Tareas de cuidado y pandemia

El reconocimiento de los derechos de quienes las realizan pueden significar un impulso a la economía. El Estado nacional avanza en políticas públicas para reducir la desigualdad crónica.

Por S. Graciela Landriscini (*)

Desigualdad histórica. La que padecen quienes realizan tareas de cuidado y no reciben remuneración ni están registradas/os.

La salida de la pandemia requiere recuperar derechos y crear oportunidades para reducir las desigualdades. Las políticas de cuidado se enfocan en las personas que están en situación de mayor vulnerabilidad: mujeres y diversidades, niños y jóvenes, trabajadores/as de menor ingreso y jubiladas y pensionadas. Ello se inspira en tres argumentos estratégicos: un enfoque de derechos humanos, una perspectiva feminista, y un conjunto de políticas y acciones que se comprometen con la recuperación económica y la salida de la pandemia. El mundo no será igual en la pos pandemia; y Argentina tampoco lo será. Se requiere una distribución más equitativa de los recursos, de los ingresos y de las oportunidades.
El Gobierno Nacional ha puesto en marcha recientemente dos importantes políticas públicas vinculadas a la histórica y desigual distribución de los trabajos domésticos y de cuidados y al derecho de las personas a ser cuidadas. Lanzó el “Mapa Nacional de los Cuidados” que permite identificar la oferta de espacios y servicios de cuidado para primeras infancias, personas mayores y personas con discapacidad en todo el país impulsado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Y la ANSES puso en marcha el “Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidados” para madres que no reúnan los años de aportes para jubilarse, que alcanzaría a más de 150 mil mujeres en el país y alrededor de 3 mil en Río Negro.
En los últimos años se concretaron avances sustanciales en las políticas de cuidado. Los gobiernos kirchneristas establecieron políticas como la Moratoria Jubilatoria en 2005 que permitió acceder a más de 2 millones de personas a una jubilación (80% fueron mujeres); la Asignación Universal por Hijo en 2009 que incluye el control de vacunas y la escolaridad de niñas, niños y adolescentes; y la Ley Nacional de Trabajadores-as de Casas Particulares en 2013, entre otras. El gobierno de Alberto Fernández profundizó este camino con la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y ha dispuesto más de 100 medidas de cuidados, entre ellas el Plan de los Cien días que protege la maternidad.

Una necesidad a cubrir, un derecho a garantizar


Todas las personas necesitamos o necesitaremos ser cuidados por otros-as. Según la etapa del ciclo vital, algunas requieren de mayores cuidados: niños y niñas, personas mayores y personas con discapacidad. Y quienes cuidan, hemos sido y somos (históricamente) en su mayoría, mujeres. Desde un enfoque de derechos humanos, el cuidado debe ser garantizado como un derecho y los Estados tienen el deber de adoptar medidas que impliquen el máximo de los recursos disponibles para lograr su plena efectividad, como el derecho a la salud, vivienda y educación, entre otros.
Todas las actividades y responsabilidades domésticas y de cuidados implican un trabajo que puede ser remunerado o no; y en ello no hay sábados, domingos, ni feriados; y lo que hacemos las mujeres en materia de cuidados es mucho más de lo que hacen los varones. Nos involucra de modo intenso la maternidad, y la asistencia a las personas mayores. Según la última y única medición que realizó el INDEC en el 2013, las mujeres dedicamos más de 6 horas diarias a estas actividades, y los varones dedican 3. El Gobierno Nacional anunció una nueva encuesta que será realizada a partir de octubre por el INDEC para actualizar estos datos, cruciales para el diseño de políticas públicas eficaces.

Las políticas públicas tienden a la protección social, los derechos laborales y la igualdad de género, e incentivan el consumo y la reactivación económica


Además de las desigualdades entre mujeres y varones, existen desigualdades entre las mujeres según su edad, la cantidad de hijos/as y sus edades y el nivel de ingresos. Las más pobres dedican más tiempo a estos trabajos no remunerados que las de sectores aventajados. Estas desigualdades implican, entonces, un perjuicio en las trayectorias educativas, en las oportunidades y las condiciones laborales de las mujeres y, en consecuencia, en la situación de pobreza, que las expone a mayores riesgos de discriminación y violencia. Visibilizar el tiempo que las mujeres dedicamos a los cuidados de nuestros/as hijos/as a través del reconocimiento de aportes para acceder a una jubilación es una medida histórica de justicia y reparación.

Una clave en la reactivación


La mayor inversión pública en la economía de cuidados mediante la mayor remuneración (jubilación) a las cuidadoras funcionará como un multiplicador en la economía. El tiempo que las mujeres destinamos, gratuitamente y sin pausa, a tareas del hogar y de los cuidados en la Argentina, suman un total de 96 millones de horas por día, según estudios del Ministerio de Economía de la Nación. El aporte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa el 15,9% del Producto Bruto Interno, siendo el sector de la economía que mayor aporte realiza, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13%). Además, alrededor del 16% de las mujeres del país trabajan en casas particulares realizando tareas domésticas y de cuidado. Sin embargo, casi el 8% no están registradas, no tienen cobertura médica, ni seguro por accidentes de trabajo, ni aportes previsionales.

Doble impacto. La pandemia profundizó la necesidad de hacer foco en la protección de las tareas de cuidado.


Estos argumentos evidencian el enorme impacto social y económico positivo que significa implementar políticas en el sector de los cuidados. Las transferencias de ingresos como la AUH, la Asignación por Embarazo, el reconocimiento y reparación histórica como el acceso a una jubilación, y la formalización de las trabajadoras de casas particulares, tienden a efectivizar el derecho a la protección social, derechos laborales y la igualdad de género, mientras que incentivan el consumo y la reactivación económica con impacto federal.
La pandemia agravó la situación. Las principales medidas tomadas para reducir la propagación del Covid-19, han significado una enorme sobrecarga de trabajos domésticos y de cuidados hacia las familias, que han recaído especialmente, sobre las mujeres. La historia lo registra. La política también debe hacerlo institucionalizando programas que hagan realidad una vida mejor para todas las mujeres.

(*) Diputada Nacional por Río Negro – Frente de Todos

Dato

16%
La porción de las mujeres argentinas que realiza tareas domésticas y de cuidado. La mitad de ellas no está registrada.

Por S. Graciela Landriscini (*)

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