Técnicos de Río Negro analizan en Francia el manejo de los bosques frente al cambio climático
Plantean que la preocupación está en los riesgos naturales que el cambio climático pueda disparar, como los incendios forestales y los procesos de mortandad en el bosque asociados a las altas temperaturas y períodos de sequía.
Un grupo de 10 rionegrinos evalúa el rol de los bosques frente al cambio climático en Orleans, Francia. El equipo participa de un proyecto de cooperación descentralizada entre Río Negro y la región francesa del Valle del Loira que se puso en marcha en 2024.
«Se estima que, en esta región de Francia, de acá a 100 años más, la temperatura se incrementará 2,7 grados y habrá menos disponibilidad de agua. El escenario es catastrófico«, resumió Alejandro Martínez Meier, ingeniero forestal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Bariloche.
Argentina, en cambio, cuenta con más diversidad de ambientes y bosques vírgenes con una base genética más amplia.
El equipo argentino está conformado por cuatro investigadores del INTA, uno del Conicet, un representante de la Comisión Maderera de Bariloche, la organización civil Circuito Verde y tres técnicos de la Secretaría de Ambiente y la Subsecretaría de Recursos Forestales de Río Negro.

«Lo que estudiamos es cómo un árbol responde al ambiente. En Río Negro tenemos una cierta base genética y un área más grande de bosques que permitiría determinados procesos de adaptación in situ«, comentó Martínez Meier.
El encuentro entre investigadores, organizaciones y representantes gubernamentales de ambos países tiene como finalidad alcanzar «una convergencia de distintas miradas en el rol de los bosques, desde la conservación y la biodiversidad hasta los suministros de servicios ecosistémicos».
El proyecto apuntar a lograr acuerdos territoriales para gestionar los bosques. «La preocupación está en los riesgos naturales que el cambio climático pueda disparar, como los incendios forestales y los decaimientos forestales -procesos de mortandad asociadas a altas temperaturas y sequías-«, explicó el ingeniero forestal de Bariloche.
Sucede que las temperaturas cada vez más altas «avanzan a una velocidad mayor de la capacidad de migración de las especies nuevas, ante las recientes condiciones ambientales».

Hoy se percatan en Francia, por ejemplo, de que «la plantación o usos de las especies actuales no asegura la continuidad futura del bosque porque se estima que las condiciones ambientales de acá a los próximos 100 años serán distintas a las actuales». En Argentina, también surge esa preocupación en el sector productivo y de conservación.
Entre los antecedentes locales, se señaló la gran sequía de 1999 que generó mortandad en el coihue. Por otro lado, enfermedades como el Mal del Ciprés, fueron asociadas a un hongo en 1940, pero luego trabajos científicos pusieron en evidencia que los procesos de mortandad están asociados a las condiciones de mayor estrés ambiental. «En realidad, no era el hongo el que producía el problema. Siempre estuvo presente como agente. Generó complicaciones cuando el ciprés presentó decaimiento al no poder cubrir su necesidad de agua», acotó Martínez Meier.
«Lo que estamos viendo -añadió- son síntomas de decaimientos lentos o muertes repentinas asociadas a la sequía«.

Tanto en Río Negro como en Francia, trabajan desde hace 25 años evaluando cómo los árboles reaccionan a los cambios, cómo crecen en función de la disponibilidad de agua o no y el nivel de recuperación ante una sequía. Por eso, los técnicos franceses han viajado a la Argentina y, a la vez, los rionegrinos visitaron el país europeo.
«La comunidad científica viene alertando sobre el cambio climático desde hace tiempo. Este proyecto de cooperación trata de poner a disposición el conocimiento: muchas veces el investigador se queda con que lo importante es publicar en inglés en alguna revista internacional. El tema es cómo transferirlo, que los gestores técnicos se apropien de ese conocimiento y lo usen. Que la sociedad se empodere de lo que científico sabe. No con una mirada de arriba a abajo», comentó.

En Europa, se plantea que si el bosque entra en una etapa de decaimiento que supera el 20%, se promueva la plantación de otras especies. «El temor es que se pase a la mortandad irreversible de árboles», dijo.
«Por otro lado -agregó-, hay que evaluar si después de un incendio forestal, permitimos el pastoreo o los animales. Muy probablemente el bosque no vuelva a recuperar la estructura que tenía al haberse incendiado. Se requiere una asistencia activa, no pasiva. Hacer un monitoreo para que ese bosque vuelva a brindar servicios ecosistémicos», concluyó.
Un grupo de 10 rionegrinos evalúa el rol de los bosques frente al cambio climático en Orleans, Francia. El equipo participa de un proyecto de cooperación descentralizada entre Río Negro y la región francesa del Valle del Loira que se puso en marcha en 2024.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios