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Una patronal demasiado cómoda

Por Hugo Alonso

Durante las últimas dos décadas, uno de los pilares para consolidar el respaldo de la mayoría de los roquenses a la gestión municipal fue la eficiencia en la prestación de servicios básicos.

Desde el 2003 en adelante, ese contrato de hecho que se refleja mensualmente en los niveles de recaudación por tasas y cada cuatro años en las urnas, se fue renovando. Incluso con etapas históricas, entre el primer y el segundo mandato de Carlos Soria, con recaudación propia alrededor del 80% y con récord de votos para las elecciones locales.

Lo positivo dentro del escenario general de municipios de Río Negro es que esos resultados se consiguieron sin alterar en forma significativa la planta de trabajadores del Estado.

Soria padre dejó un municipio con unos 1.150 empleados y su hija menor paga actualmente 1.300 salarios.

La estabilidad contrasta con otras administraciones locales de la provincia. Cipolletti, por caso, tenía 1.732 agentes al año 2020, con una población sensiblemente inferior y una distribución geográfica de su planta urbana muy similar a la de Roca.

¿Cómo hicieron las últimas gestiones roquenses para evitar que aumente el número de trabajadores?

Claramente hay una impronta personal o familiar en la relación empleador/empleado, pero también hay que recordar un dato de la historia que provocó un escenario casi ideal para cualquier intendente que pretende gobernar sin la constante presión (en algunos casos convertida casi en co-gobierno) de los gremios.

Cuando el peronismo llegó en el 2003, la organización sindical de los municipales estaba prácticamente desarticulada.

Las causas penales habían derrumbado el poderío que ostentó SOYEM durante las décadas del 80 y del 90, y en Roca la mayoría de los agentes eran “independientes”.

Esa dispersión y la ausencia de una voz unificada para debatir reivindicaciones con el gobierno local hizo que durante muchos años las políticas laborales se implementaran casi sin discusiones.

Y ese es el gran desafío para los cuatro gremios que conviven ahora, casi 20 años después, dentro el municipio.

Porque la “estabilidad” positiva es la del número de agentes, pero hay otra “estabilidad” para revisar.

La Asociación de Trabajadores Municipales recordó la semana pasada que en Roca, el 70% de los trabajadores del Estado local son contratados, con concursos para el acceso a planta permanente que están paralizados.

Los últimos que pudieron lograr la tranquilidad de tener un empleo estable son aquellos que ingresaron en el 2010. Desde entonces, todos los que accedieron a un puesto se mantienen con la incertidumbre sobre la posibilidad de quedar en la calle cada vez que se acerca la fecha de vencimiento de sus contratos.

Los gremios también reclaman cambios en el Estatuto y Escalafón. La última revisión se hizo antes del 2001, en la gestión de Ricardo Sarandría.

El gobierno actual anunció en agosto del 2020 la decisión de aggiornar las pautas que rigen para el desempeño de los municipales. Un año después, no se ven avances y el ritmo cansino ya se confunde con falta de predisposición, para mantener lo máximo posible un escenario por demás cómodo para la patronal.


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