Un tiburón que fue marcado por investigadores en Santa Cruz fue encontrado en Uruguay ocho meses después
El modelo teórico indicaba que los animales realizaban un trecho de 1700 kilómetros hacia el norte, pero no se había podido comprobar hasta ahora.
El 10 de octubre pasado, pescadores artesanales capturaron un tiburón gatopardo en cercanías del Bajo Falkland en Uruguay. Detectaron una marca en el animal y se lo comunicaron a la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) en La Paloma.
«Al inspeccionar de cerca el ejemplar, notaron la presencia de una marca convencional ubicada
próxima a la base de la aleta dorsal. Sabiendo de la importancia de este tipo de registros, los
pescadores Enrique Zunini, Federico Serevtto y el Chino Olmos mostraron el tiburón marcado a los técnicos de la Dinara», explicó el biólogo Gastón Trobbiani, investigador del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (Cesimar) en el Centro Nacional Patagónico del Conicet.
Se trataba de una hembra de unos 187 centímetros de largo que pesaba 26 kilos. Al observar la marca, los técnicos se dieron cuenta de que provenía del Programa de Marcado de Tiburones de Argentina.

El estudio del tiburón gatopardo comenzó 10 años atrás en Caleta Valdes, al este de la Península Valdes. «Cuando arrancamos no se conocía nada del animal. Empezamos con capturas, se los marcaba, se registraba el sexo, la talla, el peso y se tomaban muestras para ADN para colectar toda la información posible«, comentó Trobbiani que trabaja junto a Alejo Irigoyen.
Uno de esos ejemplares marcados en febrero de este año en Puerto Deseado, en Santa Cruz, junto a integrantes de la organización PEM (Por el Mar), fue encontrado ocho meses después en La Paloma. «Fue todo un acontecimiento porque hace unos años, nos planteamos un modelo teórico de cómo el tiburón se distribuía en el Océano Atlántico y cómo las hembras migraban desde el sur al norte. Pero no era más que teoría que se construyó en base a capturas y a mucha información», admitió Trobbiani. Insistió en que, hasta ese momento, no se contaba con un dato certero: «Podían ser distintas poblaciones de tiburones. Pero ahora esta captura nos confirma el modelo teórico. Un mismo bicho apareció 1700 kilómetros más al norte, en Uruguay, en línea recta».

¿De qué manera los investigadores marcan a un tiburón?
Los investigadores emplean unas marcas de plástico conocidas como «spaguettis» que contienen un código y un número de teléfono. La idea es que el pescador que capture al animal lo informe a ese número para brindar información acerca de dónde apareció el ejemplar. De esta forma, los investigadores cuentan con el punto de inicio y de fin.
«Esta marca de plástico es como la etiqueta de la ropa. Se mete el spaguetti en una aguja gorda que se inserta en la aleta dorsal, en el lomo. Hemos marcado un bicho y cinco años después, lo recapturamos y la marca aún estaba ahí. De modo que es un recurso eficiente. No suele perderse. A lo sumo, se ensucia o se llena de alguitas. Pero no le genera nada negativo al animal», recalcó Trobbiani.

Comentó que ahora están instalando «marcas satelitales que tienen ciertos sensores que permiten reconstruir todo el camino del animal en base a las condiciones del agua. Vamos a poder ajustar ese camino, conocer por qué zonas estuvo, si se queda en aguas con determinadas temperaturas; en suma, hilar más fino».
¿Cómo proceden para marcar a un tiburón? Se saca el tiburón con cañas hasta la costa donde un grupo amplio intenta manipular al animal. Unos se suben «a caballito» intentando agarrarlo de la cola, otros se disponen a mitad del cuerpo para insertar la marca, otros le abren la boca y otro es el encargado de meter la mano para retirar el anzuelo. Mientras lo miden, hay quienes le extraen un pedazo de aleta para hacer muestras de ADN. Todo muy rápidamente y sin afectar al animal.

El tiburón gatopardo, al nivel del tiburón blanco
Son animales grandes y corpulentos que pueden medir entre un metro y medio y 3 metros. Tiene una trompa ancha que se va afinando hacia la cola. En Argentina se los conoce como gatopardo por sus manchas grises, negras y blancas.
Además, tardan mucho tiempo en reproducirse y tienen pocas crías.
Es un predador tope de la cadena trófica por su elevado consumo de mamíferos marinos como lobos, elefantes y delfines, incluso se lo clasifica al nivel del gran tiburón blanco. Si bien aprovecha animales muertos para alimentarse (ballenas, elefantes), los gatopardos atacan activamente a sus presas de forma solitaria o en grupo. Atacan en velocidad o al acecho aproximándose sigilosamente a sus presas en situaciones de poca luz o turbidez del agua.
A lo largo de estos años de investigaciones, también detectaron que el pico de mayor abundancia de tiburones gatopardo coincide en el sur argentino cuando los lobos o elefantes marinos tienen sus crías. «Al pescarlos y manipularlos, muchas veces los gatopardos vomitaban parte de las crías de elefantes. Entonces, suponemos que van a Caleta Valdez a comer elefantes chiquitos», detalló.
«Suponíamos que, en verano, para la época de parición, subían a la provincia de Buenos Aires y seguían hasta Uruguay, por la temperatura del agua, por la profundidad. Pero no era algo tangible hasta que nos avisaron del hallazgo en La Paloma. Ahí cerramos el ciclo», planteó el investigador.
Algunos años atrás, la investigación del tiburón cazón corrió el mismo camino que el gatopardo. Algunos ejemplares marcados en Golfo Nuevo aparecieron en Brasil. «Pero es la primera vez que detectamos el gatopardo en Uruguay», dijo.

Algunos datos del tiburón gatopardo
-Las hembras serían más costeras. San Clemente del Tuyu, Bahía San Blas y Pehuen-Có son sitios indicados por pescadores y científicos como de parición y cría, ya que durante el verano y otoño se capturan neonatos y juveniles.
-Sitios como Península Valdés y el Parque Interjurisdiccional Marítimo Costero de la Patagonia Austral en el golfo San Jorge se usarían para alimentarse y aparearse durante la primavera y verano.
-Los machos, que posiblemente habiten zonas más profundas y alejadas de la costa que las hembras, concurren a estos sitios costeros a aparearse.
-Los pescadores expertos estiman que la abundancia del gatopardo se redujo entre un 60 y 80% en las últimas décadas.
-Los investigadores consideran llamativo que, «a pesar de ser un temible depredador costero no hay casi registros de ataques a humanos». En los 70 en Rawson y San Antonio Oeste se registraron «mordidas no fatales a bañistas» que fueron atribuidas a la especie.
El 10 de octubre pasado, pescadores artesanales capturaron un tiburón gatopardo en cercanías del Bajo Falkland en Uruguay. Detectaron una marca en el animal y se lo comunicaron a la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) en La Paloma.
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