Trabaja a ciegas y bajo el agua: el joven de Neuquén que eligió una particular profesión
Bautista tiene 21 años y es buzo profesional. Su sueño es mezclar su trabajo con un oficio que aprendió en la secundaria: la soldadura. Una inusual profesión de la que vale la pena hablar en este Día del Trabajador.
En las profundidades del río de la Plata, donde reina la oscuridad, no entra la luz y el tacto es la única manera de identificar qué hay en las profundidades, Bautista encontró su vocación. Con solo 21 años, el joven nacido en Neuquén se prepara para cumplir un sueño poco común: convertirse en buzo soldador. Se trata de una profesión extraña, poco conocida, pero que sin dudas es un reconocimiento llevar adelante este 1 de mayo en el día del trabajador.
Bautista hoy vive entre trajes de neopreno y patas de rana, pero su historia no comenzó bajo el agua. Su camino inició mucho antes, cuando apenas tenía 14 años y transitaba el segundo año de secundaria en la EPET 7 de Neuquén.

«Hice los talleres y me di cuenta de que me gustaba mucho soldadura, pero no sabía si podía vivir de eso», dijo. Fue un profesor el que le abrió el panorama: «me contó que conocía a alguien que soldaba bajo el agua y ahí me dije, listo, tengo que dedicarme a esto».
Desde ese momento, supo que quería combinar esas dos habilidades: una aprendida en la escuela técnica y otra adquirida en la formación de buzo profesional. Lo que parecía solo un oficio, como soldar, lo transformó en algo más interesante con el condimento de hacerlo en el agua.
“Es como agregarle emoción a la soldadura. No es solo estar quietito haciendo cordones, abajo está todo funcionando, todo se mueve”, expresó.

Cuando egresó de la secundaria, viajó a Buenos Aires a hacer el curso en la Escuela Nacional Superior de Salvamento y Buceo de la Prefectura Naval Argentina. El curso duró tres meses y le permitió comenzar a trabajar en un entorno que parece de película: el fondo ciego de las aguas del puerto de Buenos Aires.
En las aguas turbias del rio no solo aprendió una nueva tarea, sino que también profundizó su sentido del tacto. «Allá no se ve nada. Es todo por tacto. Vas palpando, tratando de imaginarte lo que estás tocando«, describió.
Es literal. Su labor se desarrolla en total oscuridad, entre el barro, estructuras sumergidas, restos de embarcaciones y otras sorpresas que esconden las profundidades.
Bautista ya hizo inspecciones submarinas, conectó cabos a ciegas y exploró embarcaciones sin más ayuda que sus manos. «Como no se ve nada, tenés que encontrar con el tacto las imperfecciones, el casco, la hélice, la escala del timón».
Para poder trabajar en esas condiciones, además del entrenamiento físico y técnico, se requiere algo fundamental: el conocimiento de estructuras. El buzo debe saber cuáles son las partes que componen una embarcación para que luego su intuición no falle. «No hay margen de error«, aseguró.
Entre las tareas que hizo, recuerda una oportunidad en que lo enviaron a inspeccionar el casco de un barco. Se calzó el traje de neopreno, las patas de rana y con un salto se sumergió en las profundidades.

La tarea era localizar imperfecciones, puntos donde la estructura pudiera estar dañada o deteriorada. “No ves nada, entonces tenés que recorrer todo con la mano, identificar formas, buscar la hélice y más”, explicó.
Esa vez estuvo media hora bajo el agua. A medida que iba palpando la estructura, su mente intentaba construir un mapa mental de lo que tenía delante.
A Bautista le llama la atención cómo algunas imágenes que recorren las redes sociales muestran la tarea en aguas claras, transparentes y con mucha visibilidad. Porque la verdad es que muchas veces no se ve nada. «Hay que estar preparado», advirtió.
Aunque hoy solo puede operar hasta los 12 metros de profundidad (lo que permite su habilitación de tercera categoría) Bautista ya piensa en dar el siguiente paso. Quiere especializarse como buzo soldador. «Para eso hay que hacer un curso, pero lo tengo que hacer en Chile o Brasil porque acá no existe esa formación», explicó.
Pensando a futuro, sueña con trabajar en una plataforma petrolera. «Lo ideal es estar en una embarcación o una estructura petrolera, ahí es donde está la demanda», aseguró. No importa donde sea, porque con la experiencia que ganó en Buenos Aires, el intrépido neuquino está listo para intervenir donde lo necesiten.
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