Vides, tomates y nueces, alternativas en la comarca petrolera

Contra adversidades como falta de agua y un clima riguroso,los emprendedores avanzan con los cultivos. Cerezas y pasturas también integran las variedades de producción en las chacras.

En un lugar donde la naturaleza fue esquiva con los cursos de agua, un puñado de vecinos intenta revertir la creencia que la tierra “no sirve” o “no es buena” para plantar y sacar producción que luego se pueda volcar en el mercado local.

Para la mayoría es una alternativa más para engrosar la economía familiar. Y el denominador común es el intenso trabajo y el respaldo estatal sólo se ve en alguna que otra capacitación.

Plaza Huincul tiene dos sectores dentro de su ejido en la que están asentados los productores. Al sudeste de la Ruta 22, a la salida está la “zona de chacras”. El otro es al norte de la ruta provincial N° 17, conocido como Barrio Norte y que desde un primer momento se conoció como de “quinteros”.

Aquí Héctor Navarro, quien supo ser referente de la Asociación de Fomento Rural de Huincul, tiene desde 1998 una sociedad con Carlos Vandalda, según refiere. Desde un primer momento plantaron nogales.

Un producto con un “muy buen rinde”, explicó. Contó que el año pasado obtuvo 4.000 kilos de nueces, con la expectativa que en la temporada actual se supere.

“Era todo virgen acá. Las plantas las trajimos con pie silvestre y se injertaron acá, de la variedad «chambers», con pie ginser, y bueno estoy muy contento porque hay muy buen rinde”, comentó.

La producción de las 280 plantas, se vuelcan en el mercado local. “Tenemos muchas reposteras que nos conocen y compran, porque ya saben de la calidad. El resto, son los mercados”, dijo.

A la par Navarro se dedica al “corte” y enfardado de pasto. “Soy el encargado de cortarlo y enfardarlo. Todo lo vendemos en los puestos locales y también tiene un muy buen rinde”, describe.

Los productores le compran pasto para la alimentación de las vacas, ovejas y caballos.

En otro predio de las chacras de Huincul, está Susana Tolosa, quien junto a su marido e hijos, se instalaron hace unos 15 años. Buscaron tranquilidad. “Me gustaba todo lo verde”, señaló.

Si bien la actividad no es el principal ingreso de la economía familiar, decidieron plantar cerezos. Hace aproximadamente una década, iniciaron el proyecto.

“Llegamos a tener 600 plantas, pero con el correr del tiempo, se nos fueron secando y ahora tenemos la mitad”, subraya. La mayor dificultad que encuentra es la falta de agua para el riego.

Toda la cosecha se vuelca en los mercados locales. Se llevan en bolsas de 10 a 15 kilos. Pero también hay toda una importante franja de clientes que son “mis vecinos que ya saben que tenemos cerezas y vienen a preguntar si ya están maduras”.

Otro inconveniente es la mano de obra para la cosecha. “En general, vienen jóvenes que necesitan trabajar pero no saben cómo se hace. Igual prestan atención y lo hacen”, indicó.

En Cutral Co, en Filli Dei Sur se asientan otros productores. Entre ellos Santiago Simón, que está desde hace 27 años.

“Esto era monte, tierra virgen. Empecé con una pala y un aljibe que hice con un nailon, para juntar agua hasta que pude hacer el reservorio”, relató.

En su chacra está abocado al “arte del cultivo” porque “acá no es natural. Acá las semillas no se tiran, se siembran; es aprender del lugar dónde está, el tipo de suelo que tienen. Cuidar una planta es cuidar una vida, así que hay que prestar atención”.

En el verano insume alrededor de 10 a 12 horas por día. “Me gusta mostrar lo que hago para que la gente aprenda, de la experiencia que pude lograr a lo largo del tiempo”, relató.

Su producción está centrada en las hortalizas: como tomates, zapallitos de tronco,; porque en un m2 se puede sacar entre 5 a 7 kilos y ahí sí dan los números. Además tiene manzanas, uva de mesa, duraznos, damascos, ciruela. “Consumo un buen porcentaje, regalo otro tanto y el resto lo vendo. Acá es todo orgánico, los clientes lo saben”, comentó.

“El cultivo es un arte. Cuidar una planta es cuidar la vida… Así que es necesario prestar mucha atención en lo que

se hace”.

Santiago Simón, productor del barrio Filli Dei Sur,

de Cutral Co.

Nogales

El tomate negro o el cherry forman parte de las hortalizas que, con un cuidado especial, se desarrollan en zona norte de la ciudad de

Cutral Co.

La experiencia del vino

Hicieron 2.000 botellas

En la búsca de una alternativa paralela a la hidrocarburífera, Cutral Co tiene una experiencia piloto de producción de vides. “Viñedos del Viento” que está en la chacra experimental de la comuna, en Filli Dei Sur. Ya salió el primer vino con sello local.

El proyecto fue integral porque se inició cuando se dictó a ciclo cerrado y mediante un acuerdo con la UNC, la Tecnicatura en Desarrollo Agropecuario para Pequeños y Medianos Productores. Se solventó con fondos para la educación desde el ENIM.

En 2013 egresaron once técnicos. Algunos egresados se agruparon en un modelo similar a una cooperativa y comenzaron a desarrollar el primer viñedo. Plantaron las variedades de “tintas” como Syrah , Malbec, Pinot Noir y “blancas” con Chardonnay y Sauvignon.

Con la primera cosecha, los productores –un varón y el resto mujeres– con el asesoramiento respectivo, elaboraron vino. Este año llenaron 2.000 botellas.

“Falta planificación, cada uno hace lo que puede”

La falta de un programa concreto, estable y continuo de ayuda y respaldo hacia la actividad fue un tema común en los productores consultados. Más allá de las capacitaciones sobre determinadas actividades, o temáticas, no existen líneas de estímulo o incentivos.

“No sé si es desinterés, pero no hay planificación, cada productor hace lo que puede dentro de sus posibilidades. Ni en la municipalidad, el INTA, o Provincia, no hay nada que nuclee o asesore”, opinó Santiago Simón.

“Y menos que menos que te den una mano de vez en cuando ante una emergencia, en especial cuando es climática. Tampoco se ofrecen incentivos”, agregó.

Los productores de Huincul expresaron un pensamiento similar. La falta de organización atenta contra las actividades de la tierra, a pesar de la existencia de la Asociación de Fomento Rural.

Otra dificultad es el sistema de riego. En el caso de Plaza Huincul los asentados en la zona de chacras reciben el riego desde la planta de tratamiento de efluentes cloacales, por lo que sólo se pueden cultivar de plantas y pasturas, no hortalizas.

En cuanto al clima, la presencia del viento es un factor fundamental a la hora de empezar a producir. “Tenés que hacer reparos artificiales porque los naturales, con árboles como álamos, no tenés espacio para el cultivo por la competencia radicular. Entonces, es todo una lucha”, comentó Santiago Simón. El cultivo además debe estar como mínimo “semiprotegido” por la caída ocasional de granizo.

Es por eso que muchos se dedican al cultivo de pasto, como es el caso de Víctor Acosta, quien desde 1982 está en chacra de Huincul. Este tucumano que se jubiló como petrolero a los 50 años, decidió tener su propia chacra.

“Me gusta el campo, me crié en el campo en Tucumán, y me vine a trabajar en el petróleo. Era todo monte y lo empezamos a laburar y a meterle dinero, de a poco pero seguimos”, relató.

El pasto que producen lo vende a los puesteros de la zona.

El reclamo que unifica

a los chacareros se orienta a los gobiernos locales y provincial. Piden asesoramiento

y ayuda para afrontar

las emergencias.

Datos

“El cultivo es un arte. Cuidar una planta es cuidar la vida… Así que es necesario prestar mucha atención en lo que
se hace”.
4.000
kilos de nueces cosechó un productor de Plaza Huincul
el año pasado, y aspira en el próximo superar la cifra.
El tomate negro o el cherry forman parte de las hortalizas que, con un cuidado especial, se desarrollan en zona norte de la ciudad de
Cutral Co.
El reclamo que unifica
a los chacareros se orienta a los gobiernos locales y provincial. Piden asesoramiento
y ayuda para afrontar
las emergencias.

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