Tres tratados de libre comercio: sus consecuencias
El Congreso de los Estados Unidos –por una amplia mayoría y con fuerte apoyo bipartidario– ratificó el 13 de octubre pasado tres acuerdos de libre comercio que estaban demorados desde el 2007. Me refiero a los que fueron oportunamente suscriptos con Colombia, Corea del Sur y Panamá. Ellos se suman ahora a los ya celebrados con Australia, Canadá, Israel, México y Singapur, países que ya tienen este tipo de acuerdos aprobados y en operación con los Estados Unidos. Ésta es ciertamente una importante victoria para el presidente Barack Obama quien, luego de cambiar de opinión sobre la bondad de este tipo de acuerdos, los impulsó al convencerse de que pueden ser un instrumento interesante para reactivar las economías de los respectivos países firmantes. Curiosamente, el presidente del Senado, el demócrata Harry Reid, de Nevada, votó en contra de las tres ratificaciones, seguramente de acuerdo con los sindicatos del país del norte que sostienen vociferantemente que con ellos se perderán aún más puestos de trabajo locales. Quienes, en cambio, los defienden, sostienen que ellos ayudarán a las exportaciones norteamericanas y contribuirán a crear nuevas oportunidades laborales. Se calcula que el tratado que acaba de ser puesto en marcha con Corea del Sur, solamente, generará unos 70.000 puestos nuevos de trabajo. Lo cierto es que aquellos trabajadores industriales o del sector de los servicios que pierdan sus empleos como consecuencia de los tratados podrán acogerse a beneficios sociales especiales que se han dispuesto a paliar los efectos adversos de la globalización. Las consecuencias esperadas de los tres tratados de libre comercio pueden representar exportaciones norteamericanas adicionales del orden de los 14,4 billones de dólares. Algo así como un 0,1% del PBI. Principalmente hacia Corea del Sur, país que compraría rápidamente productos del agro estadounidense, por unos 11 billones de dólares. De los tres acuerdos, el que aparentemente podría generar un aumento de la actividad en el corto plazo es, precisamente, el suscripto con Corea del Sur, país ordenado y laborioso que hoy es ya la pujante catorceava economía del mundo y generará –de inmediato– compras de productos lácteos, carnes rojas y de aves. Este tratado, sin embargo, podría en cambio perjudicar a algunas industrias del sector textil y electrónico norteamericano. La circunstancia de haberse ratificado los tratados de libre comercio con Colombia y Ecuador hace que nuestra región tenga ahora a prácticamente todos los países del Pacífico (con la sola excepción “bolivariana” de Ecuador, para el cual el libre comercio es ciertamente anatema) entrelazados íntimamente por acuerdos de libre comercio suscriptos con los Estados Unidos. Los países del Atlántico, en cambio, por distintos motivos, son más bien proclives a adoptar medidas proteccionistas, particularmente para favorecer a sus sectores industriales, mientras al propio tiempo exigen ruidosamente que haya libre comercio para las exportaciones de sus productos del agro. (*) Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
EMILIO J. CÁRDENAS (*)
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