De Neuquén a África: el cirujano pediátrico que cruzó el océano para operar a 100 niños
Mariano Ojeda trabaja en el Hospital Castro Rendón y pone su vocación al servicio de las infancias más vulnerables del mundo. De chico su sueño era ser médico y ahora, con su ayuda humanitaria hace la diferencia.
“Una madre mueve montañas y acerca continentes si se trata de la salud de sus hijos”, sostiene Anibal Mariano Ojeda. Su labor como cirujano pediátrico no tiene límites ni fronteras a la hora de ayudar a los más chicos a sanar, a ser felices. Eso aprendió de sus padres y es lo que juró hacer por el resto de su vida.
“Hace muchos años atrás, en mi infancia, recuerdo estar dentro de quirófanos acompañando a mi padre y jugando con sus pacientes antes de que entraran a operarse”, cuenta el cirujano pediátrico del Equipo FLAP (Fisura Labio Alvéolo Palatina) del Hospital Castro Rendón de Neuquén.
Mariano es una figura difícil de contactar por los altos niveles de demanda, pero encontró un momento para contar en detalle Diario RÍO NEGRO los hitos en su carrera, aquellos que sus colegas y trabajadores de salud distinguen día a día.
Su testimonio es la prueba viva de que la medicina puede correr por la sangre y de que la pasión se transmite de generación a generación. Sus padres eran amantes de la profesión y lograron que él, desde que era un nene supiera con certeza que quería lo mismo para su futuro.

Anibal Ojeda, su papá, es su gran maestro y compañero de aventuras. Un reconocido cirujano infantil y presidente de “Fundación Rioja” de tratamiento de niños con malformaciones congénitas. Su mamá fue Esther Buteler, también médica y ex jefa de terapia intensiva de adultos. Murió a los 52 años, pero le dejó su mayor legado: la pasión por el cuidado de la salud.
“Nunca dudé de que iba a ser médico y tampoco dudé en que iba a ser cirujano de niños al ver el amor que transmitía mi padre a sus pacientes”, expresó el especialista de 48 años.
Su rutina está cargada de atenciones en consultorios, operaciones en quirófano y congresos de actualizaciones, sumado a la formación de residentes. “Cada cirujano pediátrico del Hospital Castro Rendón opera 40 pacientes por mes por lo menos”, asegura.

Siempre buscó nuevos horizontes y nunca se quedó quieto. Él nació en Córdoba y se crió en La Rioja. Su historia da un giro y lo devuelve a su ciudad natal, en la que estudió y se graduó de médico. Hizo la residencia y continuó su formación en Francia, para luego seguir su destino en Neuquén Capital.
Entre cirugía y cirugía, desde el Hospital Castro Rendón, Mariano fue parte de un hecho inédito: la fundación del equipo multidisciplinario para la atención completa del paciente con labio leporino en 2014, servicio que lo llevó cada vez más lejos, donde sus conocimientos especializados podían salvar vidas en recónditos lugares.
Su paso por África: una huella profunda desde Argentina
Por un llamado del destino, en 2019 terminó en África operando a niños y niñas que lo necesitaban. “Fueron más de 100 pacientes entre tres viajes”, cuenta. Sin embargo no solo entró a quirófano sino que también atendió a más de 500 chiquitos por distintas patologías derivadas de malformaciones congénitas.
Todo empezó por un pedido de ayuda desde Luena, un pueblo de Angola. La angustia de una mujer llegó a sus oídos durante un Congreso Argentino de Cirugía Pediátrica en Buenos Aires. Se trataba de un niño de dos años con labio leporino cuya madre era directora de un hospital y no conseguía que nadie atendiera a su hijo.

La solicitud fue dirigida primero a una médica tucumana que vivía en Luena y más tarde, el pedido de auxilio arribó a Mariano en ese simposio donde pudo adentrarse en el caso. Ese día se comprometió con un paciente que no conocía, a miles de kilómetros de distancia.
“Intenté que vengan a Neuquén pero sin resultados positivos; para ellos era imposible ese viaje. Le comenté ese problema a mi padre y me dijo: ‘Vamos’”, relata Mariano. Así fue como en 2019 cruzaron el océano los dos juntos por sus propios medios y pisaron por primera vez Angola para ayudar a esa familia.
Una vez en el continente africano, armaron un equipo con anestesiólogos para intervenir quirúrgicamente al pequeño. “No solo pudimos operar con éxito ese niño de dos años, sino que también operamos a 18 nenes más de distintas patologías. Fue una experiencia increíble y volvimos más que contentos, con la promesa de regresar”, recuerda.

En África se encontraron con una cruda realidad: había muchísimos niños con labio leporino. Eso los condicionó a volver para ayudar a otras familias, pero Mariano y su padre pensaron que lo mejor era empezar a formar a los profesionales de la salud que allí trabajaban ya que iban a ser muchas cirugías.
Programaron un viaje para 2020, pero no pudieron concretarlo por la pandemia. En 2022 retomaron el desafío y volaron nuevamente, esta vez se sumó un integrante más al equipo, el anestesiólogo experto Néstor Cuevas de Neuquén. En el segundo viaje operaron a 50 niños y capacitaron a varios médicos.
“Hasta 2025 estos cirujanos nuevos de Angola operaron a más de 2.000 pacientes, algo inédito en la población africana”, resume Mariano. Y volvieron a contactarse para seguir perfeccionando las técnicas y realizar cirugías más complejas de paladar.
Hace menos de un mes concretaron la tercera misión en la que pudieron intervenir a 61 chicos más y capacitaron a los médicos locales con novedosas técnicas. Fueron del 28 de agosto al 15 de septiembre, pero sin su padre por razones de salud.

“Aprendimos mucho del sufrimiento de gente de muy escasos recursos a ser más humanos. Creo que nos dieron más ellos a nosotros que nosotros a ellos”.
Anibal Mariano Ojeda, cirujano pediátrico Hospital Castro Rendón Neuquén.
Si le tuviera que poner un título al capítulo de sus viajes de trabajo a África, se llamaría “El poder de una madre desesperada buscando ayuda para su hijo”, dice el médico que ya dejó una huella para la posteridad.
La historia y los inicios de la carrera del cirujano Mariano Ojeda
Su carrera empezó a volar en 1995 en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Seis años después, se recibió. La especialidad ya estaba elegida de antemano, por lo que en 2002 ingresó como residente de Cirugía Pediátrica en el Hospital Municipal Infantil de Córdoba.
Al finalizar, decidió volver a su ciudad natal para comenzar a trabajar a la par de su padre. “Fue la mejor aventura de mi vida”, dice porque con él, aprendió esos detalles que nadie enseña y que no están en ningún manual.

“Después de cuatro años con idas y venidas por la difícil situación que cursaba la provincia y la imposibilidad de crecer, me aceptaron en un hospital en Francia, Saint Ettienne, donde incursioné en cirugías de alta complejidad general y tórax”, comenta.
Durante seis meses se formó en el país europeo, hasta que recibió un llamado: un colega y amigo lo convocó para conformar un equipo de jóvenes cirujanos con “ideas nuevas” en Neuquén. Se unirían a sus colegas ya establecidos y con vasta experiencia en Neuquén.
“Recuerdo que mi padre me dijo: ‘Hijo, no te puedo ofrecer acá lo que te ofrecen en Neuquén así que anda y crecé’”. Siguiendo el consejo de su papá, Mariano se radicó en la Patagonia, cargando la enorme experiencia de Francia.

“Con todo el dolor del mundo pero con ganas de crecer, me fui ya formado sobre todo por mi padre a seguir creciendo. Me recibieron más que bien en el Hospital Castro Rendón donde junto a uno de mis mentores el dr. Domingo Hernández comenzamos a formar el equipo de atención”, relata.
Un equipo multidisciplinario en el Hospital Castro Rendón
Las fisuras de labio y/o paladar surgen cuando los tejidos que forman la boca o el labio no se unen correctamente durante el desarrollo fetal. Estas fisuras se producen en 1 de cada 700 nacimientos, lo que las convierte en una de las anomalías congénitas más comunes.
En Neuquén existe el equipo de especialistas FLAP (fisura labio alveolo palatina) que depende del servicio de Cirugía Pediátrica y da respuesta a la demanda de esta patología en toda la provincia. El equipo está conformado por odontólogos, pediatras, fonoaudiólogos, trabajadores sociales, psicólogos, genetistas y cirujanos para poder dar respuesta a esta patología.
Trabajan con los pacientes y sus familias para garantizar el tratamiento, la rehabilitacion efectiva y su seguimiento, desde que el niño nace hasta la adolescencia.
“Una madre mueve montañas y acerca continentes si se trata de la salud de sus hijos”, sostiene Anibal Mariano Ojeda. Su labor como cirujano pediátrico no tiene límites ni fronteras a la hora de ayudar a los más chicos a sanar, a ser felices. Eso aprendió de sus padres y es lo que juró hacer por el resto de su vida.
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