Un bar de Nueva York, donde realmente nació el movimiento punk

"Río Negro" conversó con Hilly Kristal, dueño del mítico bar CBGB & OMFUG. Rediscuten la historia del género a 26 años del primer show de Los Ramones.

BUENOS AIRES (Enviado Especial).- «Año 2000 compatible». La leyenda, fácilmente reconocible en computadoras, relojes y teléfonos celulares, parece abarcar también a fenómenos culturales e históricos que por estos días están siendo sometidos a una revisión exhaustiva. Mientras se cumplen 26 años de las primeras presentaciones en vivo de la mítica banda The Ramones en su ciudad natal de Nueva York, dos importantes documentos testimoniales sacuden los cimientos de una historia que, pasado el furor de la década del 70, se resiste a quedar obsoleta: la del punk.

A saber: hace algunos meses, dos reconocidos periodistas norteamericanos llamados Legs McNeill y William McCain sacaron a la calle «Por favor mátame», un libro donde reivindican la hipótesis de que la música punk fue un invento del underground neoyorquino que luego se exportó a Inglaterra para transformarse en el principal modo de expresión de las clases trabajadoras.

Por otra parte, a principios de año se estrenó en los Estados Unidos y el Reino Unido el documental «The Filth and The Fury», proclamado como la versión definitiva de la vida y obra de los Sex Pistols, la banda británica que con su lema de «No hay futuro» terminó de consagrar al punk como el caballo de combate de una generación hastiada y deprimida.

Mientras el estreno de esta película en la Argentina todavía es incierto (sólo se proyectó en el festival de cine independiente organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, con entradas agotadas) y el libro de McNeill y McCain se consigue en contadas librerías, «Río Negro» viajó a Nueva York para conversar con quien podría ser reconocido como el padrino del movimiento: Hilly Kristal, propietario y fundador del bar CBGB & OMFUG, la meca donde -según proclama la nueva historia- nació la música punk.

«El punk empezó acá y despegó allá, en el Reino Unido», dice Kristal, ahora un hombre de casi 65 años, con poco pelo y barba blanca. Sentado en el mismo escritorio repleto de papeles y pintado con aerosol que ocupa desde que abrió el bar en diciembre de 1973, atiende los teléfonos y arregla fechas con bandas nuevas que buscan un espacio en el mundillo rockero de Nueva York.

«Los chicos en Gran Bretaña estaban furiosos. Insultaban a la Reina y vivían en condiciones muy precarias. Se convirtieron en héroes porque la cosa estaba muy mal allá», comenta. El CBGB & OMFUG está ubicado al 315 de la calle Bowery, a metros del Soho, el barrio arty de Manhattan, donde confluyen la bohemia y los estudiantes universitarios, junto con las casas de ropa usada y las tiendas de discos.

Las primeras siglas significan Country Bluegrass Blues (CBGB), ya que en un principio el bar era un lugar donde se tocaba blues y música country. Sin embargo fue la segunda parte del nombre (OMFUG, Otra Música para Comensales Entusiastas) la que cambiaría todo. «Venían periodistas de todo el mundo a ver el fenómeno. Después un famoso productor llevó a los Ramones de gira por el Reino Unido y la prensa británica decidió cortar con las notas al grupo. Dijeron «Hey, nosotros podemos hacerlo», porque las bandas de allá estaban tocando ese tipo de música y nadie hablaba de ellos», cuenta.

Todo comenzó un domingo de 1974, cuando Tom Verlaine y Richard Lloyd, ambos miembros fundadores del grupo Television, caminaban por Bowery. Se toparon con Kristal en la puerta del CBGB y lo persuadieron para que les diera una oportunidad de tocar en el pub. «Los Television fueron los primeros en tocar esa música aquí dentro. De lunes a sábado se tocaba country y blues, pero el domingo lo tenía libre, así que les di una oportunidad. Eran horribles. Ese día no vino nadie, pero me pidieron que los dejara hacerlo de nuevo al siguiente domingo. Y así fue como unas semanas después llegaron los Ramones», dice.

El 16 y 17 de agosto de 1974, The Ramones tocó por primera vez en su historia. Y lo hizo en ese bar. El primer público que estos cuatro chicos de los suburbios neoyorquinos lograron meter era básicamente el barman y su perro. Con el paso del tiempo (tocaban todos los domingos allí) llegó la gente de la Factory de Andy Warhol, después los intelectuales y con ellos los chicos.

«Al principio eran peores que Television. Dee Dee no sabía tocar el bajo. Era un verdadero desastre. Les dije: «Si quieren pueden volver a intentarlo, pero nunca van a gustarles a nadie»». Y al parecer así lo hicieron, aunque Kristal se equivocó.

«Eran jóvenes y tenían entusiasmo. Eran chicos que se juntaron para ver que podían hacer con unos instrumentos baratos, y no músicos. Y les fue bien. Eran chicos que tenían algo que decir. Por eso era hermoso», recuerda.

Lejos de los fanatismos, aunque muy cerca del choque de egos, nunca quedó establecido a las claras quiénes fueron los pioneros del movimiento musical que cambiaría la cara del rock para siempre. «Los primeros fueron los dos: Ramones y Sex Pistols», dice Kristal. Y agrega: «Eran, definitivamente, los más importantes, porque influyeron en todo lo que vino después. De ellos salió el hardcore y también algo del rap, ya que ellos no cantaban, sino que más bien balbuceaban y gritaban sobre la música», reflexiona.

Lo cierto es que por estas épocas la historia del punk está siendo reversionada, y los resultados que este proceso arroja parecen llamar la atención. Sin embargo, algunas cosas permanecen como siempre, como el CBGB & OMFUG y su dueño, que ni piensa en cambiar de vida. «Lo hice durante 26 años y, la verdad, no me cuesta pensarlo por un par de años más».

Un nuevo término

Uno de los puntos salientes del libro «Por favor mátame» gira en torno de la invención del término punk para denominar esa extraña música callejera, cruda e imponente, que despertaba pasiones tanto en los intelectuales como en los adolescentes.

Según el texto, la etiqueta punk surgió de un fanzine que McNeill y un amigo llamado John Holmstrom editaban a finales de 1975, y que, casualmente, se titulaba con esa palabra.

Se trataba de un desplegable de cuatro páginas, escrito a mano, con pocas fotos y un contenido ecléctico: desde una entrevista a Lou Reed hasta una nota sobre Marlon Brando.

Sin embargo, para Hilly Kristal la cosa no parece ser tan simple como la pintan McNeill y Holmstrom. «Al principio nadie pensó en la palabra punk. Nosotros lo llamábamos Street Rock, porque los chicos que venían a ver estos grupos eran muy pobres. Solían venir con sus remeras y jeans rotos, agarrados por alfileres de gancho, que en ese entonces no se usaban como aros».

Lucas Colonna


BUENOS AIRES (Enviado Especial).- "Año 2000 compatible". La leyenda, fácilmente reconocible en computadoras, relojes y teléfonos celulares, parece abarcar también a fenómenos culturales e históricos que por estos días están siendo sometidos a una revisión exhaustiva. Mientras se cumplen 26 años de las primeras presentaciones en vivo de la mítica banda The Ramones en su ciudad natal de Nueva York, dos importantes documentos testimoniales sacuden los cimientos de una historia que, pasado el furor de la década del 70, se resiste a quedar obsoleta: la del punk.

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