Un vino de potrero

Nicolás Burdisso, ex jugador de Boca y de la selección, encabeza junto con su esposa Belén Soler Valle una bodega joven en el Valle de Uco. Este es su malbec cosecha 2016.

Un vino de potrero

Nicolás Burdisso, ex jugador de Boca y de la selección, encabeza junto con su esposa Belén Soler Valle una bodega joven en el Valle de Uco. Este es su malbec cosecha 2016.

En Gualtallary, Mendoza, se elabora un vino que tiene como responsables a un jugador de fútbol y su esposa. Un proyecto hecho a base de sueños y deseos, con buena técnica y asesoramiento.

Nicolás Burdisso juega al fútbol en un potrero. De Córdoba, de Buenos Aires, de Rosario, da igual. Un potrero es un potrero y todo lo que suceda fuera de los límites de ese lugar pasa a segundo plano.

Se divierte, putea, corre y el tiempo pasa entre esas cosas mientras la línea de defensa se desarma y todos van a apurar al que lleva la pelota, para sacársela y meter una contra.

Nicolás no sabe que la romperá en el futuro, que pasarán por su cuerpo camisetas de Boca, Palermo, inter, Roma, Genoa, Torino, la selección argentina y jugará al fútbol en clubes, ligas y lugares increíbles, tampoco sabe que conocerá a su esposa Belén Soler Valle, manager del proyecto, pieza clave en la nueva aventura y que ambos se montarán un plan relacionado al vino, una bodega llamada Vinos de Potrero.

Los sueños y los deseos están hechos para soñar y desear, el futuro es algo que no sabemos bien qué tiene, pero podemos ir alimentándolo de a poco. Todo lo demás sucede en el tiempo que tiene que suceder.

Tengo frente a mí un Malbec de Potrero, cosecha 2016 con uvas de Gualtallary. Rico, frutado, joven. Joven no es “súper fresco”, ni “súper bebible”, joven es joven. No está cien por ciento a punto, pero va camino a eso, quizá deba permanecer un poco más en botella y es un vino que explota.

Lo tomo en vaso, con unos quesos blandos y pan tostado con oliva

La historia es joven. Belén y Nicolás compraron una finca en 2008 y cuatro años más tarde elaboraron su primer vino. Hoy cuentan con varias líneas y el sello indudable de una región de Mendoza que lo tiene todo. Suelo, clima y las condiciones que la destacan no solo dentro del Valle De Uco sino dentro del mapa de vinos de Argentina, Tupungato, Gualtallary.

El vino en cuestión que probé es un vino parejo, frutado y manso, con 6 meses de barrica. Una añada complicada para Mendoza, pero con buena calidad final por sobre cantidad de uva producida.

Es el entry level de la bodega, linda etiqueta y hermosa fundamentación del potrero.

El team se completa con Alejandro Liveralla y Marcelo Canatela, ambos ingenieros agrónomos y Bernardo Bossi, enólogo de la bodega. Línea de 3 para ir al frente.

Salú!


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