La Conchilla, a 65 km de Las Grutas, una playa única para descubrir

Una costa inmensa tapizada de conchillas blanquísimas, y un mar que seduce desde su inmensidad. Todos los ingredientes para enamorarse de un balneario que es distinto a todos  

Kilómetros y kilómetros de playa. Tan pero tan amplia, que uno puede olvidarse de la tabla de mareas que le marca el pulso a otros lugares de la costa. Porque acá no importa si el mar está en su plenitud o es el turno de la bajamar. Siempre habrá espacio disponible para relajarse frente al agua que, más cerca o más lejos, será un espectáculo para compartir.

Es que cuándo la arena está despejada se genera el mismo efecto que en la superficie de una salina. El cielo se refleja por completo en la arena que la humedad comienza a cubrir, y uno puede sentir que camina entre nubes, con el cielo por arriba y el reflejo debajo, en una ilusión óptica tan perfecta como asombrosa, que nos deja en el medio de una postal increíble.

Si el mar es el que reina, en cambio, la imagen no es apta para todos. Porque algunos, curiosamente, se sienten cohibidos por la inmensidad del agua, que hace que nos percibamos pequeños cuándo se despliega a sus anchas y llega briosa hacia la orilla, desarmándose en una espuma leve, que queda burbujeando largo rato.

El manto de conchillas vuelve especial esta playa, en la que todos disfrutan a su manera. Fotos: Martín Brunella.

Es que este es un mar que se impone, y transmite que acá la naturaleza reina, mientras nosotros somos un accesorio más. No es como esos mares de juguete que son telón de fondo de paisajes costeros. Es un mar que seduce pero abruma, haciéndonos ver su poderosa presencia.

Todo esto se descubre en La Conchilla, un balneario ubicado a 65 km de Las Grutas por ruta 3, que está antes de ingresar al Puerto San Antonio Este.

Con este lugar se gestan historias que enamoran o desestabilizan, pero, de un modo u otro, conmueven. Por eso se recordará siempre ese momento en el que, tras largos ratos de hastío por una ruta que sólo desliza su gama de colores tierra, el camino dobla y deja ver el mar, que se adueña por completo de uno de los carriles. Y entonces el cielo, el agua y una costa de un blanco imposible nos hacen comenzar a vivir otra película. Una llena de aromas, murmullos y brisas revoltosas, que cargará de vida el marco aburrido del que veníamos renegando.

Después estará el que se sienta vulnerable ante la visión de ese mar omnipresente, o el que lo adore al instante, y quiera quedarse a vivir en el centro de su imagen potente. Pero la indiferencia nunca acompañará esa primera impresión.

El lugar es ideal para distenderse y entrar en contacto con la naturaleza. Fotos: Martín Brunella.

¿Y el blanco? A la distancia sólo se ve el color inalterable y sin fisuras, como si la nieve cubriera la costa. Pero al acercarse los matices rosados y violáceos de algunas de las conchillas ganan fuerza, y le dan un toque iridiscente. Porque de ahí viene ese tono, que es el que surge de millones de valvas de moluscos que, erosionadas por el sol y el viento, fueron creando ese manto que cubre la arena, y la llena de sonidos crujientes.

El balneario permite la práctica de deportes náuticos como el kite surf, el windsurf y el disfrute de los paseos en kayaks o en tablas de stand up.

La pesca merece un párrafo aparte, porque aquí, a lo largo del año, se dan excelentes piques de distintas especies. Pero entre ellas se destacan los cazones (o tiburones para los lugareños) que están emparentados con esos predadores, aunque su porte y tamaño es el de un pez un poco más grande que lo usual, que es muy buscado por su carne.

Uno de las tantas postales que nos regala este balneario. El sol copando la costa.

Además hay dos paradores que brindan sus servicios, y que permiten que, a lo largo del día del playa, se pueda recargar agua, comer algo rico y usar las instalaciones sanitarias, más allá de vender algunos elementos para jugar en la arena y hacer más cómoda la estadía al aire libre.

Antes del regreso siempre se podrá visitar la villa portuaria, y darse una panzada con los mejores pescados y mariscos de la zona. En el restaurante El Puerto, por caso, por $7500 se consigue una picada de frutos de mar para dos, con 10 platitos con todo lo que se pueda pedir, y con el mejor sabor. ¿La cerveza de litro? Desde $900. Un imperdible. Ideal para los amantes de los sabores marinos.


¿Se pulverizan las conchillas?


Desde la secretaría de ambiente municipal alertan acerca de lo que está ocurriendo con el manto de conchillas que cubre la arena y le da esa característica tan especial a la playa, que fue bautizada en honor a esta particularidad.

Ocurre que esas valvas de moluscos que cubren su costa se están, literalmente, pulverizando por el alto tránsito de vehículos, que circulan por tramos en los que no deberían pasar. Sin embargo la tendencia de llegar a la orilla a bordo de los rodados y la de acampar en sectores no permitidos está atentando contra la preservación de este lecho natural.

Las valvas de moluscos que cubren su costa se están, literalmente, pulverizando por el alto tránsito de vehículos. Fotos: Martín Brunella.

Hasta ahora, más allá de alertar acerca de esta degradación, no existe ningún abordaje para evitar que el fenómeno avance, porque la abrasión es mecánica y surge del alto tránsito. Lo que sí se delimitó son algunos sectores de acampe, pero sigue siendo bajo tanto el cumplimiento como el control de estas pautas.

Lo preocupante es que en algunos sectores ya es evidente el deterioro de esa capa que cubre la arena. Por tramos (que son los que coinciden con los puntos que muchos deciden para el acceso) el blanco que distingue al lugar ya no es tan visible, porque, al pulverizarse, el polvo resultante se mezcla con la arena y queda un material de tono parduzco que afea la tradicional postal.

Por otra parte no se hizo aún ningún estudio de impacto, así que no está dimensionado el alcance real del daño.


Las actividades náuticas tienen su escenario ideal en estas playas. Fotos: Martín Brunella.

Para tener en cuenta


La playa La Conchilla es la primera a la que se accede dentro de la oferta costera que tiene el Puerto San Antonio Este. Sin embargo está antes del ingreso a la villa pesquera, ubicada a 65 km de Las Grutas por ruta 3.

-Los que quieran conocer las otras playas pueden organizar una jornada completa, y luego de la visita a este balneario entrar a la aldea pesquera. Hacia el mirador sur otro lugar atractivo es Punta Villarino, con su apostadero de lobos marinos y sectores de suave arena.

Hacia el mirador norte está Punta Perdices, conocida como el ‘Caribe de la Patagonia’. Y, en medio de ambos sectores, las playas del muelle, que son muy pintorescas y permiten ver de cerca la actividad de los buques mercantes, que en esta época llegan a buscar las frutas del Alto Valle, para exportarlas al mundo.

Fotos: Martín Brunella.

Sin la sombra que brindan los acantilados y con el blanco intenso del manto de conchillas, que actúan amplificando los rayos, el sol se hace sentir. Por eso no hay que descuidarse y hay que poner especial cuidado en usar una adecuada protección solar y renovarla, para no tener que padecer quemaduras solares tras la jornada al aire libre.

La presencia de los buques mercantes no es un detalle más. Ver esas naves inmensas y avistar a lo lejos las labores de carga tiene un encanto especial, sobre todo para los que adoran curiosear la vida portuaria.


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