La peña: un álbum de fotos que nunca se sacaron
Datos
- Desde los recuerdos intenté una y otra vez armar un álbum con fotos seleccionadas de los recuerdos con él. Era el camino más efectivo para pasar en limpio nuestra propia historia, porque somos de los tiempos en que la foto de papel era un lujo.
- Pero no pude ser selectivo, porque las imágenes con mi padre se suceden sin pausa, algunas mejores, otras no tanto, pero conforman lo que fue nada menos una parte de la vida de cada uno de nosotros en tiempo compartido.
- Por ejemplo lo recordé para un día del padre con un suéter de color marrón, tejido a mano, de llama, porque según él era el que más lo abrigaba. Ni en su día dejaba de hacer asados. Podía estar orgulloso de eso y lo tenía claro. En la ventana del comedor, del lado de afuera, dejaba el grabador amarillo con música de Los Cantores del Alba. Y cantaba, de a ratos suspendía el rol de asador para convertirse en un minuto en un cantor doméstico. Le gustaban los valses y de tanto en tanto le ganaba la emoción. Ese era el instante en que retornaba a la parrilla para seguir con su tarea.
- Se me vino a la mente el día en que estaba hachando unos troncos de algarrobo. Ante el impacto voló un pedazo de madera y con tanta mala suerte le pegó en un diente. Le quedó la marca, le faltaba un pedacito y jamás se lo arregló. Para él, esas eran las huellas de la vida.
- La otra fotografía que nunca se imprimió fue la de los cuentos. Era un contador que convocaba cada anochecer a los chicos del barrio.
- De tanto codearse con las bicis se tentó y un día se decidió a correr entre los veteranos. El sólo hecho de correr lo ponía feliz.
- La última foto fue de una larga charla sobre la vida. Sabía que estaba en el final y tenía mucho por decir. Nos dimos un abrazo silencioso que de algún modo pasaba todo en limpio. Tal vez este fue el modo de recordarlo, imaginando fotos que nunca se sacaron.
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