«Es muy lindo trabajar así», la vida de un guardaparque al pie del volcán Lanín

El guardaparque Guillermo D'Oliveira hace 32 años que trabaja en el Parque Nacional Lanín y desde allí desnuda las cosas más lindas de esta reserva.

Ese día el guardaparque Guillermo D’Oliveira sintió una emoción que había esperado por años. Avanzaba solo por uno de los caminos de las Termas Del Queñi, era un día de mucha lluvia y en la orilla, parado, el pequeño animal, parecía estar esperándolo. Sacó su celular, retrató al pudú y celebró una vez más estar en el Parque Nacional Lanín, ese lugar parecido al paraíso en el que vive y trabaja con pasión desde hace 32 años.

Hoy se conmemora el 86 el aniversario del Parque Nacional Lanín, ubicado al suroeste de la provincia del Neuquén. La reserva tiene una superficie de más de 412 mil hectáreas protegidas, un volcán, que claro, se llama Lanín, alberga a siete comunidades Mapuches, 24 lagos, 770 especies de flora y tres localidades.

En los paisajes de la cordillera, sus paisajes.

Desde la Delegación Centro, en la que es coordinador Guillermo hablaba esta semana de las bellezas, las complejidades y oportunidades de un lugar único. “Es muy extenso. Está dividido en tres zonas: centro, norte y sur. Mi jurisdicción va del Lago Lolog, hasta el Lago Quillén y la sede está en Junín de los Andes».

Según el guardaparque en los últimos años el parque vive una nueva realidad que está relacionada con la llegada de cada vez más turistas.

“Se potenció la llegada de turistas, se hizo más masivo. Las redes sociales aportan imágenes y la gente busca estar en contacto con la naturaleza, conocer. Cambió el uso del parque, vienen a visitarlo no solo en temporada de verano, si no en otoño e invierno y nosotros a aquí estamos, como siempre”, relató.

En su área, la zona que más visitan es Huechulafquen, Paimun y Epulafquen, en la que hay dos comunidades Mapuches sumamente preparadas para la atención de los que llegan y son vanguardia en gestión de turismo.

«Tenemos el volcán Lanín, con todas las actividades que se hacen ahí, la Cuenca Curruhue y Termas que es un área muy linda, entre la estepa y la selva Valdiviana. Para esta temporada, todo sigue habilitado. Hoy los factores climáticos se pueden prever y el otoño es maravilloso para hacer trekking, sacar fotos, ir a miradores o a la base del volcán”, recomendó Guillermo.

Con teléfono en mano, hablaba desde ese lugar abarrotado de naturaleza y aire puro. Recordaba el día anterior, en el que había hecho una recorrida por Curruhue y decía que los raulíes y los robles que el parque protege, más las araucarias, las lengas y los ñires, están hermosos con sus colores brillantes, y en días en que el clima es ideal.

Para el invierno, en cambio, se pone más inaccesible y hay algunos lugares en los que se limita el acceso, por cuestiones obvias de nieve, o mantenimiento de caminos.


Trabajae en el Parque Lanín es "un estilo de vida"


Guillermo D’Oliveira no es de la zona, nació en la gran ciudad de Buenos Aires pero dejó el hollín y llegó a Bariloche hace 35 años en busca de un cambio. Empezó a trabajar, a entender qué eran las áreas protegidas y demás. Entre idas y vueltas entró a la Escuela de guardaparques. Al poco tiempo lo destinaron al Parque Lanín, a la zona de Quillén y así comenzó su carrera.

“Para mí esto no es un trabajo, es una forma de vida con un vínculo muy fuerte con el lugar. Es un parque hermoso, con mucha variedad de temas, con interculturalidad, trabajo con el pueblo Mapuche, con la naturaleza”.

Si le piden que nombre lugares preferidos, la respuesta es “todos”, pero cuando le insisten habla de Queñi, de la senda que va entre Puerto Arturo y Laguna Verde, los Bosques de Araucarias, la zona de Ñorquinco. Puerto Canoa, el Volcán Lanín, Cerro Los Ángeles, Bahía Azul en la zona de Huechulafquen, y la lista sigue porque no hay lugar que no le parezca especial.

Otras tres Áreas Naturales Patagónicas celebran hoy su aniversario: Los Glaciares, Los Alerces y Perito Moreno.

Voy

Tres cosas resalta entre las que más le gustan de su trabajo. Por un lado, sostuvo que poder trabajar con la interculturalidad, entender el escenario y la realidad del pueblo Mapuche es muy interesante.

“Una cosa es la historia que cuentan en la escuela y otra cosa es llegar al territorio y escuchar una historia diferente, contada por un pueblo con una dinámica, con su lengua, su proyección”, resaltó.

También ese encuentro con lo natural lo conmueve. Solo dos veces pudo encontrar un pudú, uno de los ciervos más pequeños del mundo, que no está en extinción pero vive entre las cañas y es difícil de ver. También vio pumas, otras veces, zorros, monitos de monte y lo recuerda con entusiasmo.

Esos encuentros son «la consolidación de eso que uno está esperando por tanto tiempo. Es maravillosa la emoción, un momento único y una alegría inmensa».

Por último resaltó a su equipo de trabajo. Ese grupo interdisciplinario de brigadistas, técnicos, profesionales, guardaparques y más, que cuidan con compromiso esa tierra de araucarias, lagos azules y paisajes inolvidables. Para despedirse el guardaparque resumió todo en un «es muy lindo trabajar así».


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