Una tormenta de dudas

Maravilla retuvo el título en casa, pero sobran incógnitas de cara al futuro. Tiene 38 años, las lesiones lo complican y ya se habla de retiro.

BUENOS AIRES (Walter Rodríguez, enviado especial).- Pasó la tormenta, aunque a Sergio Maravilla Martínez casi lo tapa el agua. Las razones sobre el porqué al campeón mundial de los medianos versión CMB le costó tanto superar a Martin Murray son variadas. Buenos Aires no es Las Vegas, el inglés no es Julio César Chávez jr, ni Maravilla fue aquel pugilista rápido y de notable justeza que venció al hijo de la leyenda del boxeo mexicano. En esto nadie tiene la verdad y ninguna pelea es igual a otra, pero está claro que las 40.000 personas que se dieron cita en una cancha de Vélez pasada por agua esperaban más del máximo referente del pugilismo local. Quizás gran parte de la explicación de porqué a Maravilla le costó tanto vencer al duro y ortodoxo Murray, esté en la lesión que sufrió en el segundo asalto. La fractura de su mano izquierda minó las intenciones del zurdo en buscar con mayor profundidad al inglés. Es su mano más picante, la de la descarga, la que define combates. Fue la misma lesión que sufrió ante Chávez y el sábado casi le cuesta la pelea, en la primera defensa y ante su gente después de casi una década. En aquella noche de Las Vegas, el vendaje de los boxeadores fue responsabilidad de Naazim Richardson, conocido en el mundo de los puños al descubrir un material parecido al yeso, una situación que involucró a boxeadores como Tito Trinidad y Antonio Margarito. El vendaje en esa velada no quedó firme y Martínez sufrió las consecuencias. Es por eso que ante Murray, el trabajo quedó a cargo del segundo principal de Maravilla, Pablo Sarmiento. ¿Esta vez también quedó flojo o será que al argentino le faltó tiempo de recuperación? Esa es la otra pregunta que domina el ambiente. ¿Estaba realmente en óptimas condiciones físicas Martínez? Hay que recordar que inmediatamente después de la pelea con Chávez, Martínez no sólo tuvo que recuperarse de la mano izquierda sino también de una operación en la rodilla derecha. Antenoche quedó la sensación de que al campeón le cuesta desplazarse con comodidad, como si arrastrara su pierna derecha. Desde la pelea con Chávez pasaron siete meses, de los cuales casi cuatro Martínez los tuvo que dedicar a su recuperación física tras las operaciones. Un tiempo demasiado valioso para enfrentar a un boxeador como Murray, ocho años más joven, invicto y que demostró no ser un bocado fácil como muchos imaginaron en la previa. Todo lo contrario. Más allá del natural apego de Martínez al gimnasio, contra la cuestión cronológica nada se puede hacer. El campeón carga ya con 38 veranos y para su próxima defensa tendrá 39, ya que cumple los años el 25 de febrero. Y si se tienen en cuenta las palabras post combate de su manager Sampson Lewkowicz de no hacerlo combatir en lo que resta del año, es evidente que a Maravilla no le queda mucho hilo en el carretel. Sampson no quiere exponer a su joya. Martínez necesita primero tiempo para recuperarse y después ver qué hace con su futuro. El manager entiende que es preferible asegurar una defensa más, que apurar dos con el riesgo de que todo se vaya por la borda en la primera. Es que ese es en definitiva el margen que le queda al de Quilmes: uno o dos combates más antes del retiro. En el boxeo la edad es el principal enemigo, también para Martínez a pesar de que jamás le escapó al rigor de la preparación física para encarar una pelea. Antenoche, a Martínez lo salvó el coraje y su corazón de campeón para jugarse el todo por el todo en los dos últimos asaltos. Allí fue en definitiva donde dio vuelta una pelea que venía con tendencia negativa. Murray cometió la equivocación, quizás por plan de pelea o por respeto hacia el campeón, de mostrarse demasiado pasivo en los primeros cinco asaltos donde Maravilla supo acumular ventajas round a round sólo valiéndose de su estilo y por tirar más golpes que su rival, quien recién a partir del séptimo asalto se acordó para qué estaba en el ring. Tanto que el octavo tiró al dueño de casa. Fue la cuarta caída de Maravilla en ocho combates, con la particularidad de que a pesar de tocar la lona, terminó ganando todas esas peleas. Murray se acordó tarde de ir en busca del campeón. Es probable que haya buscado reservar fuerzas para el final sabiéndose más fuerte que Martínez. Estuvo cerca pero no le alcanzó para desbordar a Maravilla, quien condicionado por la fractura de la mano izquierda y a diferencia de la pelea con Chávez, tuvo que ir en busca de los últimos dos asaltos para voltear a su favor un fallo que hasta ese momento era incierto. La entrega final de Maravilla en el combate sirvió para que la gente despidiera a su campeón como quería, aunque la balanza de las emociones no se inclinó lo suficiente. Buenos Aires no fue Las Vegas, pero el cinturón quedó en casa. Así, quedó abierta la posibilidad de que Martínez y su gente se den otra oportunidad en el camino hacia la idolatría.

Las caídas que sufrió el campeón en las últimas ocho peleas. Siempre salió a flote y después cantó victoria. Con el triunfo del sábado en la cancha de Vélez, quedó con un récord de 51-2-2, con 28 KO.


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