Ruido, nada más

Heraldo Muñoz, el experimentado canciller de Chile, acaba de señalar, con muy buenas razones, que “ningún gobierno boliviano llevó la relación con Chile a un nivel tan bajo en 100 años”. Lo que, como advertencia a todos, no deja de ser alarmante. Lo hizo ante una absolutamente inusual “visita” a Chile del canciller boliviano, David Choquehuanca, que llegó sorpresivamente –y sin invitación alguna– a Chile acompañado de nada menos que otras sesenta personas. A lo patotero o bolivariano, que es más o menos lo mismo.

Según Choquehuanca, él no necesita invitación para visitar un país vecino y soberano porque Bolivia –sostiene– tiene en Arica una oficina de su sistema aduanero. Olvida que ella funciona sin contar con privilegio alguno conferido por Chile, sin inmunidades, sin nada. Ciertamente, con permiso de las autoridades chilenas, lo que es natural, y sujeta obviamente a sus leyes y en el territorio de Chile. Así de simple.

Pero Choquehuanca sólo busca y quiere provocar. Llamar la atención. Hacer ruido. Lo que es patético y ha generado el total aislamiento de Bolivia en este tema, que se hizo evidente cuando, al plantearlo su delegación en la última reunión de la OEA (a la que Bolivia maldice y maltrata), ningún otro país salió en su apoyo. Ni a decir nada.

Al ingresar con opacidad en territorio chileno, Choquehuanca y los suyos pasaron aparentemente por el lago Chungará para “inspeccionar” lo atinente al río Lauca, cuyo curso, según Choquehuanca, Chile ha desviado. Allí hizo comentarios que no advierte que tienen impacto político y jurídico. Bolivia sostiene que, como el curso del río Silala nace en Bolivia, este país tiene derecho a usar (o cobrar por el uso) sus aguas. Pero olvida que el río Lauca nace en Chile, de lo que se colige que, siguiendo la argumentación boliviana, Chile tiene derecho a usar sus aguas y a cobrar a terceros (a Bolivia) por su uso. Hoy Chile sólo usa aproximadamente el 30% de su caudal. El resto lo utiliza Bolivia.

Según los bolivianos, la intempestiva visita de su canciller tiene por objeto principal el de evidenciar el mal trato e irregularidades de Chile respecto de las exportaciones bolivianas que salen por el puerto de Arica. Incluyendo la soja. Y llamar la atención sobre el mal estado de la ruta chilena que, desde la frontera con Bolivia, conduce al puerto de Arica, a través de 190 kilómetros, aproximadamente. Por la que transitan los muchos camiones que transportan toda suerte de cargas desde Bolivia, quienes se han estado quejando, amarga y públicamente, del mal estado del camino en cuestión, sin sugerir siquiera que Bolivia está dispuesta a contribuir a su mejoría. Nada.

Lo cierto es que, cuando Choquehuanca intentó ingresar sin previo aviso en el Puerto de Arica, las autoridades locales le negaron el ingreso y lo obligaron a tener que esperar un poco, hasta la primera hora de la tarde. Permitiendo finalmente el ingreso de tan sólo 25 personas.

Razones de elemental cortesía aconsejaban que Bolivia anticipara a Chile que nada menos que su canciller iba a visitar el Puerto de Arica acompañado de una nutrida delegación que incluía hasta al vicecanciller, visita que debió haber sido realizada en conjunto con las autoridades chilenas, que fueron sorprendidas por la repentina presencia de altas autoridades bolivianas en una visita que absolutamente nada tenía de privada.

Demostrando la clara intención de “camorrear”, Morales además dijo: “Veo que no dejan entrar a un canciller aymara (cuando en rigor se trata del canciller de Bolivia, no de los aymaras), el racismo no es del pueblo chileno, es de algunas autoridades”. Todo lo que, además, calificó exageradamente de: “Agresión al comercio exterior boliviano”.

Ante lo sucedido, Evo Morales, que seguía de cerca y atentamente la evolución de las cosas, publicó –en su cuenta de Twitter– que Chile “tenía miedo” de la presunta “visita de paz” boliviana. Ruido. Sólo ruido. Ninguna propuesta seria acerca de cómo trabajar en conjunto para resolver los problemas pendientes. Nada. Sólo una actitud desafiante que aleja en lugar de acercar a los dos pueblos. Una pena.

*Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

Según Choquehuanca, él no necesita invitación para visitar un país vecino porque Bolivia –sostiene– tiene en Arica una oficina de su sistema aduanero.

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Según Choquehuanca, él no necesita invitación para visitar un país vecino porque Bolivia –sostiene– tiene en Arica una oficina de su sistema aduanero.

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