Vía muerta

Aun cuando el gobierno nacional no tuviera que procurar esquivar el piquete financiero que ha organizado un grupo de acreedores tenaces que, tal y como están los cosas, lo obligará a resignarse a perder aún más reservas, seguiría siéndole sumamente difícil reactivar la economía en los meses próximos. Además del manejo errático de la deuda externa, un problema que el gobierno supuestamente había arreglado varios años atrás, factores como la inflación, que roza el 40% anual, y la caída pronunciada del consumo atribuible a la merma del poder adquisitivo de amplios sectores de la población, se han combinado para generar un clima de desconfianza tan pesado que está incidiendo de manera muy negativa en todas las actividades económicas. Parecería que virtualmente todos los empresarios e inversores en potencia han decidido que, dadas las circunstancias, les sería mejor limitarse a esperar hasta que un nuevo gobierno, de ideas muy diferentes de las reivindicadas por los kirchneristas y de conducta radicalmente distinta, ponga en marcha su propio programa que, se prevé, sería mucho más “ortodoxo” y menos intervencionista que el de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ministro de Economía, Axel Kicillof. Si bien desde enero el gobierno está tratando de manejar la economía conforme a pautas más racionales que las insinuadas por la propaganda oficial, no ha podido convencer a los escépticos de que en adelante actuará con mayor realismo. Así, pues, tanto en el sector privado como en muchas reparticiones estatales, en especial las provinciales, la mayoría ha llegado a la conclusión de que lo mejor sería intentar aguantar hasta que otros se encarguen del manejo de la economía nacional, limitándose a minimizar las pérdidas, en cuanto les sea posible, con la esperanza de estar en condiciones de aprovechar las oportunidades futuras. Tal actitud no motivaría preocupación si la gestión de Cristina estuviera a punto de concluir, pero sucede que aún cuenta con un año y medio en el poder, 18 meses que parecen destinados a verse dominados por la estanflación y por conflictos laborales. De ser parlamentario el sistema político nacional, el gobierno ya hubiera invitado a los dirigentes opositores más influyentes a colaborar en la búsqueda de soluciones para el problema planteado por los holdouts, despejando así el camino para que la crisis económica fuera tratada como una emergencia nacional. Es lo que han estado pidiendo dirigentes como Mauricio Macri, Sergio Massa y, a su modo particular, el gobernador bonaerense Daniel Scioli, frente a la reaparición repentina, y para muchos imprevistas, de la deuda externa como un tema insoslayable. Señalan que por ser cuestión de algo que nos afectará por mucho tiempo, no es un problema de un gobierno determinado sino del país en su conjunto. También lo es el planteado por el agotamiento evidente del “modelo”. Sin embargo, es tan fuerte la resistencia del gobierno a prestar atención a quienes no se sienten plenamente comprometidos con su propio ideario, que es poco probable que Cristina, aleccionada por lo que acaba de suceder en el frente externo, permita que los opositores políticos más importantes, de los que algunos, al fin y al cabo, terminarán heredando el desaguisado que se ha creado, compartan ciertas responsabilidades económicas. Hasta hace poco, algunos estrategas kirchneristas daban a entender que estaban convencidos de que les sería dado alcanzar diciembre del 2015 sin sufrir demasiados contratiempos, ya que, con suerte, en la segunda mitad del año corriente la economía comenzaría a recuperarse, mientras que muchas inversiones llegarían antes de completarse la transición. En su opinión, a Cristina le convendría que sus sucesores se vieran constreñidos a aplicar lo que denostaría como un “ajuste neoliberal” con el propósito de sacar provecho político de su propia miopía, como en efecto han hecho en diversas oportunidades muchos otros populistas. Pero, desgraciadamente para la presidenta y sus incondicionales, la crisis está agravándose con demasiada rapidez como para que puedan darse el lujo de negarse a tomar medidas para ahorrarnos una crisis tan devastadora como las que estallaron al aproximarse a su fin otros ciclos económicos que, luego de beneficiar políticamente a los gobiernos responsables, terminaron hundiéndose en el caos.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.124.965 Director: Julio Rajneri Codirectora: Nélida Rajneri de Gamba Vicedirector: Aleardo F. Laría Rajneri Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA – Miércoles 25 de junio de 2014


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