Un quinto puesto muy alentador

El equipo valletano se mantiene entre los mejores del país.

Si uno se deja llevar por la expectativa que había generado el seleccionado de rugby del Alto Valle, se puede pensar que el quinto puesto en el último Seven de la República está cerca del fracaso. No es así. El equipo orientado por Horacio Liévana volvió a demostrar que está entre los mejores cinco equipos del país. Y eso no es poco si se tiene en cuenta la real ubicación del Alto Valle en el contexto del rugby nacional.

Es cierto que muchos esperaban que el balance fuera otro. Había llegado a Paraná con un equipo de grandes figuras. Los nombres de Rolando Martin y Gustavo Piergentili le daban un hándicap muy importante.

El primero venía de ser una de las mejores figuras de Los Pumas en el último Mundial; mientras que el segundo es, en estos momentos, uno de los mejores jugadores de seven del país. Pero dos jugadores no hacen un equipo. Por eso a estos dos excelentes rugbiers se le sumaron otros no menos valiosos y se logró conjugar una formación que despertó la envidia de más de uno.

Junto a ellos estuvieron Tomás, Juan e Ignacio Solari, Adrián Macsad, Rodrigo Domingo y los hermanos José y Eduardo Manson, quienes amalgamaron un juego que despertó la curiosidad de la mayoría de los entrenadores de los equipos rivales.

Es cierto también que Alto Valle pudo haber llegado a la final. Tenía argumentos de sobra para hacerlo, pero la falta de un trabajo previo en conjunto lo privó de tener un juego más armonioso en lo colectivo y por eso dependió mucho de las individualidades.

En el debut, ante Centro de Buenos Aires, no hubo inconvenientes. Se ganó con comodidad y todos se lucieron para logar una cómoda victoria por 41 a 0.

En el cierre de la ronda clasificatoria apareció Salta. Los norteños jugaron inteligentemente y no le dieron respiro. Y por eso el partido le resultó muy «chivo».

El equipo se mostró perdido, ahogado por la presión de los salteños y así se quedó sin respuestas para equilibrar un primer tiempo que se fueron perdiendo sin atenuantes por 12 a 0.

La reacción llegó de la mano de las individualidades. Fue el «Yanki» Martin, quien en un gran jugada personal salió del acoso rival y dejó a Tomás Solari a tiro del try sobre el epílogo que le permitió empatar el partido y pasar a los cuartos de final de la Copa de Oro por mejor diferencia de tries.

La charla después de partido de los jugadores y el entrenador fue muy clara. Había que mejorar para evitar sorpresas frente a los mendocinos en la siguiente ronda. Pero en ese partido ocurrió algo similar que frente a los salteños. El equipo no apareció y Mendoza, un equipo fuerte y con buen juego, lo aprovechó.

El 17 a 0 del primer tiempo dejó en claro que Alto Valle estaba haciendo las cosa mal. La reacción apareció en el complemento, pero no fue en conjunto, sino individual y por eso no se perdió. Se fue a jugar por el quinto puesto y no por el título, lo que al fin y al cabo era la gran meta.

La derrota caló muy hondo. Los reproches no se hicieron esperar. El lamento duró toda la jornada y se llegó a la conclusión que a pesar tener un gran equipo, también se necesita trabajar previamente para no improvisar, ya que los rivales son de gran categoría y no perdonan ni el más mínimo error.

Por eso en el partido para definir el quinto puesto todo fue muy diferente. Ante Córdoba -uno de las formaciones más fuerte del país- apareció el equipo que todos esperaban. Piergentili, Martin, Macsad, Domingo, Tomás Solari y los hermanos Manson aparecieron en plenitud. Se ganó el partido con convicción y jugando un rugby de nivel.

El «Yanki» demostró que en defensa es impasable; el «Gringo» ordenó el equipo y lo lanzó en los momentos justos y el resto de los jugadores sintonizaron la misma onda y fueron muy superiores a los «Dogos» de la zona mediterránea.

Fue así que se conservó el quinto puesto del año anterior. Se esperaba luchar mucho más arriba. No fue así pero tampoco fue fracaso. Se está en el camino correcto, lo único que falta es una mejor programación previa para que los jugadores puedan entrenar más tiempo juntos y no planificar sobre la marcha. Porque las improvisaciones nunca van de la mano del éxito.

Jorge Suárez


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