Descubren restos de la corbeta Itaparica en Viedma

Formó parte de la flota brasileña cuando intentó invadir la costa de Patagones en 1827. Los restos de esa embarcación fueron encontrados hace días.

Restos de la antigua corbeta Itaparica, que formó parte de la flota brasileña con la que ese imperio pretendió invadir la costa de Patagones en 1827, fueron encontrados por arqueólogos subacuáticos de la Universidad de Luján y del Instituto de Arqueología y Pensamiento Latinoamericano del Ministerio de Cultura de Nación que llegaron a Viedma a dar un seminario sobre la temática.

El miércoles, en el marco de una presentación de la Secretaría de Cultura de Río Negro, la directora de Patrimonio Histórico, Gabriela Costanzo, dio a conocer el descubrimiento, a partir del cual se espera ahora poder realizar estudios científicos y consolidar el sitio como un recurso turístico.

Más allá del entusiasmo con el que se informó la novedad, expertos en la historia local explicaron a DeViedma que la Itaparica, una vez capturada por las fuerzas nacionales en el Combate del 7 de Marzo, fue utilizada algunos años por la armada, luego como buque mercante y posteriormente como pontón flotante, hasta que tiempo después se hundió definitivamente.

Su estructura fue vista a simple vista hasta la década de 1970 cuando un prefecto decidió volar parte de ella y llevar las maderas al museo. Se especulaba que parte del maderamen seguía en el lugar y, según contó el director del museo Emma Nozzi, de Patagones, Jorge Bustos, uno de sus colaboradores la vio y fue quien comentó a los arqueólogos el sitio exacto en el que se podía encontrar, donde finalmente se la ubicó.

El punto del hallazgo es frente al centro de Viedma, a 30 metros de la Escuela Náutica Municipal, a solamente tres metros de profundidad.

“Hicimos los primeros pasos de este proyecto ahora, pero va a tener su continuidad en marzo, ya que la idea es hacer un mapeo, un relevamiento que va desde Viedma por toda la costa, hasta Bahía Creek y un poco más”, indicó la funcionaria provincial.

Dijo que “esta zona es famosa por los hundimientos de, entre otros, el barco Itaparica de la Guerra con el Brasil que está supuestamente enterrado desde 1827”.

Contó que “primero no encontraron nada, pero en una de las últimas inmersiones subieron con la noticia de que habían encontrado una estructura de 12 metros de largo por 6 de ancho, lo que conforma una yacimiento arqueológico importante”.

Manifestó su satisfacción porque “era una deuda importante que teníamos en la zona”. Admitió que el descubrimiento de la Itaparica “está casi confirmado, porque los arqueólogos tenían una georreferencialidad, con las indicaciones”.

El trabajo continuará en marzo con estos dos arqueólogos de Luján y en tres o cuatro años “la idea es poder identificar cuáles son los sitios arqueológicos subacuáticos, no solamente para preservación y conservación sino también como recurso turístico”.

Concluyó que “la tendencia es conservar los sitios arquelógicos como están, descontextualizando restos no se pueden obtener datos históricos. Después de los estudios científicos veremos si los turistas pueden descender y ver, sin que signifique deterioro”.

La Itaparica “tenía el mayor poder de fuego”

La Itaparica fue la mayor embarcación de la flota brasileña que intentó invadir Carmen de Patagones desde el 28 de febrero al 7 de marzo de 1827, cuando ese imperio quiso ocupar el fuerte ubicado en la margen norte del río Negro.

Fue además la última en ser capturada por las fuerzas nacionales que defendieron su posición. “Era la que más inquietud generaba, porque tenía el mayor poder de fuego, y como había quedado encallada por la marea se esperaba si podía liberarse y comenzar a disparar contra el Fuerte de Patagones”, explicó Jorge Bustos, el historiador del Museo Emma Nozzi.

Sin embargo, los heroicos combatientes locales cerca de las 10 de la noche de aquel día que pasó a la historia pudieron tomarla y derrotar a las fuerzas invasoras.

La embarcación, que ya tenía algunos años en esa época, quedó al servicio de la armada, luego se la usó como buque mercante y finalmente quedó amarrada como pontón.

Unas chapas de cobre que tenía, tentaron a los lugareños que las fueron sacando, lo que provocó el hundimiento en el río, sobre la margen sur.

La estructura quedó visible hasta 1970 cuando se voló parte del maderamen. Finalmente, sus restos pudieron ser vistos ocasionalmente en alguna bajante, pero muchos testigos han dado cuenta a los expertos de que parte de esa nave permanecía en el lecho del río a pocos metros de la escuela náutica.

Los arqueólogos lo confirmaron la semana pasada.


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