Veganismo crece en el país pero advierten la necesidad de una dieta equilibrada

“El fundamentalismo no lleva a ningún lado”, alertan especialistas. “Mmuchos, lamentablemente, no siguen dietas planificadas”, agregan.

Argentina experimenta desde hace años un fuerte avance del veganismo, una tendencia que probablemente confirmará la próxima Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENMYS), aunque los expertos advierten que, más allá de las opciones personales, la salud exige siempre una dieta equilibrada.

Según Naciones Unidas, Argentina es el décimo mayor consumidor mundial de carne pero Manuel Martí, director de la Unión Vegana Argentina (UVA), dijo que el crecimiento del veganismo en el país es “exponencial”.

El aumento del veganismo puro (antes conocido como vegetarianismo) en todo el mundo incluye a los “flexitarianos”, quienes de forma excepcional comen carne pero practican la dieta vegana por considerarla más saludable o para cuidar el medio ambiente ya que la producción de carne genera gases invernadero, en particular el metano del ganado vacuno.

Martí, de 62 años y quien hace 44 no come carne, celebra que cada vez haya más veganos, más allá de que lo hagan por gusto o por salud, y recuerda que en el 2000, cuando se formó la actual UVA (antes, Unión Vegetariana Argentina) fue la primera entidad en promover el veganismo.

Sin embargo, para expertos como Silvina Tasat, licenciada en nutrición y miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), esto tiene un costado preocupante.

“Cada vez vemos más veganos, es notorio el aumento, pero el problema es que muchos, lamentablemente, no siguen dietas planificadas”, asegura la especialista.

En general, los nutricionistas ven el aumento del veganismo como “algo peligroso” ya que muchas veces pasa “por una cuestión de moda y esto puede terminar en trastornos alimentarios, además de la falta de nutrientes”, indicó Tasat.

Es común que las personas dejen de comer carne o derivados de animales creyendo que van a suplantar todo con las proteínas de las legumbres, que por ejemplo, carecen de aminoácidos clave, advierte la especialista.

Veganuary (veganuary.com) la campaña global que se hace en 115 países cada enero para animar a la gente a probar una alimentación vegana, tuvo este año 168.000 participantes contra los 3.300 de 2014.

En Argentina, el “Vegan Fest” anual realizó en noviembre pasado su 14 edición con “más convocatoria que nunca”, en un final de semana de comidas, recetas, charlas y talleres con nutricionistas y técnicos ambientales que recibió el récord de 6.740 inscriptos a través de su página web (www.vegfestargentina.org), según los organizadores.

En tanto, en los supermercados locales es cada vez más usual encontrar la leche de nuez, de avena, de soja o de almendras.

“Somos el único mamífero que toma leche de otra especie, después de la época de lactancia, algo totalmente antinatural”, argumentan los veganos.

Pero Tasat objeta: “No le digamos leche. Es un jugo o suplemento. El calcio de origen vegetal no tiene la misma biodisponibilidad (capacidad de ser aprovechado). No es lo mismo un vaso de leche que uno de soja, mijo o almendras”.

La especialista matiza la diferencia entre una dieta vegana y otra ovo-lácteo-vegetariana y afirma que la cuestión pasa por que esté balanceada.

“Una buena alimentación vegetariana reduce enfermedades crónicas transmisibles (diabetes, sobrepeso o hipertensión), pero el fundamentalismo no lleva a ningún lado”, remata.

Telam


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