Trasladan a los sobrevivientes de Nueva Orleans

La ciudad quedó devastada. No hay agua ni medicamentos. Los cadáveres parecen sembrados en lo que hasta la semana pasada fue la cuna del jazz y un lugar bellísimo. Mueren más de ocho personas por día.

NUEVA ORLEANS (AP).- Aviones, trenes y autobuses rescataron ayer a refugiados, en momentos en que la evacuación de la arruinada ciudad parecía finalmente ponerse en marcha acelerada. Los autobuses lograron evacuar a la mayoría de las personas de los aterradores confines del estadio Superdome en la madrugada de ayer.

Una flotilla de autobuses con aire acondicionado llegó ayer al devastado Centro de Convenciones de esta ciudad para evacuar a unas 25.000 personas que estuvieron aguardando durante varios días, en medio del hedor de cadáveres, excrementos y basura.

Miles de personas comenzaron a empujar y a arrastrar sus pertenencias por la calle enfilando hacia más de una docena de autobuses. El estado de ánimo era más adormecido que jubiloso.

Más de 50.000 personas quedaron atrapadas durante varios días en dos sucios edificios, en medio de un sofocante calor, sin alimentos, agua, o atención médica. Pero la ayuda llegó demasiado tarde para algunos de ellos.

Los cadáveres eran una imagen común y corriente. Había muertos en sillas de ruedas, envueltos en sábanas, o simplemente abandonados. Miles de personas estaban en el Aeropuerto Internacional Louis Armstrong de Nueva Orleans.

Menos de 200 enfermos se hallaban en una unidad de emergencia.

Las autoridades dijeron que entre 3.000 y 5.000 personas habían sido tratadas desde el comienzo de la tormenta. «Los corredores están repletos. Los pisos están repletos. Hay miles de personas allí», dijo el líder de la mayoría en la Cámara Alta, el senador republicano Bill Frist, que estaba en el aeropuerto.

«Una cifra superior a ocho personas están muriendo por día. Se trata de un problema de distribución. Los médicos están haciendo una gran labor. Las enfermeras están haciendo una gran labor». Se desconoce aún la cifra de personas que quedan en la ciudad, así como el número de muertos, pues la gente sigue presentándose en sitios de evacuación, y todavía se siguen contando los muertos, dijo Mike Brown, director de la Agencia Federal de Administración de Situaciones de Emergencia.

Yolanda Sanders, quien permaneció cinco días en el Centro de Convenciones, dijo, al ser rescatada: «Tenía esperanzas de que iban a venir». Ella no sabía a dónde la llevarían «pero cualquier lugar es mejor. Aquí la gente se está muriendo», dijo.

Los refugiados alojados en el estadio Superdome dijeron antes que en el segundo piso del centro, la basura llegaba hasta la rodilla. En los baños no había luz y la gente temía entrar. La fetidez era total por el atasco de los inodoros.

«Cuando tenemos que ir al baño usamos una caja. Es todo lo que podemos hacer ahora», dijo el viernes Sandra Jones, que vivía al este de Nueva Orleans y cuyo hijo recién nacido sufría de fiebre.

Otras miles de personas que se habían refugiado en el estadio Superdome fueron trasladadas a Texas en autobuses con aire acondicionado, pero en la madrugada del sábado, el operativo fue paralizado. Todavía quedaban unas 5.000 personas en el estadio.

La desesperación de los presos

NUEVA ORLEANS (AFP).- En un intento desesperado por huir de la crecida de las aguas tras el paso del huracán Katrina, los presos de la cárcel de Nueva Orleans saltaban por las ventanas de sus celdas y caían sobre alambres de púa, donde permanecían a la espera de socorro.

Otros presos, sin embargo, murieron ahogados en sus celdas inundadas, contó Luis Reyes, un funcionario del sistema penitenciario.

Numerosos detenidos pudieron escaparse de sus celdas porque no había suficientes guardias para controlar la prisión, el Community Correctional Center, cuando Katrina se abatió el lunes sobre la ciudad.

Reyes, de 33 años, agregó que fueron necesarios tres días para evacuar a los prisioneros, quienes durante todo ese tiempo estuvieron sin comida ni bebida. «En lo peor de la inundación, los presos tenían el agua hasta el pecho; todavía hay muertos dentro de la prisión», dijo ayer.

Los prisioneros «dijeron que no querían amotinarse, pero que necesitaban que se les diera agua y comida. No teníamos nada para darles porque todo estaba bajo agua», precisó Reyes. El funcionario penitenciario contó que en una prisión vecina «los detenidos comenzaron a saltar por las ventanas sobre alambrados hasta que llegó el socorro».


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