Después del shopping, tour gastronómico en Chile

La fiesta de los sabores. No todo es compras del otro lado de las montañas. Cada fin de semana, miles de argentinos disfrutan de exquisitos platos y se aventuran a conocer nuevos destinos.

Como cada fin de semana, miles de argentinos (en especial de San Carlos de Bariloche, Villa La Angostura, San Martín de los Andes, Comarca Andina y Esquel) copan las ciudades del sur chileno con la premisa de hacer tours de compras (atraídos por los precios, ahora sin retenciones internas) y pasear por las regiones de Los Lagos y Los Ríos.

A la hora de comer, los mariscos y pescados, carnes y platos típicos de la cultura europea y mapuche son los preferidos. A modo de aperitivo, en Entre Lagos –el primer pueblito chileno por el Paso Samoré– “sirven el mejor salmón rosado, dorado a la mantequilla y con una enorme guarnición de papas fritas y ensaladas. A buen precio”, describió uno de los viajeros habituales.

En esta zona, como en el resto de Chile, se acostumbra tener tres o cuatro comidas diarias: desayuno, almuerzo, once y cena. Los platos típicos son bastante simples y condimentados: empanadas, pastel de choclos, humitas, porotos granados y curanto (el que se hace en olla se llama pulmay).

Ya superada la “marea roja”, son exquisitos los mariscos, que se dan en abundancia en el litoral costero y que incluyen locos, machas, piures, picorocos, choros, jaivas y centollas, junto a pescados como el congrio, reineta, salmón, corvina, sierra y lenguado.

Los vinos y frutas de Chile le han valido reconocimiento internacional por su calidad y buena selección. Otro tanto para las verduras, destacando que solo aquí existen, por ejemplo, casi 200 variedades de papas.

Las primeras excursiones de los argentinos se limitan a ciudades importantes como Osorno, Puerto Montt y Valdivia. Pero si los viajes se repiten, son muchos los que se atreven a ir hasta Chiloé, Calbuco, Hornopirén, Río Bueno, San José de la Mariquina, Panguipulli, Lican Ray o Coñaripe.

Allí descubren el paisaje encantador del mar y sus fiordos, lagos, termas, volcanes nevados y la relación profunda del hombre con su entorno, que deriva en varios siglos de historia y cultura, preñada de los mitos y leyendas que contienen seres sobrenaturales como el trauco, la pincoya y el invunche.

A ello se suma la gastronomía particular de cada pueblo, que se exhibe generosa en cada restaurante, fonda, mercado o feria costumbrista, siempre con la sonrisa y el humor imperdible de cada cocinera que sale a la puerta a convencerlo de entrar a su local.

Con el correr del tiempo, cada turista termina por recomendar su lugar favorito y ya puede hacer gala de sus conocimientos culinarios: paila marina, caldillos, cazuela de ave o vacuno, chupe de jaibas, empanadas de carne, queso o mariscos, curanto en hoyo con chapaleles y milcaos, pichangas, completos, barros jarpa y barros luco.

En tierras mapuches, cerca del lago Ranco o en los alrededores de Villarrica o Temuco, la oferta del mundo rural está basada en vegetales, frutos, cereales, hierbas y carnes de animales domésticos y silvestres, que mantienen una asombrosa continuidad en el tiempo. La tortilla al rescoldo (una masa de harina de trigo en cenizas calientes), apol (hígado de cordero con ají), pancutra (masa liviana y cortada en pequeños trozos hervidos, caldillo de huesos, grasa y sal), charquican (guiso de zapallos, arvejas, choclo, porotos verdes y charqui), algas como el cochayuyo y el luche y el clásico mote con huesillo forman parte del menú.

En la costa valdiviana (entre Niebla y Los Molinos), cada viernes es la noche dedicada al Caleuche (un barco fantasma admirado y temido por los pescadores), donde varios restaurantes ofrecen decenas de platos de mariscos crudos y cocidos, pescados y postres a un precio único (unos $ 250 por persona, se paga con tarjeta), que además incluye un pisco sour o vaina chilena de aperitivo, un “bajativo” (licor de menta) y músicos en vivo.

En Puerto Montt, lo típico es comer “un curanto en olla” en los locales gastronómicos de la feria de Angelmó, que encierra mariscos en su concha, papa, longaniza, cerdo ahumado, picoroco y pollo. Por supuesto, hay que bajarlo con el caldillo y una buena “tacita” de blanco (no permiten vender alcohol en vasos). En el otro extremo de la bahía está Pelluco, donde hay gastronomía de mejor nivel con parrilladas y platos gourmet con pescados y mariscos (Ambassy, Los Tocones, Club Alemán, Pa’Mar Adentro son los recomendables).

También en Puerto Varas hay buenos restaurantes sobre la costa del lago Llanquihue, con preponderancia de platos con base de pescados (congrio, truchas) y carnes de la región (La Olla, Puro Toro y Bravo Cabrera son los más populares).

En números

Dos clásicos

Ferias y pisco sour

5 estrellas para 4:

u$s 115 la noche

Datos

$ 140
El plato de salmón rosado en el restaurante El Paso (Manuel Rodríguez 97, Entre Lagos). Muy recomendable.
$ 80
12 empanadas de mariscos en la Feria Costumbrista de Niebla (Valdivia).
$ 300
Por persona, la cena en el restaurante El Olivillo (Osorno). Ofrece jabalí, ciervo, pato, salmón y vegetarianos.
Por la diversidad de su oferta, las ferias son una gran atracción para los visitantes.
Otra: el pisco sour, aperitivo con limón, hielo, clara de huevo, azúcar impalpable y soda. ¿Es chileno o peruano? Una eterna discusión. Pedro Misari, chef peruano del hotel Sonesta (Osorno): “El mejor pisco es el que se toma con amigos”.
El hotel Sonesta (a 5 minutos del centro de Osorno, con vista al río Rahue y al casco antiguo) tiene 106 cuartos, casino, galería comercial, spa, bowling, restaurantes, casino y un pueblito alemán en el complejo.
Oferta invernal para argentinos: u$s 115 la habitación por noche para 4, con desayuno continental.

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