Intervenciones urbanas: los artistas toman la calle

Cada vez más, murales, mosaicos y grafitis visten paredes públicas y privadas de las ciudades, con la consigna de llevar el arte adonde está la gente. Hoy te mostramos Bariloche.

Aunque desde hace años murales y paredes públicas resultan atractivos para que diversos artistas plasmen sus obras, la actividad parece haber cobrado ímpetu con certámenes, diseños que acompañan la espera en paradas de transporte, convocatorias realizadas por comerciantes y hasta en negocios y residencias particulares.

Una espera más amena

Arte y vida es un proyecto social que realiza murales en las garitas donde los pasajeros aguardan el colectivo con la finalidad de promover arte y cultura. “Apostamos a que nuestra ciudad tenga arte en sus calles y a cuidar el espacio propio. Que las nuevas generaciones conozcan el impulso muralista que se va expandiendo a lo largo del país. Apostamos a revalorizar lo que somos”, expresan desde la página de Facebook en la que RaizArte difunde actividad. Allí solicitan donaciones de pintura, “motor para seguir con este proyecto”.

“Caracolito del sur” y “Puma” en el km 4 de Av. Bustillo, retratos de José Larralde, Atahualpa Yupanqui y Jorge Cafrune, “Gente colgada al sur” para la Escuela de tela y trapecio, “Mallín patagónico” y “Pampita del lago Hess” en Frigorífico Soria y un reciente homenaje a Carlos “Chingolo” Casalla en el km 4,500 de Av. de los Pioneros son algunas de las creaciones de Brian Fusswinkel, Marco y Niki Somweber y otros integrantes que han ido sumándose.

El año pasado un grupo de estudiantes, convocados por el Festival Audiovisual Bariloche, inició contacto con el arte en murales con la coordinación de René Vargas Ojeda, Marina Mitchell y Julián Bustos, además de los aportes grafiteros de Cristián Parisii. Luego de dos semanas de trabajo conjunto surgió la obra que representa un fotograma y está plasmada detrás del monolito que recuerda al general San Martín, en el km 1.

Dedicado al grafiti, Parisii centra su creación en “caligrafías y diseño de letras, obviamente también usamos lo que serán personajes para hacerlo más didáctico y agradable a la vista, pero me encargo más de tipografía. Lo visual, el arte, va de la mano”. Algunos de sus trabajos fueron a pedido en gimnasios, talleres mecánicos o particulares, “siempre con temáticas muy libres. El problema es que no son tan apreciados y suelen desaparecer, los tapan frecuentemente. Debo tener unos cien hechos en Bariloche”, define.

El mural, factor de cambio

Para el artista René Vargas Ojeda “no cualquiera puede armar una composición. Son complejas, hay que estudiar, tener una idea, oficio. Creo que hay que saber no solamente de pintura, sino cómo funciona una pared y, como todo arte, tener una poética. La pared cuenta una historia, tiene interacción con el ambiente, es totalmente distinto del arte de la tela. Además tiene la capacidad de llegar a mucha gente a través de estar en medio de la ciudad. Termina curtiéndose con el clima, las historias que surgen alrededor”.

Un mural es “factor de cambio. Siempre propone algo. Creo que requiere un mensaje más claro que en otro tipo de arte, al menos los urbanos a partir de los mexicanos, los más revolucionarios. Los frescos en las capillas tienen otro sentido, más didáctico digamos, en otro contexto histórico”, ejemplifica.

Paola Márquez y Julián Bustos, ganadores del concurso organizado por la Agencia de Recaudación Tributaria, son los autores de “Bariloche onírico”, mural que demandó tres meses de trabajo en la esquina de Onelli y Vilcapugio. Artista plástico y docente del taller de muralismo en CreArte, Bustos consideró que este tipo de obras contribuyen al “embellecimiento de la ciudad y a sacar el arte a la calle”.

Óleo sobre chapa, reciclada o intervenida, son recursos técnicos a los que apela Marina Mitchell para crear un vasto álbum de obras. Murales en la Sala de Oncología del Hospital Zonal, “Proyecto Camaleón” en el Pasaje Juramento contienen parte de sus creaciones. Además realizó pinturas decorativas en locales y comercios de la ciudad.

Arte colectivo

Horacio Ferrari, Enrique Queriós y Emanuel Facundo Quilamán utilizaron látex, pintura al agua y aerosol para representar bandurrias en la pared de Moreno y Palacios, diseño que reemplazó en gran parte una obra anterior de Ferrer fechada hace una década.

Su impronta y la de colaboradores han quedado también en el hospital zonal, en el salón de usos múltiples del Ruca Che, en el km 13, en la calle Juramento y en la “Pachamama” que otorga colorido al anfiteatro de Moreno y Villegas, entre otros espacios. Finalizada en el 2013, “La Primavera” que recibe a pacientes del nosocomio local incluye técnica de mosaiquismo, utilizando cerámicos y mosaicos reciclados, a la que aportaron colaboración alumnos de la Escuela Municipal de Arte La Llave junto a la profesora de Cerámica Gabriela Larrea.

Entre el 2002 y el 2006 Ferrari desarrolló el proyecto Hijos de la Tierra, realizando murales desde Ushuaia a Jujuy. La creación en el anfiteatro céntrico, para la que fue convocado por representantes de la Feria Artesanal para renovar el espacio, fue iniciativa de la también muralista local Andreína Poli. Con ellos participaron Agustín Giovaninni y Laura Nitzsche, para quien “pintar en las calles es una forma de expresar y de ser visto sin límites”.

Andreina Poli coordina, desde el 2009, grupos de niños y jóvenes de distintos barrios iniciándolos en la pintura mural, actividad que amplió a localidades de la Línea Sur mediante el programa Juvensur de la Universidad Nacional de Río Negro.

La pared cuenta una historia

Viviana Dziewa, con múltiples exposiciones y premios en su haber, sintetizó en un encuentro PechaKucha: “Mi primera participación en un mural fue a los 15 años. Hoy ya van muchísimos en todo Bariloche, acompañando a un montón de vecinos de distintas edades que querían, necesitaban, que sus paredes hablasen”.

Relacionó el muralismo con su planteo personal sobre “para qué sirve el arte” y la necesidad de dar utilidad a sus conocimientos. “Me siento útil con un pincel. La transformación del blanco de la pared genera satisfacción. Es como una diversión para el alma”. Cuando la actividad es compartida “hay un diálogo” que enriquece. Gratifica comprobar que una pared puede vehiculizarlo y permitir “vencer el miedo al pintar por primera vez. Después pueden continuar estableciéndolo con otras paredes, porque nos dicen un montón de cosas”, señaló.

Un proyecto camaléonico y colectivo

“Proyecto Camaleón” aunó manos artísticas en Pasaje Juramento. Realizado casi totalmente con materiales reciclados, “nos pareció que utilizar basura para transformarla en algo bello era oportuno”, expresó Marina Mitchell. Hay mosaico de descarte, vidrio, termotanques desechados y retazos de metales de todo tipo, desde engranajes de motor hasta latas de pintura.

Con diseño y coordinación de Mitchell en metal, participaron Ernesto Chirulo, Mariana D’Albo, Ignacio Marolo, Susana Baur y Mausi Bejarano. La instalación estuvo a cargo de Gatito Durá. El diseño del arte en mosaico, que fue abierto a la comunidad, llegó de la mano de Horacio Ferrari. En vitrofusión participó Fernanda Ungar y en aerografía, Pablo Randazzo.


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