Temas universitarios en el siglo XX

Ernesto Bilder*


A la recordación de los aniversarios de la Reforma Universitaria y de la instauración de la gratuidad de la enseñanza en este nivel debería sumarse la memoria de la brutal represión desatada en los claustros en el periodo 1974-1983.


Dos acontecimientos han sido recordados recientemente en la vida universitaria por haber marcado cambios de relevancia en la educación superior, si bien la magnitud de los mismos no es equivalente. El primero es la Reforma Universitaria de 1918 de la cual se cumplió un siglo, movimiento con repercusiones en América Latina, y el segundo la implantación de la gratuidad de la enseñanza universitaria en 1949, durante el primer gobierno del Gral. Perón.

A estos eventos deberíamos sumarle otro capítulo dramáticamente importante para recordar, la dura represión que iniciada con la asunción a la presidencia de María Estela M. de Perón desde 1/7/1974 hasta el 24/3/1976, continuada y agravada por el golpe militar, que con cambios de tonalidades llegará hasta finales de 1983. Nunca como en este periodo se expulsó tantos integrantes de la comunidad universitaria ni hubo tal encono en el hostigamiento de disidentes.

La designación en educación de Oscar Ivanissevich en agosto del 74 indicaba la dirección del gobierno de Isabelita con su incalificable ministro López Rega hacia una persecución violenta en las universidades.

Ivanissevich nombra de interventor de la UBA a Alberto Ottalagano, que en tres meses y medios de su gestión se propondrá “higienizar los claustros de elementos extranjerizantes y disolventes”. Cumplió su corto mandato, declarando centenares de cesantías, prohibiendo asambleas, contratando matones. Planteó la transferencia de la carrera de Sociología a la Facultad de Derecho para terminar con “esa fábrica de subversivos”, etc.

Documento del gobierno de Brasil donde certificaba a Tetu como mecánico.

En el mismo contexto represivo se designa en enero de 1975 al infame y miserable Remus Tetu, inmigrante rumano llegado al fin de la segunda gran guerra, como interventor de la Universidad Nacional del Comahue. Pocos meses después, en marzo, simultáneamente se lo envía como interventor de la Universidad Nacional del Sur. Caso único en nuestra historia que una sola persona fuera la máxima autoridad en dos casas de estudios. Fue un período menor al año en la cual este personaje cumplió su misión persecutoria. En el Comahue cesanteó a unas 150 personas, todos por criterio ideológico del interventor, sin sumarios, opción de defenderse o análisis del desempeño académico. Obviamente barrió de sus cargos a todas las autoridades con las que funcionaba la universidad a su llegada.

En la UNS, sus persecuciones fueron tremendas. En Bahía Blanca guardaba especial rencor con dos áreas: Economía y Humanidades. En esta última en una numerosa asamblea en 1973 se había decidido pedir la cesantía de Tetu por su mediocre desempeño como docente y la inexistencia de título alguno de habilitación. La única referencia a su formación estaba en un documento del gobierno de Brasil de 1949, que le otorgara la embajada en París donde declaraba la profesión de “mecánico”.

El ministro de Educación de 1973, el Dr. Taiana, lo sacará a Tetu de la universidad en octubre, pero regresará triunfante con Isabelita. La otra área que se preocupara de cuasi suprimir es la Económica donde trabajaban varios profesores también originarios de Rumania, quienes dirigieron el Departamento desde su creación, que tuvieron roces y enfrentamientos con los centros de estudiantes y jóvenes docentes por los contenidos.

Con estos antecedentes conflictivos Tetu y sus fieles montaron un aparato de persecución enorme, con matones, expulsiones de cientos de docentes y no docentes, denuncias ante jueces cómplices, etc. Lo máximo fue el asesinato de un estudiante en el predio universitario por parte de sus guardianes, que la prensa socia de la época denominó “confuso incidente”.

Luego del golpe de Videla, se retomará el tema de la Universidad Nacional del Sur y en una conferencia de prensa en agosto de 1976 autoridades militares y de la Policía Federal, siguiendo los lineamientos de Tetu montan una absurda y descomunal historia donde sostienen la existencia de un plan de penetración ideológica que abarcaba varias regiones, mostrando lo dañino de la propuesta con una de las bibliografías secuestrada: “La ley de educación de la Rumania Socialista”. A cuenta de este relato se denigran y detienen a decenas de personas enviándolos a cárceles elaborándose una larga lista de universitarios en “búsqueda y captura”.

Muchos de los denunciados ya habían partido al exterior: México, Venezuela, Francia, Canadá y otros destinos. Esta infamia y el ambiente creado en el país, probablemente hayan condicionado el capítulo del exilio más numeroso del siglo XX. La condición de “prófugos de la justicia” les impedía volver a la Argentina. Recién a fines de 1983 se producirá el comienzo del gran retorno de este grupo. A Tetu le incomodaba este ambiente, volviendo a Bucarest, donde fallece en el 2003.

Dada la importancia de este capítulo de nuestra historia, creo que debemos sumarlo a los grandes acontecimientos a recordar ya que marcaron un antes y un después de nuestra vida universitaria. Nunca más aceptar que el absurdo nos gobierne.

*Exdirector del Departamento de Economía de la UNC


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