Conocé cómo enfrentan al cáncer infantil en Neuquén

En el hospital Castro Rendon funciona el servicio de oncología pediátrica. Es el único de la Patagonia. Una fundación actúa como pilar externo para mantener el servicio.

Trajo una reposera amarilla, y una almohada. «Como se puede, se duerme», cuenta Patricia. No encontró frazadas para cubrirse. Es lunes. Pasó la noche junto a su hijo de diez años en una de las salas de aislamiento del hospital Castro Rendon, por que él tuvo «piquitos» de fiebre. En octubre pasado le informaron que tenía leucemia. Desde ese día se podría decir que está a la intemperie. Un diagnóstico así te deja en carne viva. Pero no. Aún en cuero, Patricia cobija.

«Jamás había pisado el hospital, nunca vine, hasta hace dos meses. Nunca pensé que iba a estar tan bien atendido mi hijo acá. Es más, gente de otros lados me dijeron que lo mejor que hice fue traerlo. Lo que es contención de enfermeras, doctoras, yo me saco el sombrero», asegura.

En Centenario su pediatra le advirtió que las manchas en las piernas del niño eran petequias (lesiones pequeñas de color rojo). Buscó en Internet. «Cuando leí, cerré enseguida, no quise interiorizarme», afirma. Los análisis no fueron del todo buenos y llegó al Castro Rendón.

«Ahora que estoy con él internado estoy tranquila, porque sé que está cuidado, que es mejor estar acá que en mi casa, pero lo veo a él que se quiere ir y viste uno está entre la espada y la pared. Después por ejemplo estoy en mi casa y lo veo que está bien, porque él está en su casa, pero hay momentos de bajones de mamá, viste, que vos decís porque te pasa esto, de un día para otro te cambia la vida. Tu ritmo de vida es otro, es el día a día», apunta.

Tuvo impotencia. «Es como que te abren la tierra», describe. Se descarga cuando baja a fumar a la calle, a veces hasta tres cigarrillos seguidos. Las mujeres son las históricas cuidadoras. «Tenés que estar fuerte, sino está fuerte la mamá, que es la que está con él, el papá también, pero los papás van, vienen, se quedan un rato, tienen que salir a trabajar, tienen que hacer cosas. Cuando nos dijeron que era la leucemia más común en los chicos, como que nos quedamos un poco más tranquilos, que no era tan grave», indica.

Al principio tenía miedo de explicarle a su hijo a la situación. Sin mucho rondeo encontró las mejores palabras: » a vos te afecta de otra manera, en cambio a ellos no. Le dijimos: «vos tenés una enfermedad que está en la sangre, te tienen que hacer un montón de análisis, estudios, pasarte unos remedios para que te cure, esos remedios son fuertes, se te puede caer el pelo, es normal, cuando termines el tratamiento, que no te pasen más estos remedios, el pelo te vuelve a crecer».

En la sala contigua hay una adolescente, con leucemia. Su tía, también Patricia, vino de San Martín a cuidarla. Las dos muestran los cuadernos de tapa dura que los médicos les entregan y que compilan cada paso del tratamiento.

La leucemia es la enfermedad oncológica más común de las personas menores de 15 años en el país, según el Instituto Nacional del Cáncer. El Castro Rendón es el único servicio público que brinda atención en toda la Patagonia.

«Es complejo, pero bueno a mi me gusta acompañarlos y el cáncer no es como en la edad adulta, sinónimo de muerte. La mayoría de los chicos se curan de cáncer, es un acompañamiento en un camino difícil, la mayoría de las veces tenemos suerte», manifiesta Constanza Arnaiz, pediatra y especialista en hemato-oncología infantil.

A mitad del año pasado las profesionales plantearon que no contaban con la infraestructura necesaria. «Los pacientes tienen que tener su sala de juegos, una sala de espera acorde, el aislamiento tiene que cumplir ciertas características, tienen que tener un baño privado cada paciente oncológico, una bacha, lavamanos al ingreso de la habitación. Acá en las habitaciones tenemos aislamiento que son muy chiquititos y no están en condiciones, pero además las internaciones generales son pabellones entonces tampoco se respeta la intimidad del paciente», detalla Arnaiz. La escuela domiciliaria-hospitalaria carece de su propio espacio.

La pediatra menciona que hubo una instancia de reunión con la subsecretaría de Salud con la promesa de una ampliación. Se avanzó con los planos de construcción, pero todavía no hay verdades de cuando se iniciaría la obra. «Nosotros necesitamos un servicio de pediatría nuevo, pero lleno», remarca en relación a la falta de profesionales, en una especialidad que se ha vuelto crítica en la provincia.

La jefa del servicio de pediatría del Castro, Gabriela Josovic, enfatiza que las salas están pintadas gracias a una donación de la fundación Apanc, que brinda ayuda a las familias de niños con cáncer.

«La pintura no la donamos nosotros, la donó la comunidad de Neuquén con el dinero que se recauda de la campaña de socio adherente y de Río Negro también. Confío plenamente en el trabajo del hospital, van a ponerle a los chicos lo que necesiten, no te van a inventar nada, hay que cuidarlo», comenta Pedro Basaur, su presidente.

La fundación cuenta con tres departamentos en la capital en los que se alojan las familias que llegan al interior. Basaur ahora espera que el gobernador, Omar Gutiérrez, cumpla su promesa de construir cuatro departamentos más, una sala de juegos y otra de grabación para que los chicos puedan cantar y tocar.

«Hay personas que han estado una semana, diez días, quince días y cuatro años», recuerda el referente de Apanc. Fabio y Evelin llegaron desde San Martín en agosto pasado. Su hijo de cinco años tiene linfoma de Hodgkin y ya está finalizando el tratamiento. Fabio trabaja en la construcción y es de Villarica. A Evelin la está esperando su patrona y su hijo mayor. Ella nació en el Castro Rendón, donde hoy recibe la mejor atención. Fabio tiene fe: «se puede salir porque nosotros también hemos saludo con nuestro hijo y eso es lo importante, no perder la esperanza, siempre hay una esperanza para nuestros hijos y nunca se pierde, siempre está.»


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