Detonaciones controladas: así trabajan por la seguridad los patrulleros el Cerro Catedral

Mientras todo duerme en Bariloche, el equipo de Patrulla del Cerro Catedral se mueve con precisión quirúrgica. Entre explosiones controladas, helicópteros y frío extremo, trabajan para que miles de esquiadores disfruten la nieve con seguridad. Una crónica desde adentro, con la voz de quienes vigilan el invierno.

Los nuevos sistemas Obell’x permiten hacer detonaciones remotas y seguras para prevenir avalanchas.

Mientras la mayoría duerme, ellos ya están arriba. Cuando todavía la montaña está en penumbras y los copos nuevos caen, en lo alto del Cerro Catedral suenan explosiones. No son accidentes, no son alarmas. Son detonaciones controladas, disparadas con precisión matemática desde lugares estratégicos. Marcan el inicio de un nuevo día para el equipo de Patrulla, ese que prepara la montaña mientras la ciudad bosteza.


“Entran a trabajar los chicos de las máquinas y los de fabricación de nieve a la noche, y a la mañana nosotros ya pasamos a ser responsables de la operación hasta que cierra y se va el último esquiador”, cuenta Diego Oyarzun, responsable del equipo de patrulleros, mientras se ajusta la campera de abrigo. Desde 2012 sale todas las mañanas a recorrer el cerro.

El día arranca temprano. A las 7:45 están arriba, colocan cartelería, colchones de protección en las torres y arman las pistas. La máquina pisa la nieve desde la noche anterior, cuando el centro cierra. Ellos entran después, son 44 patrulleros y 12 auxiliares en formación. Los que recién empiezan observan, aprenden, se entrenan para ser pisteros con todas las letras.

Pero no todos los días son iguales. “Ayer el día comenzó de manera diferente”, recuerda Diego. “Debíamos colocar uno de los Obell’x. Son unos aparatos que funcionan con una mezcla de gases y se activan con un equipo electrónico que están en lugares estratégicos de la montaña. Como están en lugares de difícil acceso, para no exponer personal, se hace con esta tecnología. Se provoca una explosión y la expansión genera una avalancha”.

La explicación técnica suena simple, pero esconde toda una ingeniería de seguridad. Se llama PIDA: Plan de Intervención de Desencadenamiento de Avalanchas. “Se activa por pronósticos. Cuando se considera que la cantidad de nieve demanda un PIDA, se interviene. Con tiros manuales en los lugares que podemos acceder o con estas tecnologías en lugares más inaccesibles”, detalla.

Cada mañana, 44 patrulleros y 12 auxiliares recorren el Cerro Catedral antes de que lleguen los esquiadores.


Ese día, el Obell’x fue trasladado desde la base en helicóptero. Y hay un mapa de tiro, con puntos marcados en la montaña donde históricamente se registraron avalanchas. Allí se apunta y se minimiza el riesgo. “No se hace porque sí”, aclara Diego. “Los que trabajan en esto están capacitados y entrenados. Son cursos que se hacen en Minería, de manipulación de explosivos”.

Aunque suene contradictorio, las explosiones traen calma. Porque permiten abrir la montaña con el menor riesgo posible. “Si bien el riesgo cero no existe, se trabaja para minimizarlo al máximo y abrir la montaña de la manera más segura”.

Diego ama el invierno, aunque admite, sufre el frío. “Obviamente lo padecés, te mojás, pero el que elige esta profesión lo hace sabiendo que va a convivir con el frío”, dice.

Durante años fue guía de montaña. Llegó a Bariloche en pandemia y decidió cambiar el rumbo. Hoy, dice, celebra esa decisión. “Trabajar en la montaña te hace entender otras cosas desde el preparativo, desde cómo se ve, cómo en verano se prepara todo para el invierno.

En verano también trabajo acá, con el público peatón, y ahora con esquiadores. Me empecé a capacitar más en Catedral con el tema de explosivos y manejo de evacuación vertical, más lo que traés por ser guía”.

El paisaje cambia todo el tiempo, y los turistas también. Por eso hay que estar siempre listo, siempre atentos. “Cada vez tenemos más turistas, y el público es otro. Antes era más tranquilo, más familiar. Ahora abre un nuevo medio de elevación y lo primero que busca la gente es lo que no está pisado. Por eso hay que estar capacitado y atento a la seguridad. Muchos conocieron otras cosas después de la pandemia y buscan el esquí de montaña. Y cuando compran un pase de esquí, quieren el acceso a esos lugares”.

La montaña ya no es lo que era, pero el trabajo de quienes la cuidan se mantiene firme, silencioso, temprano. Mientras el resto duerme, ellos ya están ahí arriba, escuchando la nieve crujir bajo sus botas, preparando el terreno con explosiones, mapas, previsión y mucho temple. Cuando el primer esquiador abrocha sus botas y mira hacia la ladera, probablemente no sepa que esa pista recién abierta fue chequeada al milímetro. Pero la seguridad, en la montaña, siempre se escribe en silencio.


Esquiar en el cerro Catedral


El Cerro Catedral se consolida como el epicentro del invierno patagónico. Tras una exitosa jornada de apertura el domingo 29, el centro de esquí ya está en marcha. Ofrece 1.200 hectáreas esquiables, más de 100 kilómetros de pistas, 27 medios de elevación con capacidad para transportar 35.000 personas por hora, una red eléctrica soterrada, fibra óptica, y un sistema integral de fabricación de nieve TechnoAlpin.

Abre todos los días, con un horario de 9 a 17 horas. Desde la administración, se recuerda a los visitantes la importancia de esquiar siempre por los sectores habilitados.

Los pases tienen una tarifa con el mismo valor del año pasado, a 115.000 pesos diarios para los esquiadores y snowboardistas. Los pases para peatones salen $36.000 o 28 dólares.

Están disponibles en la tienda online y en puntos de venta estratégicos: desde la boletería de la base Amancay hasta el aeropuerto de Bariloche, pasando por locales en Buenos Aires. Cada punto, cada paso, cada acceso forma parte de un engranaje diseñado para hacer que el invierno fluya, sin tropiezos.

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