Mamá
2°C, 8:30.
Lentamente amanecía.
A él sólo le quedaban los ojos al aire: lo tapaban una abultada bufanda, un gorro más la campera subida hasta arriba.
Estimo que tenía cuatro años.
Su mamá sostenía el manubrio donde colgaba la pequeña mochila.
Antes de salir, acercó el brazo del nene a su cintura y estiró las mangas de la campera para cobijarle las manitos sin guantes. Lo acarició.
Se encendió la luz verde y salieron.
Iban sin casco.
Despacio abandonaron la esquina de Evita y Rosario de Santa Fe.
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