Vacunadores: historias detrás de las enormes dosis de esperanza

El 29 de diciembre de 2020 fue un día histórico. La pesadilla de la pandemia empezaba a encontrar una salida con las primeras dosis de la vacuna, que recibieron los trabajadores de la salud. En Viedma, la primera en recibir la Sputnik V fue Irene Alonzo, bioquímica del Artémides Zatti; en Bariloche, Karina Farías, jefa de Enfermeras de Pediatría del Hospital; en Cipolletti, Valeria Arizaga, médica del Servicio de Neonatología del Moguillansky; en Roca, Néstor Anabalón (foto), enfermero de terapia de la Clínica Roca.


La abuela orgullosa

Desde hace 26 años Liliana Vides es agente sanitaria. Y desde diciembre está en el vacunatorio viedmense.

«Lo conmovedor es que estamos atravesados por las cosas que nos cuenta la gente, por las personas fallecidas, o por los que la pasaron muy mal. Yo les doy la bienvenida y les digo que me da gusto ser parte de esa alegría” por eso “creo que este fenómeno va a tener que ser analizado y estudiado, no sólo con respecto a la medicina, la prevención o lo inmunológico, sino lo social porque se dan cosas muy fuertes”.

Agregó que “en estos días donde naturalizamos empezar el día con un informe de la cantidad de muertos, estar acá me conmueve mucho y me da mucho gusto participar”.

Liliana Vides, Agente sanitario Foto Marcelo Ochoa

“Cuando mis nietos me pregunten ´abuela qué hiciste en la pandemia´: yo voy a poder decirles vacuné y eso es un orgullo”.

Liliana Vides, agente sanitaria. Viedma.

Por último, sostuvo que “siempre los programas de inmunizaciones para los que hacemos la atención primaria de la salud es una impronta que tiene que ver con una política de prevención, de algo que hacemos todos los años, pero esto es muy fuerte”.



“Detrás, hay historias: voy a poder ver a mis nietos, te dicen”

“La gente entra a vacunarse con lágrimas en los ojos y cuando les tomás el brazo, muchos largan el llanto”.
Cuando Laura Vera egresó como agente sanitaria en el 2017, jamás imaginó que tendría que trabajar en una pandemia. Pasó de atender a los primeros enfermos por Covid-19 en los hoteles de Bariloche a vacunar a la gente. “En cada aplicación, siento que le transmito esperanza a la gente”, admite sin ocultar emoción.

Laura Vera vacuna en el gimnasio municipal N°1 de Bariloche. Foto: Marcelo Martinez


Luego de recibirse, Laura estuvo sin trabajo varios años hasta que la contactaron del hospital Ramón Carrillo al comienzo de la pandemia para atender a los primeros pacientes con Covid-19 alojados en hoteles. “Me generó emociones encontradas porque tengo una nena con diabetes tipo 1 así que tenía miedo de exponerla. Pero, por otra parte, sentía la necesidad de salir a trabajar. Gracias a Dios nunca pasó nada”, cuenta hoy esta mujer de 31 años mientras aplica la segunda dosis de la Sputnik a adultos mayores.
Cuando trabajaba en los hoteles, la vacunación le parecía ciencia ficción. Pero una vez que comenzaron a llegar, se sumó a la capacitación. “Sabíamos que, de alguna manera, los agentes sanitarios somos las extensiones de las manos de los enfermeros para vacunar”.
En un principio, el mismo grupo que vacunaba convocaba a la gente por teléfono. Poco a poco, el equipo se fue organizando. “Detrás de cada vacuna, hay una historia. Voy a poder ver a mis nietos, te dicen. O te cuentan que tienen familiares o amigos fallecidos. Las emociones están a flor de piel todo el tiempo”, reconoce.


“Me tocó vacunar a compañeros que habían perdido familiares”

A sus 45 años, Clarisa Cole jamás había imaginado que la vida la llevaría a transitar una pandemia en un lugar tan sensible como es el área de vacunación.
Esta licenciada en Enfermería, que desde hace más de un año trabaja en ese sector, en Roca, dice que el covid-19 no sólo la cambió en lo personal y familiar sino también en su propio ámbito laboral.
A veces le parece que el 2020 está muy lejos. “Yo estaba en el primer nivel de atención, pero en marzo la vida me cambió no sólo a mi sino a todos”, dice esta trabajadora, que desde hace 22 años trabaja en Salud Pública.

Clarisa Cole, una de las vacunadoras que trabaja en la Colonia Penal de Roca.


“Esas medidas generaron mucho temor en la gente por el miedo de morir. De pronto, se redujo nuestro trabajo porque el grupo al que apuntábamos (embarazadas y niños) prefería quedarse en su casa”, explicó Cole.
Desde lo personal, las restricciones también dejaron una huella en su entorno familiar.

“Por un año a mis padres -que viven en Villa Regina- sólo los saludabaa través de videollamada y con mis hijos tomaba todas las medidas para evitar posibles contagios. Fueron momentos muy difíciles”

Clarisa Cole


Para Clarisa, el miedo al covid comenzó a transformarse en esperanza el 29 de diciembre cuando llegaron las primeras aplicaciones destinadas al personal de Salud.
“Fue una emoción a nivel personal y profesionales. Me tocó vacunar a compañeros de trabajo que habían perdido familiares en la pandemia”, recuerda. Ahora, está abocada de lleno al vacunatorio de la Colonia Penal. “Hoy, muchas de las personas rompen en llanto, se emocionan porque saben que de esa manera pueden hacer frente a la pandemia”.


Una gratificación para sus hijos

Raquel Cayú es enfermera, con 27 años de experiencia y un último paso por el hospital Zatti de Viedma -previo a la pandemia- por el sector de Pediatría. Luego se sumó al plantel de profesionales que trabajan en el Centro de Atención Primaria de la Salud del barrio Zatti, también conocido como IPPV.

“Nosotros, además de hacer nuestra tarea diaria, en nuestro centro de salud donde también completamos calendarios de vacunas, hacemos todas las tareas como enfermeros y tratamientos ambulatorios veníamos para acá” al vacunatorio que funciona en el gimnasio municipal “Fioravanti Ruggeri” y “a veces, es cosa de todos los días”.

Sobre su experiencia contó que “la mayoría de la gente viene contenta a vacunarse, por lo menos los que me tocaron a mí, y lo hacen así porque también llevó un tiempo de espera, son pocos los que no quieren recibir la vacuna” y en ese contacto diario “le comentas a la gente que son enfermera, donde trabajamos y les explicamos los cuidados necesarios para después de la vacunación”.

Raquel cayü , Enfermera del hospital Zatti. Foto Marcelo Ochoa

«Es un esfuerzo muy grande para todos nosotros, porque estás muchas horas fuera de tu casa y tu familia también te empieza a reclamar. En mi caso mi marido también es enfermero, en la parte de maternidad. Los hijos lo entienden, pero te reclaman. Aún así, esta tarea me gusta a pesar del sacrificio, del cansancio, porque sé que estoy cumpliendo el sueño de mucha gente que está esperando la vacuna», dice.

Es gratificante también por dejarle esta visión a mis hijos, de su mamá trabajando como enfermera en un momento como este”.

Raquel Cayú, Viedma

“Muchos vienen, se vacunan, y se ofrecen a ayudar”

Ailín Frades tiene 33 años y participa de la campaña de vacunación en Neuquén desde que comenzó, en diciembre. Se inició profesionalmente como enfermera en el centro de salud de Colonia Rural Nueva Esperanza.
Además de vacunadora, ella es la encargada de la operatividad de las locaciones.


“En todo este proceso, que lleva más de seis meses, hemos visto el cambio generacional que te hace planificar la jornada, repensarla, porque cada grupo etario tiene sus particularidades. El adulto mayor, por ejemplo, viene re temprano, como en el banco, y la gente joven no tanto”, cuenta Ailín.
Agrega que “la gente agradece muchísimo. De hecho muchas veces vienen, se vacunan y se ofrecen para ayudar. Nosotros también estamos agradecidos de toda la colaboración y participación que tenemos”.


“Estar vacunando es una sensación que no se iguala a ninguna otra cosa

“En este tiempo de pandemia nosotros perdimos compañeros de trabajo, amigos, vecinos, y familiares. Hoy, estar vacunando a la gente para darle herramientas que le permitan sobrellevar un poco mejor la enfermedad, es una sensación especial que no se iguala a ninguna otra cosa.”
La enfermera Isabel Vivanco con casi tres décadas en el sistema de salud, es parte del equipo de atención primaria, que integran una docena de profesionales del hospital “José Cibanal”. Todos ellos están abocados al sector del vacunatorio.

“Lo que estamos haciendo hoy los vacunadores, aplicando las dosis para darle pelea a este virus es histórico, porque la gente está deseosa de vacunarse y te trasmiten esa emoción . La mayoría de las personas termina llorando y eso es muy fuerte.”

Isabel Vivanco



Luego de largas horas de trabajo, el grupo de profesionales muestra agotamiento, pero ellos aseguran que todo se ve y se siente distinto dentro del corazón “porque lo llenan de alegría y felicidad luego de cumplir con la misión”.

Los profesionales suelen pasar más de 10 horas por día vacunando a todos los que fueron convocados por los equipos de Salud para lograr llegar a un numero de entre 400 y 450 personas por jornada. “Cada día es como si fuera el primer día, con las emociones cruzadas, porque hay gente que te dice que tiene miedo de morirse”, dice. Y agrega: “Nunca habíamos mirado tanto tiempo la televisión viendo expectantes llegar un avión desde distinto puntos del mundo, cargados de vacunas y saber que en pocos días tenemos dosis acá. Antes de la pandemia la gente no se acercaba para vacunarse y hoy pasa todo lo contrario y todos saben de vacunas.”
El equipo de Río Colorado está integrado por Rossana Garrido, Ana Echeverría, Olga Mellao, Delva Carriqueo, Mónica Campos, Mónica Franco, Norma Mardones, Marina Rosas Abigail Orellano, María Rosa Colos, Marta Carta, Mabel Miranda, Mabel Picabea.”


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