Cómo pasan el invierno en los asentamientos de Cipolletti

Además de buscar leña para calefaccionarse, los vecinos saben que tienen que organizarse para pasar los días con temperaturas más bajas. Roperos solidarios, uso medido de garrafones y de caloventores y hasta un grupo de Whatsapp para ponerse de acuerdo frente al frío.

Sonia empuña el hacha para cortar con fuerza y precisión el leño que va a terminar en la estufa que calefacciona el ambiente. Ya está acostumbrada, dice. Hace años que hace lo mismo para poder pasar el invierno.

Igual que Sonia, ante la falta de gas natural, muchas las familias tienen que buscar alternativas para hacerle frente a los días de bajas temperaturas.

Las organizaciones sociales estiman que en Cipolletti viven alrededor de 20 mil personas en asentamientos informales.

Son las tres de la tarde y el frío en Barrio Obrero se siente. Las chimeneas humeantes se ven desde las distintas esquinas.

En una de las cuadras funciona el Ropero Comunitario, que surgió como un proyecto desde el barrio y ahora es coordinado también por el movimiento popular La Dignidad.

El espacio está a cargo de Sonia del Carmen Villarroel, una mujer de 52 años que vive allí desde que se pobló el sector. Al igual que el resto de sus compañeras que organizan el lugar, es testigo de las necesidades de los niños y madres que se acercan para solicitar un abrigo que servirá como aporte para pasar el invierno. Las prendas de vestir son donadas y luego distribuidas entre los vecinos del barrio. También llegan hasta los asentamientos que lo necesitan, asegura Sonia.

La invierno es una señal de alerta, igual que el viento y la lluvia. Por eso, saben que tienen que organizarse . Para eso crearon un grupo de Whatsapp y lo utilizan para ponerse de acuerdo. Por ejemplo, al calefaccionarse con caloventores, explica Sonia, baja la tensión eléctrica en el barrio y eso genera que haya inconvenientes con los electrodomésticos. Apenas llegan los días fríos, las familias se preocupan por contar con leña, más allá de la que entrega el municipio a través del Plan Calor. “Esa no es suficiente”, señala Sonia.

En otro sector de Cipolletti, en el asentamiento 10 de Febrero, vive Rosana Nunes junto a su compañero, Marcos Rodríguez y a su pequeño hijo. Son oriundos de Misiones y hace poco más de dos meses llegaron a la región. Pero todavía no pueden adaptarse al clima, tan distinto al de su provincia natal. Rosana pasa los días abrigada, con frío.

Su casa, en plena construcción, tiene una estufa a leña. Lograron integrar el Plan Calor pero no es suficiente. Para cocinar, utilizan una garrafa de 10 kilos, que demanda de unos 170 pesos cada vez que quieren recargarla. “Sería mejor que viniera un poco más de leña, porque hay que ir ahorrando para que rinda un poco más”, dice.

Ana Fernández, una de las referentes de la 10 de Febrero, se esperanza con la llegada de los nuevos certificados de Vivienda Familiar, que Nación entregará a las familias que viven en los barrios populares. Según explica, esto les permitirá a los habitantes de los asentamientos requerir los servicios básicos como la luz y el gas. “Estamos entusiasmados con la urbanización”, remarcó.

Cuando llega el frío, las familias se preocupan por contar con leña, más allá de la que entrega el Municipio con el plan Calor. “Esa no es suficiente”, dicen.

El dato

Datos

Cuando llega el frío, las familias se preocupan por contar con leña, más allá de la que entrega el Municipio con el plan Calor. “Esa no es suficiente”, dicen.
20.000
personas viven en asentamientos informales en Cipolletti, según los cálculos de las organizaciones sociales.

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