La historia de Jacinto Perfetti, el peluquero de 83 años que no piensa abandonar las tijeras

Desde hace 65 corta el pelo en Roca. Es un apasionado por el oficio. Del taller mecánico pasó a la peluquería.

Jacinto Perfetti se pone su chaquetilla celeste y espera a sus fieles clientes que lleguen a su peluquería ubicada en Santa Cruz, casi esquina Mitre de Roca. Tiene 83 años y hace 65 que se dedica a este oficio. No piensa en el retiro.

Religiosamente abre su local desde las 16 a las 20 de lunes a viernes. Es uno de los pocos peluqueros que solo se dedica a usar tijeras como aprendió cuando tenía tan solo 18 años.

La época dorada para él fue la década del 80. “A las 7 de la mañana llegaban los médicos y abogados para que los afeitara con la navaja. Después de pasar por la peluquería iban al Jockey Club a desayunar y luego a trabajar”, contó con nostalgia.
Esta rutina se repetía todos los días y le pagaban por mes.

De joven hizo el servicio militar y lo llevaron para ser peluquero de oficial.

“Se usaba un agua refrescante también crema suavizante”, mencionó.
El hombre afilaba con aceite y piedras todas las semanas sus 12 navajas y las pasaba por el cuero de vaca. Los clientes no fallaban.

También los visitantes que llegaban a la ciudad y se hospedaban en los hoteles de Roca les recomendaban la peluquería de Perfetti.
“La verdad que era diferente no como ahora, ya no aparecen tanto, ni eligen los cortes clásicos, van más por los modernos”, reconoció.
Aunque todavía llegan a su peluquería fieles que buscan la mano experimentada de Perfetti que casi no usa máquinas.

Del taller a la peluquería

Su padre nació en Viedma, era policía y sus abuelos italianos y españoles.
Cuando su familia llegó a Roca, de chico comenzó a trabajar. Su primera experiencia fue en el taller mecánico de la familia Righi.

“Ahí estuve tres años, me gustaba mucho la mecánica quería ser corredor de autos”, recordó.
Sin embargo, después se quedó sin trabajo. Su padre para ese tiempo se desempeñaba en la empresa Agua y Energía, le propuso aprender peluquería en un local que había en la calle Mitre y España.

A Perfetti le pareció increíble la idea porque “andaba lleno de grasa por el taller y los peluqueros para mi parecían doctores porque vestían con chaquetilla”, contó sonriendo.
Pero esto no lo detuvo y fue hasta aquel establecimiento. Allí empezó a trabajar, “no me pagaban, pero aprendí el oficio de un turco”, contó.

“En esos años éramos 14 peluqueros. Después fui al servicio militar y me llevaron para ser peluquero de oficial. Me pagaban $7.000”, mencionó el hombre.
De otro peluquero italiano aprendió usar la navaja.
Recorrió desde Mendoza hasta Buenos Aires cortando el pelo.

Perfetti transmitió su pasión por la peluquería a su hijo, su hermano y a su sobrino. Foto Andrés Maripe.

“Un día llegó un viajante de L’Oréal y me ofreció a mí y a otro colega llevarnos a cortar el pelo a Bariloche porque no se cortaba mucho con navaja allá”, mencionó.
A cambio de esta cruzada le pagaron los días y le entregaron un juego completo de máquinas. Perfetti estaba feliz con este equipo nuevo. Su primer local lo logró abrir con la ayuda de su padre en la calle Belgrano. Allí trabajo cinco años.

El hombre se emociona mientras corta el cabello de un conocido. “Todavía tengo el cartel afuera de la perfumería”, contó.
Es que antes la peluquería ofrecía fragancias.

Perfetti transmitió su oficio a varias personas. Una de ellas fue su hijo, su hermano y a su sobrino también.
La pasión de este peluquero sigue intacta. Por la mañana realiza trámites y la por tarde está listo para abrir. La peluquería que el mismo decoró mantiene la misma esencia.


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