Un final lleno de tensión, expectativa y poder en juego  

El clima de tensión aumentará con los días y la sucesión de alegatos.La sentencia se conocería el 31 de enero o a principios de febrero.La sentencia se conocería el 31 de enero o a principios de febrero.

  BUENOS AIRES (ABA).- El lunes 31 o a principios de febrero, se conocerá la sentencia. El caso que tuvo en vilo al país y que desgastó los cimientos de importantes sectores de poder, parece llegar a su fin. El fotógrafo José Luis Cabezas, asesinado en una cava del paraje Manantiales, cerca de Pinamar, podría encontrar justicia al cumplirse tres años del crimen.

Cuando se suceden los alegatos, el clima en los tribunales de Dolores se hace más tenso. Falta poco. Se nota. En los nervios de los acusados, en la expectativa de los abogados, en los rostros de los familiares de la víctima, en el interés de los periodistas. Muchos creen que el tribunal ya tiene decidido su veredicto. Sólo espera que finalicen los alegatos.

Los fiscales, en coincidencia con la querella, pidieron reclusión perpetua para Gregorio Ríos, Gustavo Prellezo y los “horneros” Horacio Braga, Sergio González, José Luis Auge y Miguel Retana. Solicitaron la misma pena para los policías Sergio Cammarata y Aníbal Luna; y 15 años de prisión por participación secundaria para Silvia Belawsky, ex esposa de Prellezo. Todos ellos están en el banquillo de los acusados. Su situación es muy difícil. Sin embargo, falta alguien: la sombra del suicidado empresario Alfredo Yabrán sobrevuela la sala del juicio.

Aquella noche

De las declaraciones del juicio oral, ya es posible extraer algunas conclusiones de lo que sucedió aquella fatídica noche del 25 de enero de 1997, en Pinamar. La fiscal Claudia Castro cree que “esta empresa criminal contó con un director ejecutivo, el imputado Gustavo Prellezo”, y que “fue una empresa minuciosamente organizada, que necesitó de una solvencia económica en la que se embarcaron varias personas”, en referencia, claro, a Yabrán.

Parece haber quedado determinado que fue Prellezo quien organizó el crimen, contratando a los cuatro “horneros”, alojándolos en Valeria del Mar, proveyéndoles de comida, dinero y movilidad. Ellos cinco localizaron a la víctima y estudiaron sus movimientos. El 25 a la madrugada, lo vigilaron mientras estaba en la fiesta de Andreani; y a las 5.15, cuando el fotógrafo arribó a su domicilio, lo secuestraron, lo golpearon en el cuello y lo trasladaron a la cava, desplazándose en el Ford Fiesta de Cabezas y en el Fiat Uno de Belawsky. Allí, lo obligaron a arrodillarse y le pegaron dos tiros en la nuca. El fotógrafo murió de inmediato. Después, lo colocaron en su auto, sin sacarle las esposas, lo rociaron con nafta y lo quemaron. El plan tuvo el apoyo de dos funcionarios policiales, Cammarata y Luna, amigod de Prellezo. “Ellos colaboraron antes, durante y después en forma directa, activa y necesaria”, señalaron los fiscales.

Quien contrató a Prellezo para que cometiera el crimen también parece resuelto: el ex sargento del ejercito y jefe de la custodia de Yabrán, Gregorio Ríos. Mediante el sistema de intervención telefónica Excalibur, se comprobó que el custodio mantuvo un asiduo contacto vía celulares con Prellezo, antes y durante el crimen. Jamás pudo explicar de qué hablaban a las 5 de la madrugada de ese 25 de enero. Luego de ese día, no hubo más llamadas.

¿El motivo del crimen? “Ríos instigó a Prellezo y Yabrán instigó a Ríos”, dijo la fiscal Castro. La orden era clara: nadie debía traspasar el muro de privacidad del enigmático empresario, acusado por entonces de ser el jefe de una organización mafiosa. El mismo Prellezo lo dijo en su declaración: “Cuando nos encontramos en su oficina, Yabrán me dijo que quería tener un verano tranquilo, sin fotógrafos ni periodistas. Esa obsesión de Yabrán parece haber sido el motivo por el cual fue asesinado Cabezas. Al poderoso empresario no le gustaban las fotos. él mismo lo dijo en declaraciones periodísticas: “Sacarme una foto es como pegarme un tiro en la cabeza”. Una de las pruebas más importantes de la causa es una tarjeta que Yabrán le mandó a un amigo donde se acredita el odio que le tenía a los fotógrafos.

Confesiones y mentiras

La situación de los imputados comenzó a derrumbarse en 9 de abril de 1997, cuando fueron detenidos Retana y Auge. Hasta entonces, las pistas policiales habían apuntado hacia los “Pepitos”, una banda de Mar del Plata. Pero con la detención de los “horneros” se sucedieron un sinnúmero de confesiones que, pese a las contradicciones, volvieron convincente el relato de los cuatro muchachos. Ellos, Braga, González, Retana y Auge, fueron la base inferior de la estructura piramidal en la que se apoyó la organización del crimen. Belawsky hizo el resto: detenida, confesó que Prellezo -su ex marido- le había dicho que Yabrán había encomendado el crimen. Arriba de la pirámide, entonces, seguramente estaba el empresario. Ahora, todos los procesados rezan por un milagro. Nada podrá salvarlos, según la opinión -incluso- de sus propios abogados (en voz baja, claro). Es un hecho que Ríos, Prellezo y los horneros, recibirán una fuerte condena. Es más que probable, también, que Cammarata, Luna y Silvia Belawsky pasarán más años en la cárcel.

¿Está todo en orden? ¿Ya se está llegando a la verdad? El crimen parece resuelto. Pero la cadena delictiva que lo rodea no fue quebrada: la presunta organización mafiosa de Yabrán, con importantes intereses económicos, muchísimo poder, vinculaciones estrechas con el poder menemista (y con políticos de la UCR), no fue siquiera investigada. Los límites difusos de esa organización, y su actualidad, tendrían que ser indagados por la Justicia Federal.

Los misterios

El miércoles fue liberado el testigo “estrella” Carlos Redruello – “mitómano consuetudinario”, según las pericias- por falta de méritos; los fiscales no pudieron acreditar su participación en el crimen de Cabezas. Redruello se llevó consigo el misterio del arma supuestamente usada para matar al fotógrafo. El revolver se encontró -por una pista que él aportó- en poder de uno de los “pepitos”, la banda marplatense que luego fue liberada de las responsabilidades. Nunca se supo cual fue el peregrinaje de ese arma.

El hallazgo de la cámara fotográfica de Cabezas fue una prueba fundamental de la causa: confirmó los dichos de los “horneros” y su participación en el homicidio. ¿Como se encontró? Siguiendo las “órdenes” de un rabdomante. Los peritos dijeron que la cámara estuvo siempre sumergida en el canal 1 de General Conessa.

Para la ARGRA, Prellezo y Ríos son los instigadores

BUENOS AIRES (DyN).- La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) consideró ayer que el ex policía Gustavo Prellezo y Gregorio Ríos, ex jefe de vigiladores del fallecido empresario Alfredo Yabrán, fueron los instigadores del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, ocurrido a fines de enero de 1997 en una cava de la ciudad de Pinamar.

Así lo manifestaron los abogados de la ARGRA, Miguel Gaya y Ricardo Bovino, en un corto alegato en el que en ningún momento fue mencionado el apellido de Yabrán, el otrora poderoso empresario muerto en una estancia de Entre Ríos a mediados de 1998.

Los letrados de ARGRA pidieron las penas de reclusión perpetua para ocho de los nueve acusados por el crimen pero, a diferencia de la fiscalía y los letrados de la familia Cabezas, no formularon acusación contra la ex esposa de Prellezo, la también ex policía Silvia Belawsky.

En sus alegatos, los abogados de ARGRA sindicaron a Prellezo y Ríos como instigadores y «partícipes necesarios», en tanto que consideraron que los albañiles platenses integrantes de la denominada «banda de los horneros» fueron «coautores materiales» de la privación ilegal de la libertad y el homicidio de Cabezas.

A los ex policías Aníbal Luna y Sergio Camarata, en tanto, los consideraron «partícipes necesarios».

Pese a que en ningún momento se escuchó en la sala de audiencias del tribunal oral de Dolores el apellido Yabrán, el abogado Gaya aludió elípticamente al grupo que encabezaba el empresario, ya que consideró que el asesinato se cometió «para mostrar la impunidad por sobre las leyes del Estado».En cuanto a Belawsky, para quienes los alegatos anteriores habían pedido penas de 15 años de prisión o reclusión como partícipe secundaria en el crimen, ARGRA estimó que «no existen certezas» de vinculación con los hechos aunque consideró que se la debería procesar por «incumplimiento de los deberes de funcionario público».

Respecto de la presunta estafa que se le imputa por una falsa denuncia del robo de un automóvil Fiat Uno, supuestamente utilizado para el homicidio, ARGRA estimó que se trata de «un delito autónomo», por lo que se lo debería juzgar en una causa independiente. La gremial también pidió al tribunal que se investigue al comisario inspector Oscar Viglianco por su «presunta participación en el crimen».


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