Son malabaristas, quedaron varados en Bariloche y viven en la costa del lago

A partir de la cuarentena ya no pudieron generar ingresos y pernoctan debajo de una rampa.

Maximiliano Gómez llegó a Bariloche la última Navidad. Desde entonces, trabaja como malabarista en varios semáforos de la ciudad, con otros tres compañeros que conoció en el sur. Con el comienzo de la cuarentena, el equipo ya no pudo salir a la calle.

Hoy, pernoctan a muy pocos metros del Centro Cívico, debajo de una rampa frente al lago Nahuel Huapi. Y admiten que necesitan todo tipo de ayuda.

Duermen en colchones que les donó la gente. Foto: Alfredo Leiva

“Ya desde un primer momento, dormíamos en carpa, nos quedábamos en campings. Como ya no pudimos generar dinero, armamos un entablillado en este lugar para resguardanos del frío y pasar la cuarentena”, reconoció este joven oriundo de Mendoza.

Durante el día, juegan a las cartas, entrenan y reciclan verdura para comer.

Si bien la subsecretaria de Políticas Sociales de Bariloche, Paula Barberis, advirtió que las personas que permanecían en ese lugar eran asistentes del hogar Emaús, Gómez lo negó. “La Policía Federal nos ofreció ir pero no quisimos. Tenemos otra ideología, otra filosofía de vida. Somos guerreros”, se definió.

Sus compañeros llegaron tiempo atrás de Mar del Plata, La Plata y Zárate. “Somos viajeros que nos conocimos en El Bolsón. Pegamos buena onda y empezamos a hacer números en los semáforos. Como en Bolsón no nos dejaban trabajar, nos vinimos a Bariloche”, explicó Gómez.

Cuando arrancó la cuarentena, los jóvenes dormían en cercanías del skate park. Con las lluvias intensas y las bajas temperaturas, se abocaron a la búsqueda “de un techo”.

“Así encontramos esta rampa. La Policía Federal nos quiso sacar. Nos dijo que nos fuéramos a un hotel pero les explicamos que no podemos generar dinero y por lo tanto, no podemos pagarlo”, expresó.

Advirtió que el frío y el viento son intensos pero consiguieron una bandera y un nylon que colocaron entre las columnas para apaciguar la situación. Vecinos de la zona les acercaron colchones.

«Vamos al galpón municipal y nos dan una caja de mercadería cada 15 días. Estamos muy vegetarianos”, bromeó. Contó que “hay una verdulería que descarta mucha verdura. También nos metemos en un volquete donde tiran basura. Encontramos cosas que se pueden comer. La gente tira por tirar y con eso, nos manejamos”.  


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