Rescató 700 vehículos varados en el mar, perdió el suyo y no le pagaron

Se trata de Daniel Teramo, que a lo largo de estos últimos años salvó a muchos conductores que quedaron encajados en la arena y en las playas de Viedma, la capital de Río Negro. El último rescate fue en febrero. Para ayudar puso en juego su camioneta. Pero nadie le pagó

«Es mejor si el auto lo dejamos en la calle y en la arena solo metemos la reposera». Ése es el lema de Daniel Teramo, que pese a este consejo no deja de ayudar a los conductores que, por imprudencia o desconocimiento, quedan varados en la playa, o en caminos de arena.


Su trabajo le trajo muchas satisfacciones. Es conocido en Viedma, la capital rionegrina, por haber rescatado, desde 2017, a más de 700 conductores que quedaron encajados, desde El Cóndor a Bahía Creek.

Daniel, de gris, en pleno rescate. Nadie le pagó por su labor


Esta vez, casi al finalizar la temporada alta, protagonizó otro rescate. El de un vecino del balneario El Cóndor, que nunca imaginó que, tras semejante trabajo, no querría abonarle ni su ayuda ni el arreglo de su propia camioneta, que puso en juego para efectuar la tarea.


Ahora sigue ofreciendo sus servicios. Aunque sin ese rodado que usaba de soporte se le complicó muchísimo la tarea. «Es muy injusto lo que pasó» se lamentó.

El trabajo de rescate fue arduo. Daniel perdió un equipo y nadie le abonó la tarea


Todo ocurrió los últimos días de febrero, a unos siete kilómetros de la bajada de Picotto. Fue cerca de las 19.30′, cuándo la marea comenzaba a subir y el conductor de una camioneta Volkswagen Amarok quiso cruzar una ría. Ante la imposibilidad de hacerlo llegaron los guardavidas, que a su vez llamaron a Daniel.


«Este hombre estaba a unos 10 kilómetros para el lado del espigón de Playa Bonita. Cuando llegamos el agua le había pasado las ruedas, por eso al querer poner los inflables que usamos para los rescates no pudimos, porque la camioneta estaba ‘chupada’ por el mar” contó Teramo.


Pese a todos los inconvenientes lograron desencajarla, pero, según recordó el mecánico «como el conductor no quiso dejarla sobre el acantilado, volvió a acelerar con todo. Quiso pasar la ría y quedó nuevamente en medio del agua”.


A partir de ahí todo se complicó aún más. «Esta persona insistía y pedía que lo ayudara a sacar a su vehículo de ese lugar. Entre todos lo intentamos. Pero se hizo tanta fuerza que en un momento a mi camioneta se le dañó el cigüeñal o el árbol de leva, y ya no arrancó. Entonces empujamos mi móvil contra el acantilado, hasta que a la madrugada fui a buscarlo a tiro» apuntó el rescatista.

El vehículo de Daniel. Lo usó para el rescate, pero no le reconocen la labor


El dueño de la Amarok también regresó a la madrugada. «Dijo que pudo lograr que su ‘camio’ arrancara, y que se la llevó. Pero la mía quedó fundida, y esta persona no quiere pagar el rescate, ni tampoco el arreglo del móvil que se usó» se lamentó Teramo.


Ahora sólo le queda apelar al humor. «Al que dejaron ‘de garpe’, casi al finalizar el verano, fue a mí, luego de un trabajo que tanto me demandó» finalizó, con una sonrisa cargada de amargura.


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