“Lava Jato”, el escándalo que no perdona a nadie en Brasil

La operación Lava Jato de la Policía Federal brasileña, que investiga la red de corrupción que actuó en Petrobras, avanza en forma arrolladora sobre toda la cúpula política de Brasil.

En medio de la aprehensión generalizada, un hecho ilustró ayer esa sensación de que “nadie de salva” en Brasilia: el arresto de un agente de la misma Policía Federal, acusado de facilitar el ingreso de contrabando al país.

El caso es emblemático porque ese agente, de ascendencia japonesa, se hizo famoso por ser el que fue a buscar a sus casas a los políticos, empresarios y ex funcionarios de Petrobras arrestados en el marco de la Lava Jato.

En la escena política, denuncias, delaciones, grabaciones ocultas y ahora pedidos de arresto mantienen en jaque a líderes del gobierno interino de Michel Temer, del gobierno apartado de Dilma Rousseff y del tercer mayor partido del país, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

El martes, el fiscal general de la República, Rodrigo Janot, marcó un hito al pedir a la Corte Suprema el arresto de cuatro dirigentes de primera línea del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), de Temer.

Son ellos los presidentes de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y del Senado, Renan Calheiros; el ex ministro de Temer, senador Romero Jucá; y el ex presidente, José Sarney (1985-1990).

“Aún cuando los arrestos no se concreten, el solo hecho de que el fiscal general haya hecho el pedido es una desmoralización del sistema vigente”, dijo en su columna de ayer el analista político de “O Globo” Merval Pereira.

El PT tiene también a sus dirigentes históricos y ex altos funcionarios de sus gobiernos investigados e incluso condenados por el caso Petrobras.