Día Nacional del Mate: la increíble historia del hombre que creó un museo para honrar este ritual que nos une

Está ubicado en un edificio histórico del centro porteño. El espacio reúne piezas únicas, tradición y memoria matera. Detrás está Alberto Plaza, un coleccionista que recorrió pueblos, ferias y rutas durante más de cuarenta años para construir este sueño.

En Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes describe las costumbres del gaucho con el mate: “… En torno al fogón, casi apagado, concluía de matear la peonada y ligué tres amargos que me despertaron un tanto”. La frase puede pintar el corazón de Alberto Plaza, un ciudadano bonaerense de Sierra de la Ventana al que el alma le rebasa de valores pueblerinos y amor al mate, a las costumbres criollas.

Museo del Mate: Beto y los comienzos de una pasión


En el partido de Tornquist eligió vivir con su mujer y sus hijos y abrir el primer Museo en 2008, pero desde hace dos meses la vida y esos destinos lo llevaron a jugar una patriada en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.

Este 30 de noviembre se celebra el Día Nacional del Mate. El 7 de diciembre quedará inaugurado oficialmente con un mega evento en el que habrá corte de cinta de autoridades gubernamentales, el baile del pericón en plena Avenida de Mayo por parte de las parejas del Instituto de Arte Folclórico, la banda de Patricios y la presencia de treinta productoras de yerba mate.

Con el apoyo de la empresa administradora “Pasiones Argentinas”, con su gerente y amigo Diego Carosella, otro bonaerense de Punta Indio, apostaron al Museo del Mate donde la construcción será constante, a partir de nuevas donaciones y más vitrinas que irán contando la historia de la infusión.

Entre clásicos y rarezas, la colección invita a redescubrir la historia y los rituales que acompañan al mate desde hace siglos. Foto gentileza.

En una fotografía ubicada en una vitrina está el documento que atestigua cómo fue la primera estantería, que armó el 20 de junio de 1979, en una casa de veraneo en Pehuen Co, en lo que son las mismas playas de Monte Hermoso, donde después puse un parador con el hermano del ex delantero Esteban “Bichi” Fuertes.

Todos los sueños se van cumpliendo desde que el mate y su historia tienen un espacio icónico en el corazón porteño donde el turista y el residente ven los objetos más impactantes, desde el “mate de la Patria” que se realizara para el centenario de 1910; el “mate silbador”, de los dueño de estancias o fábricas, hechos de porcelana y con un pajarito en el asa, para poder silbar y así llamar al personal (“hacían de campanilla”); mates “galletas”, “mates raros” y hasta una vitrina con mates rotos. Además, existen calentadores, cocinas a leña y una de las primeras a querosene, termos, publicidades, latas antiguas donde antes se vendía la yerba mate.

Un espacio que combina patrimonio, historias de vida y la pasión por una bebida que atraviesa generaciones. Foto gentileza.

Beto es de emocionarse y ante determinados momentos en su cara de descubren algunas lágrimas que piden salir. Toda una vida de luchas, constantes sacrificios en busca de un destino. Nació el 28 de marzo de 1960, ahora dice que “el 30 de noviembre voy a cumplir años también”. Es que el país tiene su fecha para el matero y ese es el Día Nacional.

El Museo declarado «el kilómetro cero de la ruta de la yerba mate en la República Argentina», por las autoridades del INYM será inaugurado el próximo 7 de diciembre. El lugar es lujoso: un edificio protegido donde funcionó el Bazar Inglés -vecino al Café Tortoni- hace más de ciento cincuenta años, muy cerca de la Casa Rosada.

“Juré la bandera y me llevé el mate de la conscripción, desde el día que salí del servicio militar en el comando quinto cuerpo del Ejército en Bahía Blanca, no dejé de buscar mates. Trato de tener un mate de cada lugar de mi país”, afirma el coleccionista. Pero además hubo compras en el exterior. “En una isla de Italia, de vacaciones, me hice hacer un mate. A veces nos privábamos de estar un día más de vacaciones para comprar algo”.

Equipo de mate, kilómetros y su paso por la Patagonia


A bordo de una camioneta “Beto” y su mujer Anabel recorrieron el territorio nacional, “siempre con el mate… que es amargo y hace todo muy dulce”.

Llegaron un buen día a Río Colorado donde conocieron a Séptimo Romeo, hombre multifacético, y productor en su finca frutihortícola Los Rosales de Sabina, pero además con una colección de mates que alcanzaría los trecientos. Con él charlábamos de Malvinas, de René Favaloro y de Luis Landriscina”, relata Plaza.

El Museo del Mate ofrece un viaje sensorial y afectivo por las tradiciones que sostienen esta costumbre compartida en todo el país. Foto gentileza.

Disfrutar de la vida y del mate en ronda lo llevó a conocer otros pueblos donde encontró personas con otras colecciones. Citó de memoria a Daniel Biordomenico, que vive en el paraje La Niña, en la localidad de 9 de Julio; a Silvia Castro, de un pueblo cercano a Trenque Lauquen; a “Nuchi” Spinella, de Olavarría; a Cirilo Pati, de Los Toldos; a Cipriano Lavalla, de Ayacucho; a Alejandra Castro, de Quenuma, y a Sergio Foglia, de Neuquén, denominado El recolector de mates.

“Sergio es de los pagos de Roberto Mouras (automovilista histórico) y pasó un día por Sierra, acá le regalé un mate con la foto del recordado piloto”. Plaza siempre menciona a su primer museo ubicado en las calles José Hernández y Homero Manzi, declarado de interés cultural por la comarca de Saldungaray, que dicho sea de paso “es otro bello lugar que lleva el reconocimiento de la UNESCO como uno de los pueblos más lindos del mundo”.

Por último, recordó sus años de juventud, en busca de horizontes. Corría el año 1975 cuando salí destino a Viedma en busca de trabajo. Frente a la plaza principal veo un cartel que decía ‘necesito vendedor de Helados’, el comercio se llamaba Pucon Pay, de una muy buena familia Rudi Burgos, que también tenía fábrica de churros. Ahí pase un verano hasta que llegó el invierno y me enseñaron a hacer churros que también salíamos a vender. Uno de los lugares que más me gustaba era ir a Prefectura Naval, me reconocían y todos me compraban. Además, en Viedma me encontré con mi querida tía Negrita Montero, quien se preocupaba mucho por mí”, rescató de lo más hondo de su alma el conservacionista de mates más grande del mundo.

Caa yarí, la yerba mate


El 30 de noviembre es el “Día Nacional del Mate”, en conmemoración del nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, también conocido como “Andresito”, ahijado de Artigas, que fue el primer gobernador indígena en estas tierras, luego de la llegada de los españoles.

La fecha fue establecida por el Congreso de la Nación, por Ley Nº 27.117, sancionada el 17 de diciembre de 2014 y promulgada el 20 de enero de 2015.

Andresito nació el 30 de noviembre del año 1778 (presumiblemente) y llegó a ser comandante general de la provincia de Misiones, entre 1811 y 1821. Fomentó la producción y distribución de la yerba mate. Algunas suposiciones lo dan por nacido en São Borja, Río Grande do Sul, Brasil, o bien en Santo Tomé, Corrientes, frente a la anterior.

Un museo que celebra el mate como identidad, tradición y puente entre las regiones del país. Foto gentileza

Museo del Mate: el padrino Luis Landriscina y la madrina Soledad Pastorutti


El museo del Mate en CABA está feliz por su comienzo a toda emoción, con la presencia del humorista, actor y cuentista Luis Landriscina,  que el pasado 25 de octubre arribó a la sala con varios amigos veteranos de la guerra de Malvinas.

A poco de cumplir 90 años, don Luis afirmó que «el mate es la bebida nacional y no así el vino». El aplauso más alto fue tras recitar la introducción de la canción «Como un cisne», cuya letra fue escrita por Landriscina en el período de pandemia.

Luis Landriscina, padrino del museo del mate, un rito, compañía y símbolo cultural argentino. Fots gentileza.

Un chamamecito que lleva los acordes del acordeonista Hernán Crespo y la voz del cantante Hernán Pennisi. “Lo que son las cosas, a Crespo lo conozco en Tornquist, donde eligió ir de vacaciones y un día llegó a nuestro museo”.

En estos días, las autoridades se preparan para recibir a la madrina Soledad Pastorutti, quien ya pronunció con su voz emocionada su agradecimiento “por pensar en mí para ser la madrina de un lugar emblemático como el Museo del mate, que nos ayuda a a compartir, a dialogar y a comprender al otro”.


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En Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes describe las costumbres del gaucho con el mate: “… En torno al fogón, casi apagado, concluía de matear la peonada y ligué tres amargos que me despertaron un tanto”. La frase puede pintar el corazón de Alberto Plaza, un ciudadano bonaerense de Sierra de la Ventana al que el alma le rebasa de valores pueblerinos y amor al mate, a las costumbres criollas.

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