, de Buta Ranquil. Nadie la llama así, le dicen Pato. Después de esta conversación que tuvo con la preceptora, a las 7.45 del jueves 26 de octubre de 2023, se fue a la escuela. Habían matado a “nuestra alumna”.

A las 10, con las clases ya suspendidas, se encontraron docentes y personal auxiliar. “Todos estábamos muy conmovidos, llorando, terrible. Ya era noticia del pueblo”, aseguró. Hicieron carteles e improvisaron una marcha. “Si es un femicidio tenemos que salir a la calle. Nos convocamos para ir a la plaza y de ahí a la comisaría. Un montón de chicos fueron también”, agregó.

Carina tenía 15 años y recursaba primero. Vivía en la zona de chacras, que está a unos 5 kilómetros de la escuela. Su exnovio, Maicol Tapia, está acusado de haber entrado a su casa y haberla atacado de madrugada, aprovechándose de que estaba sola porque su papá y su hermano se habían ido a apagar un incendio intencional.

Al secundario concurren 460 estudiantes en tres turnos: mañana, tarde y noche. Es fácil reconocer la escuela: en la reja encajaron flores lilas de plástico y hay un cartel hecho con un afiche naranja que pide “Justicia. Ni Una Menos”. En una de las columnas alguien pegó “Basta de femicidios” y al lado del mástil de la bandera argentina se lee: “somos el grito de las que no están”. En el vidrio de la puerta principal “¡Justicia por Cari!” escrito con un fibrón negro sobre un papel blanco cualquiera.

El lunes 30 de octubre el personal de la escuela se reunió con el equipo del hospital y con representantes de la Línea 148 para pensar en cómo retornar a la actividad. Ese día convocaron a los chicos y chicas a la tarde, sólo para encontrarse y compartir, era optativo. El martes 31 la familia de Carina encabezó una marcha. “Nunca había visto tanta gente reunida por una misma causa”, afirmó la vicedirectora.

A sus compañeros y compañeras de primer año B, turno tarde, les preguntaron si querían seguir en esa aula o preferían terminar el año en otra. Respondieron que la iban a pintar de celeste y que de ahí no se iban.

Pato contó que a Carina en una clase de ESI (tras la reforma educativa es una materia de la curricula) se le había reventado una birome roja y apoyó la palma manchada en la pared. “Las chicas y los chicos dijeron: nosotros vamos a darle continuidad a las manos de Cari”, explicó, y por eso fueron sellándolas en una hilera de colores que va hacia el techo.

Enfrente de la ventana hicieron un enorme árbol cuyas hojas amarillas se despegan de las ramas, algunas ya sueltas en vuelo. Sobre el único rincón de ladrillos hay una cartulina con su foto, un listón de luto, e impreso este mensaje: “pasaste por nuestras vidas como una estrella fugaz, pero su brillo vivirá siempre en nuestros corazones. El recuerdo de tu hermosa sonrisa tan cálida y sincera se va a mantener intacto por siempre”.

“Ella era una chica que se relacionaba bien con el grupo, sí tenía su carácter. Nosotros nunca tuvimos una señal, porque Carina hablaba de todo. Era muy confrontativa y si ella no le caía bien a alguien, venía y te lo decía directamente. Uno se queda con muchas preguntas”, remarcó la vicedirectora.

Planteó que “ha costado un montón la ESI (Educación Sexual Integral) con las familias” porque muchas no saben de qué se trata. Manifestó que una de las autocríticas que surgió fue trabajar más “hacia fuera” de la escuela.

El secundario de Buta tiene una matrícula de 460 estudiantes. Foto Florencia Salto.

Yamila Méndez hace nueve años que es docente en el CPEM N°35. Era la profesora de geografía de Carina, la estudiante que nunca faltaba. “Siempre estaba acá. Ella se hacía notar, no pasaba ni un día desapercibida”, mencionó.

Después de ocurrido el femicidio, sus amigas declararon en la investigación que el imputado la amenazaba por mensajes a su celular. «Nos contaron que sabían, que no hablaron y que tenía miedo», enfatizó la docente.

Dijo: «no hay ningún día que no la recuerde alguien, que ponga una foto y que pida justicia. Tenemos que trabajar en lo comunitario, en mencionar que fue un femicidio, que esto no puede pasar«.

Además de profesora, Yamila es concejala del Frente de Todos en Buta, a punto de finalizar su mandato. Ha acompañado a mujeres a denunciar situaciones de violencia de género. «Lo primero que asignan son las consignas policiales. Acá no funcionan las medidas cautelares, es muy chico y donde vayas nos encontramos. Los agresores saben que como no va a pasar más que eso, incumplen con las medidas todo el tiempo», sostuvo. Insistió en que se creó un área de la mujer, dentro del esquema municipal, pero nunca se cubrió el cargo.

Subrayó que subsisten en el norte de la provincia muchos estereotipos de género, sobre todo en esta región donde conviven el desarrollo de un área petrolera, como es El Portón, con la producción criancera. “El hombre es el hombre proveedor, el que sale a trabajar y el que trae la comida. La mujer se queda en la casa. Controlas la economía y controlas todo”, añadió.

Mañana se cumple un mes del femicidio de Carina, que es la víctima más joven de las ocho que hubo este año en Neuquén. Hoy, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, habrá una muraleada en la oficina de turismo de Buta, se repartirá folletería y está convocada una movilización a partir de las 20.15. La concentración será en la escuela. Donde quedaron sus huellas y decidieron seguirlas.

Las paredes de primero B fueron pintadas de celeste y las manos van con “las de Cari”. Foto Florencia Salto.

«Se sienten esos vacíos»


No todos los estudiantes y las estudiantes del CPEM N°35 regresaron a las aulas después del femicidio de Carina. Algunas lo intentaron, pero no pudieron, y otros prometieron retornar el año próximo.

Buta Ranquil es una localidad del departamento Pehuenches, ubicada a 80 kilómetros de Chos Malal, al norte de la provincia. Viven 7.000 habitantes aproximadamente. Al ser una comunidad pequeña, no sólo asisten al secundario familiares y amigas de la adolescente, sino también del acusado, por ejemplo uno de sus hermanos.

“Él no quiere volver, pero nosotros queremos que se integre, lo que nosotros le estamos diciendo es que él no es el responsable. Queremos que continúe y apoyarlo en todo lo que sea su trayectoria pedagógica, lo estamos esperando”, afirmó la vicedirectora.

La profesora sumó: “él no tiene nada que ver, pero seguramente la familia no siente que es el momento. Sé que su curso no lo haría sentir mal porque son muy comprensivos, son muy inteligentes y la verdad que en los talleres estuvimos replicando esto todo el tiempo. Se habló de encausar ese pedido de justicia a la persona que realmente es la culpable”.

También aguardan a otro estudiante: el chico que estaba saliendo con Carina el último tiempo.

“Uno pierde el doble. Que en cada curso que vas te falte uno porque todavía no puede volver, o no sabes si va a volver… se sienten esos vacíos”, aseguró la docente.


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